34) Intención, imaginación y...
Foto de Kenny Eliason en Unsplash
De acuerdo. Es posible que seas de esas personas que todavía no creen en la magia. Es normal que así sea. Nos han enseñado que eso sólo existe en las leyendas, en los cuentos, en historias bonitas que nada tienen que ver con lo “real”. Como eso nos plantearía el problema de si lo “real” existe con independencia de todo lo demás, tan sólo déjame apuntar que la misma situación se vive de diversos modos por personas distintas e incluso la misma persona, dependiendo de su momento y de las circunstancias de ese momento, puede percibir algo de una forma diferente a como la ha hecho en ocasiones anteriores. Pero volvamos con la magia.
Tanto si no crees en ella como si eres capaz de aceptarla, pero no sabes cómo se la puede invocar, te propongo un ejercicio para que deje de ser algo abstracto y se convierta en una realidad en tu vida.
Localiza algo que tienes pendiente por hacer, un proyecto que siempre ha sido tan sólo eso, un deseo que, sin invadir la libertad de otros, apenas ha pasado de ser una simple ensoñación, algo que ves tan lejano y difícil que te cueste siquiera esbozarlo de una forma simple. Y esto es lo primero que vas a hacer. Vas a alimentar la intención de que se haga presente en tu vida. Dejarás de considerarlo algo irrealizable y lo vas a incluir en la categoría de aquello que vas a vivir. No dentro de lo posible sino de lo que vas a “ver” en vida. En esta vida.
Deja la mente aparte y tan sólo escucha, con una convicción inusitada para ti, ese sentir interior que te dice y te repite asiduamente voy a construir esto. Una vez que esa intención haya desplazado totalmente a cualquier consideración que no vaya en esa misma dirección es el momento de diseñar. De imaginar. Para ello lo mejor es que cojas papel y bolígrafo y vayas anotando todas las características, las medidas, las situaciones, las acciones y los sentimientos que se darán y que vivirás cuando ese proyecto-sueño sea ya una realidad. No escatimes en nada. Imagínalo a lo grande, con todo lujo de detalles, imagínalo sin limitaciones, imagínalo perfecto. Mantén ese papel cerca para que puedas leerlo y releerlo a la más mínima ocasión, incorpora detalles siempre que se te ocurra algo nuevo, empápate una y otra vez de la ilusión de que eso ya está formando parte de tu vida porque no existe la posibilidad de no vivirlo.
Muy bien, una vez dados esos pasos necesarios vamos al último que es al menos tan imprescindible como los anteriores. Y en realidad es la clave que a mucha gente se le olvida después de haber llegado hasta ahí. Tenemos entonces la intención, la imaginación y ahora nos toca la… acción. Si eres observador y has llegado adecuadamente hasta este punto verás cómo se dan las ocasiones para avanzar en tu proyecto. Para que se vaya levantando y construyendo en el mundo físico. No quiero decirte que se hará realidad de golpe y porrazo, así todo en bloque o de una forma instantánea. No suele ser así. Se trata más bien de que estés atent@ y aproveches esas ocasiones que, sin duda, se te van a presentar y que en esos instantes no dudes y vayas avanzando con la seguridad de que completarás el proceso de una forma total.
Bueno, ¿qué te ha parecido? ¿Ah, que no es posible que sea así? ¿Que supone mucho esfuerzo para no tener garantizado previamente su resultado? ¡Mira que si funciona y no lo vives simplemente por no intentarlo…
Tanto si no crees en ella como si eres capaz de aceptarla, pero no sabes cómo se la puede invocar, te propongo un ejercicio para que deje de ser algo abstracto y se convierta en una realidad en tu vida.
Localiza algo que tienes pendiente por hacer, un proyecto que siempre ha sido tan sólo eso, un deseo que, sin invadir la libertad de otros, apenas ha pasado de ser una simple ensoñación, algo que ves tan lejano y difícil que te cueste siquiera esbozarlo de una forma simple. Y esto es lo primero que vas a hacer. Vas a alimentar la intención de que se haga presente en tu vida. Dejarás de considerarlo algo irrealizable y lo vas a incluir en la categoría de aquello que vas a vivir. No dentro de lo posible sino de lo que vas a “ver” en vida. En esta vida.
Deja la mente aparte y tan sólo escucha, con una convicción inusitada para ti, ese sentir interior que te dice y te repite asiduamente voy a construir esto. Una vez que esa intención haya desplazado totalmente a cualquier consideración que no vaya en esa misma dirección es el momento de diseñar. De imaginar. Para ello lo mejor es que cojas papel y bolígrafo y vayas anotando todas las características, las medidas, las situaciones, las acciones y los sentimientos que se darán y que vivirás cuando ese proyecto-sueño sea ya una realidad. No escatimes en nada. Imagínalo a lo grande, con todo lujo de detalles, imagínalo sin limitaciones, imagínalo perfecto. Mantén ese papel cerca para que puedas leerlo y releerlo a la más mínima ocasión, incorpora detalles siempre que se te ocurra algo nuevo, empápate una y otra vez de la ilusión de que eso ya está formando parte de tu vida porque no existe la posibilidad de no vivirlo.
Muy bien, una vez dados esos pasos necesarios vamos al último que es al menos tan imprescindible como los anteriores. Y en realidad es la clave que a mucha gente se le olvida después de haber llegado hasta ahí. Tenemos entonces la intención, la imaginación y ahora nos toca la… acción. Si eres observador y has llegado adecuadamente hasta este punto verás cómo se dan las ocasiones para avanzar en tu proyecto. Para que se vaya levantando y construyendo en el mundo físico. No quiero decirte que se hará realidad de golpe y porrazo, así todo en bloque o de una forma instantánea. No suele ser así. Se trata más bien de que estés atent@ y aproveches esas ocasiones que, sin duda, se te van a presentar y que en esos instantes no dudes y vayas avanzando con la seguridad de que completarás el proceso de una forma total.
Bueno, ¿qué te ha parecido? ¿Ah, que no es posible que sea así? ¿Que supone mucho esfuerzo para no tener garantizado previamente su resultado? ¡Mira que si funciona y no lo vives simplemente por no intentarlo…
35) Viviendo cada momento como se merece
Nuestro modelo de vida actual estaba basado, entre otras cosas, en el aprovechamiento exhaustivo del tiempo, en las prisas, en la rapidez, incluso se le reconocen méritos a las personas que son capaces de estar haciendo varias cosas a la vez como si fueran modelos ideales a imitar. Pero ¿es ése un modelo realmente beneficioso para nosotros? ¿Es así como queremos que transcurran nuestros días? ¿Resolvemos mejor nuestros problemas o disfrutamos más si nos apuntamos a estar saltando sin descanso entre palabras, pensamientos, acciones…?
Inevitablemente habrá ocasiones en que estando centrados en algo se nos pedirá una respuesta, una acción o una palabra que nada tenga que ver con lo que nos ocupa en ese momento. Y puede que en alguna de ésas la importancia mayor de lo que haya surgido justifique el pasar de una a otra sin solución de continuidad. Pero ese no debería ser el tono general de nuestra actividad. Si eres de los que se ven reflejados en este modelo quizá quieras probar una forma distinta de encararlo y ver cómo te va.
Te propongo que durante un tiempo suficientemente significativo (una semana al menos) y de una forma continuada dejes que la importancia del escenario en el que estés en cada momento, o la acción que estás desarrollando, o la vivencia que estés teniendo (tanto interna como externa) difumine por completo hasta hacer desaparecer cualquier otra “cosa” que no sea estar ahí. Y con “estar ahí” quiero decir poner todo lo mejor que tengas para vivir esa situación. No me refiero a resolverlo todo de una manera perfecta, pero sí a hacerlo de la mejor forma posible de acuerdo a lo que eres, lo que tienes y dónde estás.
Si a pesar de esa predisposición te llegan otros estímulos que piden una respuesta, valora en ese momento cuál de esas actividades tiene mayor importancia para ti y “embárcate” con todo en ella, dejando tranquilamente para más adelante esa otra para la que sabes que habrá un momento más adecuado. Y algo verdaderamente saludable es cerrar una actividad del tipo que sea respirando profundamente unas cuantas veces. Es como limpiar y dejar un espacio vacío para hacer sitio a cualquier otra cosa que venga a continuación a la vez que de nuevo te dejas ganar por la convicción de que eso nuevo lo vas a hacer de la mejor manera posible.
¿Crees que tus circunstancias no te permiten hacer esto? ¿De verdad?
Inevitablemente habrá ocasiones en que estando centrados en algo se nos pedirá una respuesta, una acción o una palabra que nada tenga que ver con lo que nos ocupa en ese momento. Y puede que en alguna de ésas la importancia mayor de lo que haya surgido justifique el pasar de una a otra sin solución de continuidad. Pero ese no debería ser el tono general de nuestra actividad. Si eres de los que se ven reflejados en este modelo quizá quieras probar una forma distinta de encararlo y ver cómo te va.
Te propongo que durante un tiempo suficientemente significativo (una semana al menos) y de una forma continuada dejes que la importancia del escenario en el que estés en cada momento, o la acción que estás desarrollando, o la vivencia que estés teniendo (tanto interna como externa) difumine por completo hasta hacer desaparecer cualquier otra “cosa” que no sea estar ahí. Y con “estar ahí” quiero decir poner todo lo mejor que tengas para vivir esa situación. No me refiero a resolverlo todo de una manera perfecta, pero sí a hacerlo de la mejor forma posible de acuerdo a lo que eres, lo que tienes y dónde estás.
Si a pesar de esa predisposición te llegan otros estímulos que piden una respuesta, valora en ese momento cuál de esas actividades tiene mayor importancia para ti y “embárcate” con todo en ella, dejando tranquilamente para más adelante esa otra para la que sabes que habrá un momento más adecuado. Y algo verdaderamente saludable es cerrar una actividad del tipo que sea respirando profundamente unas cuantas veces. Es como limpiar y dejar un espacio vacío para hacer sitio a cualquier otra cosa que venga a continuación a la vez que de nuevo te dejas ganar por la convicción de que eso nuevo lo vas a hacer de la mejor manera posible.
¿Crees que tus circunstancias no te permiten hacer esto? ¿De verdad?
SALUDOS AL SOL
¡Buenos días, buena gente! ¿Qué es demasiado temprano? ¿Qué si esto está bien pero un poquito más tarde estaría mejor? ¡Naaaa! El sol hace rato que salió y el día presenta un montón de posibilidades que estaría bien que no nos perdiéramos... Sólo por hoy me permitiré ser simplemente feliz.
Dejando que elijáis libremente cuales serán vuestras intenciones para este nuevo día os propongo un pequeño reto común para todos los que quieran participar. Es sencillo, sobre todo sabiendo el gran nivel de apertura de corazón que hay por aquí: se trataría de dar un abrazo a alguien de nuestro entorno (real, no virtual) a la vez que decirle con serenidad: "Pero que lind@ eres". Sólo eso. Saber que hay otros caminantes de la vida que hoy van a hacer exactamente lo mismo animará a los que lo tengan un poco más difícil o a los que les cueste más. ¡Ah! Puntuará doble (al ser un proyecto compartido) en el recuento que cada noche hace el Universo sobre cada uno. ¡Venga! ¡Anímate!
(Debe ser un abrazo sincero a alguien de quien sientas que es así de lind@ como le vas a decir. Será un abrazo donde se junten ambos corazones y al mantenerlo durante unos… digamos 8 segundos… puedan sincronizarse los latidos de ambos. Así y todo, puede resultar difícil (?). Pero entonces tendrá más valor. ¡Ánimo! ¡Tú puedes!)
Dejando que elijáis libremente cuales serán vuestras intenciones para este nuevo día os propongo un pequeño reto común para todos los que quieran participar. Es sencillo, sobre todo sabiendo el gran nivel de apertura de corazón que hay por aquí: se trataría de dar un abrazo a alguien de nuestro entorno (real, no virtual) a la vez que decirle con serenidad: "Pero que lind@ eres". Sólo eso. Saber que hay otros caminantes de la vida que hoy van a hacer exactamente lo mismo animará a los que lo tengan un poco más difícil o a los que les cueste más. ¡Ah! Puntuará doble (al ser un proyecto compartido) en el recuento que cada noche hace el Universo sobre cada uno. ¡Venga! ¡Anímate!
(Debe ser un abrazo sincero a alguien de quien sientas que es así de lind@ como le vas a decir. Será un abrazo donde se junten ambos corazones y al mantenerlo durante unos… digamos 8 segundos… puedan sincronizarse los latidos de ambos. Así y todo, puede resultar difícil (?). Pero entonces tendrá más valor. ¡Ánimo! ¡Tú puedes!)