Nuevas oportunidades



Luis Arribas Mercado

27/09/2024

A veces, la vida te trae la oportunidad de solucionar cosas que se quedaron pendientes en el pasado; cosas que no se cerraron bien y que quizás causaron dolor en su momento.



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Vamos cerrando etapas del camino de la vida y también vamos dejando en el olvido lo que en su día fueron disgustos, injusticias, malos entendidos, rupturas... y lo único que podemos hacer es mirar hacia adelante y afrontar los nuevos retos con la mejor de nuestras sonrisas, con el mejor talante, al fin y al cabo la experiencia debe servirnos para algo. El dejar en manos de la “providencia” la solución a los conflictos no resueltos, tiene el inconveniente de que no hemos sido nosotros los que hemos buscado la solución sino que ésta viene por caminos insospechados y nos puede coger desprevenidos.
 
La solución a esas cosas que se quedaron pendientes de cerrar, si no has hurgado en la herida, suele ser positiva y gratificante, si consideras que la ofensa recibida o el malentendido generado no han sido provocados por un deseo de revancha, de hacer daño. Pueden pasar años, pero si tu actuación entonces no fue agresiva o con deseos de quedar bien aun a costa del dolor ajeno, entonces la vida te trae la solución como un bálsamo, como un baño de agua caliente después de un trabajo fatigoso. La solución viene muchas veces de la mano de un concepto poco conocido: la Serendipia. Este concepto se refiere al hecho de encontrar algo que ya habías dejado de buscar cuando estabas buscando otra cosa.
 
Seguramente, muchos de vosotros sabéis de lo que estoy hablando por haberlo vivido en propia carne, y sabéis también que mantener el rencor no trae más que malestar o enfermedad a quien lo mantiene. Es posible que aquél que te ofendió se dé cuenta un día de su actitud y hoy te pida disculpas, lo mismo que tú puedes reconocer tu error y subsanarlo con una simple llamada telefónica. Y es que el vivir trae como consecuencia interactuar con los demás, acertar y equivocarse, aprender de los errores y apoyarnos en los aciertos, siempre en ambos casos con humildad.  
 
Eso sí, si un día te quemaste la mano con agua hirviendo, no vuelvas a meter la mano en el agua sin mirar antes si de ella sale vapor caliente o burbujas, parece una cosa obvia ¿no? pues no sería la primera vez que nos volvemos a quemar por no observar bien los pros y los contras antes de implicarnos o tomar decisiones.
 
Yo, por mi parte, he aprendido que los seres humanos tienen buenos sentimientos en general, que solo la sensación de peligro, la supervivencia o los celos, por ejemplo, nos hacen reaccionar como nunca antes habíamos pensado que lo haríamos. Son cosas del cerebro de reptil, también llamado «cerebro de las tripas» que, a veces, da como consecuencia reacciones troglodíticas.
 
Mi consejo, llegados a este punto, es que sin prisa hagamos un repaso de aquello que se quedó pendiente de cerrar en nuestras relaciones personales y veamos la forma de cerrarlo definitivamente, seguro que después sentiremos alivio y tranquilidad de mente y espíritu. Haz la prueba.






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