Nuevo paradigma en política: El no poder, el servicio



Maria Pinar Merino Martin

17/01/2022

Hace ya varias décadas que Alvin Toffler escribía en su libro La Tercera Ola: «Es tan profundamente revolucionaria esta nueva civilización que constituye un reto a todo lo que hasta ahora dábamos por sentado. Las viejas fórmulas de pensar, dogmas e ideologías, por estimadas o útiles que nos hayan sido en el pasado, no se adecuan ya a los hechos. El mundo que está rápidamente emergiendo del choque de nuevos valores y tecnologías, nuevas relaciones geopolíticas, nuevos estilos de vida y modos de comunicación, exige ideas y analogías, clasificaciones y conceptos completamente nuevos. No podemos encerrar el mundo embrionario de mañana en los cubículos convencionales de ayer».



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Lo que en 1980 era casi considerado como una predicción ha ido cumpliéndose a lo largo de estos años y hoy nos encontramos plenamente sumergidos en ese entrechocar de olas donde se mezclan los anclajes del pasado con las nuevas concepciones del futuro.
 
La política es una de las instituciones que más ha visto alterado su posicionamiento. La confusión ideológica es total, se mezclan en los programas políticos vocablos tradicionalmente adscritos a sectores contrapuestos, resulta difícil separar a los reaccionarios de los progresistas. Las coaliciones y polarizaciones del pasado se han desvanecido. La separación clara entre patronos y sindicatos (tradicionalmente enfrentados) ha dado paso a extrañas alianzas en contra de otros grupos (por ejemplo, los ecologistas). Las minorías étnicas, unidas siempre en la lucha por la discriminación son ahora enemigos irreconciliables.
 
La antigua división ideológica entre la izquierda y la derecha se ha desdibujado hasta tal punto que los programas que nos presentan los partidos podrían ser firmados perfectamente por cualquiera de sus dirigentes.  Los idearios políticos forman parte exclusivamente de los libros y de los estatutos de los partidos, pero no de la realidad social que ellos desarrollan.
    
La falta de credibilidad de los líderes políticos, su absoluta incapacidad para llevar a la práctica sus promesas electorales, la creciente ola de corrupción entre los que ostentan el poder (independientemente de su ideología), la demagogia y la falta de fiabilidad personales, la manipulación de la opinión pública a través de los medios de comunicación y la sumisión ante intereses económicos de organizaciones poderosas que mueven los hilos del mundo... han provocado un desencanto generalizado entre los votantes.

¿Qué es hoy la política?

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Hoy por hoy la política se ha convertido en el arte de administrar el poder en beneficio de unos pocos obedeciendo a intereses económicos o de poder.
 
La nueva conciencia global, la conciencia planetaria, que está arraigando (lenta pero inexorablemente) en los habitantes de este maltratado planeta, conlleva nuevas concepciones sociales: un mayor sentimiento de comunidad, responsabilidad en la ecología, solidaridad con los pueblos más deprimidos, mejor aprovechamiento de los recursos, repartición justa, igualdad de derechos entre todos los seres humanos, etc.
    
Esta nueva conciencia desembocará, con el tiempo, en un planeta habitado por una sola humanidad, sin separaciones fronterizas, ni ideológicas, sin banderas ni por supuesto ejércitos que las defiendan... y eso precisará de una revolución a niveles muy profundos que posiblemente acabará con lo que se ha dado en llamar clase política.
    
El nuevo paradigma nos habla de la comunidad y sus representantes, pero no políticos, sino servidores reales sin cargos. Será el no poder, es decir, el servicio
    
Los partidos políticos. La burocracia y la jerarquización. Los dogmas y las ideologías. La potenciación de la idea de nación-estado. El ensalzamiento de los valores patrióticos e imperialistas...  Dejarán paso a una nueva idea de comunidad planetaria, dirigida por representantes-servidores. Serán elegidos entre los más sabios, los que hayan demostrado ser capaces de poner el bien de la comunidad por encima del personal. Su experiencia les facilitará un correcto uso del libre albedrío que garantizará un reparto justo a través de planes de desarrollo planetario donde los recursos, sean del tipo que sean, se distribuirán equitativamente y donde las prioridades de actuación no las marcarán las ideologías sino el sentido común, avalado por la justicia, la caridad y el deseo de ayudar.
 
Serán administradores de los bienes de la comunidad, y a ella deberán rendir cuentas. Desaparecerán las ideologías y se perseguirá el bien común. Ya no habrá componendas ni promesas sin contenido. Aquél que tenga deseos de vivir esa experiencia y tenga capacidades para ello podrá hacerlo, únicamente deberá estar dispuesto a servir honesta e íntegramente a aquellos que han depositado su confianza en él. 

Ensayos para el cambio

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Es posible que los primeros ensayos los pongan en marcha algunos «políticos reconvertidos de hoy», que terminarán cansándose de defender planteamientos ideológicos muertos, en los que nadie cree y deseen de verdad trabajar por un mundo mejor para todos.  Que no deseen que se les identifique con un partido y un color sino con una buena gestión, que no funcionen como líderes sino como miembros de un equipo que involucra a toda la humanidad. Que no quieran someterse más a presiones económicas y a intereses encubiertos, sino que ejerzan plenamente su libertad, al igual que los demás miembros de la comunidad la ejercieron cuando los eligieron.
    
Si en algún sector se van a ver claramente las tensiones del cambio inminente, será sin duda en la política. Todos aquellos que hoy están aferrados a sus cargos, aquellos que están aprovechándose de su posición, aquellos que ejercen su autoridad para sojuzgar a quienes les votaron, aquellos que practican la mentira y la falsedad para encubrir su deshonestidad, los que interpretan la ley a su conveniencia, los que se lucran a costa del trabajo ajeno... Se atrincherarán en sus posiciones para enfrentarse a los portadores de las nuevas ideas.  Serán las fuerzas más reaccionarias porque son los que más tienen que perder. Sin embargo, aunque la lucha sea dura el resultado final es inequívoco porque un gran número de personas, de la gente de base (que ellos han manipulado y utilizado a su antojo durante siglos) está ampliando su conciencia a todos los niveles.
 
El salto cuántico que periódicamente se produce en las civilizaciones para impulsarlas a alcanzar cotas más altas en su camino evolutivo, está surgiendo de miles, millones de seres individuales que están intuyendo una nueva concepción de sí mismos y del mundo que les rodea, y afortunadamente ese es un trayecto de una sola dirección, cuando comienza a recorrerse no hay vuelta atrás. Es el despertar de una nueva CONSCIENCIA.






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