Photo by Josh Calabrese on Unsplash
Cuando nos disponemos a salir de casa, solemos dirigirnos al lugar donde guardamos las gafas que queremos usar ese día. Hay gafas para ver solo lo malo, hay otras para ver solo lo bueno, hay otras para no ver o que nos oculten a la vista de los demás e incluso hay otras para ver. Tenemos la posibilidad de elegir qué gafas utilizar y gracias a ello tendremos un día feliz, desgraciado o ni fú ni fa. Generalmente, utilizamos estas últimas gafas, porque a fin de cuentas se trata de vivir sin complicaciones ¿verdad?
Si te pones las gafas de ver solo lo malo que hay en tu entorno, lo malo se hará presente cada vez con más fuerza, pues sabido es que todo lo que observamos toma carta de naturaleza y se hace patente a veces sin ningún control. Hay personas que parece que solo ven lo malo, “piensa mal y acertarás” es su mantram, y así les va en la vida. Conversar con esas personas produce un estado de ánimo cargado de cierta agresividad por lo arraigado que tienen esa forma de ver la vida. Si ocurriera todo lo que ellos ven, se habría acabado el mundo hace ya mucho tiempo.
Por el contrario, si te pones las gafas de ver solo lo bueno, esto también se manifestará en tu vida pero, tal vez, te perderás la oportunidad de cambiar las cosas negativas de tu entorno, al ser ignoradas.
Las personas optimistas a ultranza muchas veces pecan de utópicos, de ser poco realistas, de no querer ver los inconvenientes que toda situación conlleva. Aun así, prefiero a estas personas que a las que ven todo negativo. Ellas tratan de no caer en el desánimo si algo no sale como ellas esperaban, buscando enseguida una salida hacia lo positivo con una palabra: “Afortunadamente”. Por ejemplo: “He tenido un golpe con el coche que le va a llevar directamente al desguace y me van a dar dos euros por él. “Afortunadamente” como tengo que comprar otro coche, resulta que el concesionario me da muchísimo más dinero por mi coche roto que el que me daban en el desguace”.
Por eso, quizás las gafas de ver, solo de ver, te darán la oportunidad de calibrar los acontecimientos que se te presenten, sean buenos o malos, pero ya la actitud de ponerte esas gafas indica un cierto grado de sabiduría y, por tanto, de protección.
Las gafas de no ver para no sufrir tienen el inconveniente de que los acontecimientos te atropellarán, aunque éstos sean buenos, pues nuestra mente y nuestro corazón necesitan referencias para andar por la vida. Los hipocondríacos se ponen gafas de no ver por miedo a sufrir, mientras la confianza en uno mismo nos hará elegir las gafas de ver, para utilizar correctamente nuestro libre albedrío, herramienta sutil que nos hace avanzar en nuestro camino evolutivo.
Y, por último, están las gafas que nos ocultan de los demás. Nos las ponemos con la excusa de que nos hace daño la luz del Sol, pero la realidad es que ocultan nuestras intenciones, que impiden que los demás puedan ver cómo miramos, cómo nos sentimos, en definitiva, cómo estamos. Estas gafas las suelen usar los inseguros, los que tienen miedo, los que no soportan la mirada de otro, los que creen que poniéndose esas gafas pasarán desapercibidos y muchas veces lo que provocan es rechazo, porque los demás lo perciben como un alejamiento, como una forma de no relación.
Así pues, cuando vayas a salir de casa, piensa bien qué gafas vas a usar, porque de esa decisión dependerá cómo vas a pasar tu día.
Si te pones las gafas de ver solo lo malo que hay en tu entorno, lo malo se hará presente cada vez con más fuerza, pues sabido es que todo lo que observamos toma carta de naturaleza y se hace patente a veces sin ningún control. Hay personas que parece que solo ven lo malo, “piensa mal y acertarás” es su mantram, y así les va en la vida. Conversar con esas personas produce un estado de ánimo cargado de cierta agresividad por lo arraigado que tienen esa forma de ver la vida. Si ocurriera todo lo que ellos ven, se habría acabado el mundo hace ya mucho tiempo.
Por el contrario, si te pones las gafas de ver solo lo bueno, esto también se manifestará en tu vida pero, tal vez, te perderás la oportunidad de cambiar las cosas negativas de tu entorno, al ser ignoradas.
Las personas optimistas a ultranza muchas veces pecan de utópicos, de ser poco realistas, de no querer ver los inconvenientes que toda situación conlleva. Aun así, prefiero a estas personas que a las que ven todo negativo. Ellas tratan de no caer en el desánimo si algo no sale como ellas esperaban, buscando enseguida una salida hacia lo positivo con una palabra: “Afortunadamente”. Por ejemplo: “He tenido un golpe con el coche que le va a llevar directamente al desguace y me van a dar dos euros por él. “Afortunadamente” como tengo que comprar otro coche, resulta que el concesionario me da muchísimo más dinero por mi coche roto que el que me daban en el desguace”.
Por eso, quizás las gafas de ver, solo de ver, te darán la oportunidad de calibrar los acontecimientos que se te presenten, sean buenos o malos, pero ya la actitud de ponerte esas gafas indica un cierto grado de sabiduría y, por tanto, de protección.
Las gafas de no ver para no sufrir tienen el inconveniente de que los acontecimientos te atropellarán, aunque éstos sean buenos, pues nuestra mente y nuestro corazón necesitan referencias para andar por la vida. Los hipocondríacos se ponen gafas de no ver por miedo a sufrir, mientras la confianza en uno mismo nos hará elegir las gafas de ver, para utilizar correctamente nuestro libre albedrío, herramienta sutil que nos hace avanzar en nuestro camino evolutivo.
Y, por último, están las gafas que nos ocultan de los demás. Nos las ponemos con la excusa de que nos hace daño la luz del Sol, pero la realidad es que ocultan nuestras intenciones, que impiden que los demás puedan ver cómo miramos, cómo nos sentimos, en definitiva, cómo estamos. Estas gafas las suelen usar los inseguros, los que tienen miedo, los que no soportan la mirada de otro, los que creen que poniéndose esas gafas pasarán desapercibidos y muchas veces lo que provocan es rechazo, porque los demás lo perciben como un alejamiento, como una forma de no relación.
Así pues, cuando vayas a salir de casa, piensa bien qué gafas vas a usar, porque de esa decisión dependerá cómo vas a pasar tu día.