Photo by Peter Oslanec on Unsplash
Una de las importantes preguntas sobre las que el niño indaga a sus padres, tras tener conciencia del hecho de su existencia es aquella que hace mención a su gestación y nacimiento. ¿Cuál es el significado de haber estado durante nueve meses dentro del cuerpo materno? ¿Qué sentí allí, cuáles fueron mis sentimientos y experiencias? Y la verdad es que, en un gran número de ocasiones, se evaden las respuestas rechazándolas por infantiles cuando, tal vez, las mismas dudas y el mismo desconocimiento tildan nuestras mentes.
Cada niño es el reflejo de lo divino, cada nacimiento es una oportunidad que se nos brinda para aprender la lección única y enorme sobre el amor. Una antigua historia india cuenta de un bebé que canta en el vientre materno: “No permitan que olvide quién soy”; y luego, después de haber nacido, llora diciendo: “¡Oh, ya lo estoy olvidando!”
Lamentablemente, la moderna sociedad refleja este olvido y vivimos en la ausencia de lo realmente importante para la vida. La medicina moderna se olvida del alma en sus acciones sobre el nacimiento de niños. Este es un tema importante porque, probablemente, la forma en como cuidemos de la gestación y la venida al mundo de los futuros bebés va a determinar cómo serán las personas del futuro y, por lo tanto, la forma de ser del mundo.
Cada niño es el reflejo de lo divino, cada nacimiento es una oportunidad que se nos brinda para aprender la lección única y enorme sobre el amor. Una antigua historia india cuenta de un bebé que canta en el vientre materno: “No permitan que olvide quién soy”; y luego, después de haber nacido, llora diciendo: “¡Oh, ya lo estoy olvidando!”
Lamentablemente, la moderna sociedad refleja este olvido y vivimos en la ausencia de lo realmente importante para la vida. La medicina moderna se olvida del alma en sus acciones sobre el nacimiento de niños. Este es un tema importante porque, probablemente, la forma en como cuidemos de la gestación y la venida al mundo de los futuros bebés va a determinar cómo serán las personas del futuro y, por lo tanto, la forma de ser del mundo.
La música nos acompaña desde el momento de la gestación
Imagen de Pexels en Pixabay
Jack Kornfield en su libro “A Path with Heart” (“Un camino con corazón”), nos cuenta sobre una tribu en el este de África que reconoce la fecha de nacimiento de un niño antes de la concepción. Para este pueblo, el niño nace la primera vez que es un pensamiento en la mente de la madre. Cuando ella desea concebirlo, se interna en los matorrales y se sienta sola, debajo de un árbol. Allí, ella espera y escucha, hasta que oye la canción del niño que va a engendrar. A los ojos de este pueblo, la concepción ocurre en el momento en que se escucha esta canción. Entonces, la madre regresa a su casa y le enseña la canción al padre, de modo que, mientras hacen el amor, el espíritu del niño es llamado hacia ellos. Las comadronas y las mujeres de la villa también aprenden la canción; por lo tanto, durante el trabajo de parto y en el momento mismo del nacimiento, le dan la bienvenida al niño que ingresa en este mundo, con su propia canción particular. La misma canción se utiliza cuando el niño se enferma, en festejos personales, iniciaciones y rituales especiales. Y al final de su vida, los seres queridos se reúnen alrededor del lecho del moribundo para cantarle esta canción por última vez.
Esta preciosa y emotiva historia nos habla de cómo pueblos con culturas “aparentemente” menos desarrolladas que la occidental, valoran enormemente y de forma natural e intuitiva, la forma de concebir, gestar y dar a luz a una nueva vida y, además, cómo la música juega un papel primordial en ese “nacimiento del alma”. Ya decía Shakespeare que “la música es el alimento del amor”.
El musicoterapeuta argentino Gabriel F.Federico nos relata en su libro “El embarazo musical” cómo observó en una sala de neonatología en Buenos Aires, que un bebé recién nacido sietemesino seguía la voz de su madre cuando ella le cantaba.
Al interrogar a la madre sobre el tema, ésta confesó que le cantaba a su barriga esa misma canción desde su segundo mes de embarazo. Su bebé no sólo respondía con movimiento, sino que giraba la cabecita hacia donde estaba su mamá cantándole. En los aparatos de control se divisaba cómo aumentaban los latidos y mostraba mayor vitalidad.
El oído es uno de los primeros sentidos que evolucionan en el desarrollo del bebé intrauterino, pero, incluso desde un momento más temprano al citado desarrollo sensorial, está la capacidad de sentir y reaccionar a la vibración, como han demostrado ciertas pruebas ecográficas prenatales en las que se veía cómo se contraían determinados grupos musculares del feto en reacción a un estímulo vibracional.
También hoy en día, la moderna física cuántica afirma que todo en el universo es vibración a distintos grados, lo que conforma la configuración de las distintas manifestaciones de la materia tal y como las percibimos.
Esta preciosa y emotiva historia nos habla de cómo pueblos con culturas “aparentemente” menos desarrolladas que la occidental, valoran enormemente y de forma natural e intuitiva, la forma de concebir, gestar y dar a luz a una nueva vida y, además, cómo la música juega un papel primordial en ese “nacimiento del alma”. Ya decía Shakespeare que “la música es el alimento del amor”.
El musicoterapeuta argentino Gabriel F.Federico nos relata en su libro “El embarazo musical” cómo observó en una sala de neonatología en Buenos Aires, que un bebé recién nacido sietemesino seguía la voz de su madre cuando ella le cantaba.
Al interrogar a la madre sobre el tema, ésta confesó que le cantaba a su barriga esa misma canción desde su segundo mes de embarazo. Su bebé no sólo respondía con movimiento, sino que giraba la cabecita hacia donde estaba su mamá cantándole. En los aparatos de control se divisaba cómo aumentaban los latidos y mostraba mayor vitalidad.
El oído es uno de los primeros sentidos que evolucionan en el desarrollo del bebé intrauterino, pero, incluso desde un momento más temprano al citado desarrollo sensorial, está la capacidad de sentir y reaccionar a la vibración, como han demostrado ciertas pruebas ecográficas prenatales en las que se veía cómo se contraían determinados grupos musculares del feto en reacción a un estímulo vibracional.
También hoy en día, la moderna física cuántica afirma que todo en el universo es vibración a distintos grados, lo que conforma la configuración de las distintas manifestaciones de la materia tal y como las percibimos.
Padres embarazados
Photo by Derek Thomson on Unsplash
Basten estos hechos para hacernos reflexionar cómo la “musicoterapia”, disciplina que se basa en el sonido, la música y los instrumentos corporo-sonoro-musicales para establecer una acción terapéutica y abrir canales de comunicación en el ser humano, puede ejercer una influencia decisiva en el desarrollo y estimulación del futuro bebé ya desde la etapa intrauterina, potenciando las cualidades de su alma y mejorando de manera preventiva sus posteriores relaciones con el mundo exterior.
Pero esta no es ni mucho menos la única acción positiva que la musicoterapia tiene sobre la etapa prenatal del ser humano. En mi experiencia de trabajo de acompañamiento desde la medicina natural de la concepción, embarazo y parto, me animé a introducir otras disciplinas que mejoraran el estado anímico de la madre, su aceptación del embarazo, en caso necesario, y la vinculación temprana con el bebé por nacer, en la conciencia (vivenciada personalmente en mi propia terapéutica) de la importancia que tienen estos elementos en el desarrollo de la futura personalidad y, a modo profiláctico, en la evitación o alivio de posibles impactos traumáticos.
Además, sustituí el término “embarazada” por el de “padres embarazados” acuñado por otros autores, por lo que empecé a introducir también a la figura del padre en las sesiones terapéuticas con la madre, siempre que éste accediera a ello (lo que suele suceder en la mayor parte de los casos, ya que la curiosidad del varón por el hecho del embarazo es una verdad patente, aunque muchas veces no se reconozca).
El trabajo con los miedos de ambos, la implicación temprana del padre con el desarrollo de su bebé y los cuidados y afecto hacia su pareja, establecidos a través del sonido, la música y el cuerpo dieron en todos los casos resultados espectaculares, ya que el embarazo fue mucho menos problemático, se facilitó el trabajo de parto, se limaron asperezas desarrolladas por el desplazamiento natural de la figura del varón que sucede durante el embarazo, y se creó un vínculo temprano de las figuras padre-bebé, además de la madre, reconociendo el último la voz de su padre y calmando su ansiedad en el contacto con él y no sólo con la madre, cuando sabemos que en los casos en que no se realiza este trabajo, éste hecho sucede con bastante posterioridad al nacimiento, cuando el niño adquiere la capacidad de reconocimiento de las voces de otras figuras familiares además de la de la madre.
Muchos elementos de la musicoterapia, más allá incluso de la propia profilaxis del embarazo, crean una “conciencia prenatal” para los futuros padres y el bebé de enorme belleza y sensibilidad, que hacen que este tipo de trabajos merezcan la pena por el simple hecho de disfrutar del placer sensorial y psico-emocional que conllevan.
Pero esta no es ni mucho menos la única acción positiva que la musicoterapia tiene sobre la etapa prenatal del ser humano. En mi experiencia de trabajo de acompañamiento desde la medicina natural de la concepción, embarazo y parto, me animé a introducir otras disciplinas que mejoraran el estado anímico de la madre, su aceptación del embarazo, en caso necesario, y la vinculación temprana con el bebé por nacer, en la conciencia (vivenciada personalmente en mi propia terapéutica) de la importancia que tienen estos elementos en el desarrollo de la futura personalidad y, a modo profiláctico, en la evitación o alivio de posibles impactos traumáticos.
Además, sustituí el término “embarazada” por el de “padres embarazados” acuñado por otros autores, por lo que empecé a introducir también a la figura del padre en las sesiones terapéuticas con la madre, siempre que éste accediera a ello (lo que suele suceder en la mayor parte de los casos, ya que la curiosidad del varón por el hecho del embarazo es una verdad patente, aunque muchas veces no se reconozca).
El trabajo con los miedos de ambos, la implicación temprana del padre con el desarrollo de su bebé y los cuidados y afecto hacia su pareja, establecidos a través del sonido, la música y el cuerpo dieron en todos los casos resultados espectaculares, ya que el embarazo fue mucho menos problemático, se facilitó el trabajo de parto, se limaron asperezas desarrolladas por el desplazamiento natural de la figura del varón que sucede durante el embarazo, y se creó un vínculo temprano de las figuras padre-bebé, además de la madre, reconociendo el último la voz de su padre y calmando su ansiedad en el contacto con él y no sólo con la madre, cuando sabemos que en los casos en que no se realiza este trabajo, éste hecho sucede con bastante posterioridad al nacimiento, cuando el niño adquiere la capacidad de reconocimiento de las voces de otras figuras familiares además de la de la madre.
Muchos elementos de la musicoterapia, más allá incluso de la propia profilaxis del embarazo, crean una “conciencia prenatal” para los futuros padres y el bebé de enorme belleza y sensibilidad, que hacen que este tipo de trabajos merezcan la pena por el simple hecho de disfrutar del placer sensorial y psico-emocional que conllevan.
Comunicación de corazón a corazón
Photo by Suhyeon Choi on Unsplash
Desafortunadamente en la sociedad en que vivimos no existen demasiados momentos para el encuentro auténtico entre seres humanos, corazón a corazón, por lo que cada vez nos distanciamos más, no sólo entre distintas personas, sino de uno mismo y su sentido de vida. Es por eso que este marco de trabajo a través de algo tan esencial en la vida como lo es el silencio, el sonido y la música, en sus cualidades vibratorias, sensitivas y emocionales, permite ese reencuentro, ese “renacimiento” a la vida.
Creo que aunque pensáramos, dentro del encuadre de la psicología convencional y analítica más estricta, que el nacimiento de la conciencia en el ser humano no sucede sino ya avanzada la vida tras el parto, en la época del desarrollo de la deambulación y el lenguaje, aún así merecería la pena encontrarnos con nuestras parejas desde el comienzo de una decisión tan trascendental e importante como lo es traer una nueva vida al mundo, de la que nos responsabilizamos en cuidar hasta que lo pueda hacer por sí mismo nuestro hijo/a y aprovechar esa ocasión que se nos ofrece para conocernos mejor a nosotros mismos, a nuestra compañera/o y a cómo sucede el misterio de la propia vida.
La musicoterapia es una herramienta muy útil en ese aprendizaje y el embarazo una oportunidad única para fomentarlo. Y si de paso se certifica que la existencia de esa “conciencia precoz” y el alma es una realidad, mejor que mejor, pues habremos contribuido a hacer también mejores personas y un mundo mejor, valga la redundancia. No hay nada que perder, en todo caso un poco de vacío, ansiedad y miedo.
Creo que aunque pensáramos, dentro del encuadre de la psicología convencional y analítica más estricta, que el nacimiento de la conciencia en el ser humano no sucede sino ya avanzada la vida tras el parto, en la época del desarrollo de la deambulación y el lenguaje, aún así merecería la pena encontrarnos con nuestras parejas desde el comienzo de una decisión tan trascendental e importante como lo es traer una nueva vida al mundo, de la que nos responsabilizamos en cuidar hasta que lo pueda hacer por sí mismo nuestro hijo/a y aprovechar esa ocasión que se nos ofrece para conocernos mejor a nosotros mismos, a nuestra compañera/o y a cómo sucede el misterio de la propia vida.
La musicoterapia es una herramienta muy útil en ese aprendizaje y el embarazo una oportunidad única para fomentarlo. Y si de paso se certifica que la existencia de esa “conciencia precoz” y el alma es una realidad, mejor que mejor, pues habremos contribuido a hacer también mejores personas y un mundo mejor, valga la redundancia. No hay nada que perder, en todo caso un poco de vacío, ansiedad y miedo.