Los valores humanos y el Camino del Corazón - Parte 2



Maria Pinar Merino Martin

04/07/2020

Desarrollamos aquí la segunda parte de este artículo. Nos centramos en el descubrimiento de la inteligencia del corazón. En todas las culturas, incluso si nos remontamos a las más ancestrales, encontramos un denominador común: consideran al corazón como fuente de sabiduría, de amor, de pensamiento elevado, de emociones profundas, de intuición, de conocimiento espiritual.



El Corazón como fuente de sabiduría

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Estas palabras, recogidas de las tribus indígenas de América del Norte así lo corroboran:
 
“Si no es ahora, entonces ¿Cuándo?
Si no soy yo, entonces ¿Quién ha de ser?
Transitar por el sendero del corazón es un gran honor.
Todo ser humano cuenta con la opción de caminar por este sendero, pero muy pocos decidirán hacerlo. ¿Por qué?
Pues porque ya no puedes actuar y comportarte como lo hacen todos los demás.
Tendrás que ser una persona que aprende a mirar al interior, que se hace completamente responsable de sí misma, que ora y que medita, que desarrolla su espíritu de servicio.
En definitiva, tienes que tomar la decisión de hacerte un Guerrero Pacífico.
¿Qué decidirás hacer hoy?
Gran Espíritu, condúceme al sendero del Corazón”.
 
Esas palabras suponen hoy una clara invitación para los seres humanos de estas primeras décadas del siglo XXI: Volver a escuchar la voz del corazón, volver a conectar con su energía para poder resolver las situaciones críticas que a nivel personal y social hoy nos afectan.
 
El papel del corazón ha sido reconocido por culturas milenarias, hay vestigios de ello en Mesopotamia, Babilonia, Grecia o China. En Egipto consideraban al corazón un órgano especial, cuando embalsamaban al fallecido apartaban su corazón, lo pesaban en una balanza para ver el bien o mal que contenía y después lo colocaban en una urna especial para ser enterrado… en cambio el cerebro se despreciaba.
 
Hoy día utilizamos expresiones de uso común en las que está presente esa valoración del corazón, aunque de forma inconsciente. Por ejemplo, cuando queremos decir algo realmente bueno de alguien decimos: “Es una persona de buen corazón”, o “Tiene un corazón limpio”. Cuando queremos pedirle a alguien que se entregue y ponga lo mejor de sí, le aconsejamos: “Pon tu corazón en lo que hagas”, “Apréndelo de corazón”, “Habla con el corazón”. Cuando queremos valorar algo de forma especial decimos: “Lo ha hecho de corazón”. Cuando alguien pregunta por nosotros nos llevamos la mano al centro del pecho y decimos: “Soy yo”.
 
El corazón ha sido fuente de inspiración para poetas, filósofos, profetas, sabios y avatares de todas las culturas. El filósofo francés Blaise Pascal pronunció una frase que se ha repetido sin cesar: “El corazón tiene razones que la razón no puede entender”
 
Por otra parte, el corazón es nuestro cuarto chakra: ANAHATA, que en sanscrito significa “el lugar de la apertura”.

¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma?

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Podemos considerar el desarrollo de la evolución humana a través de 7 grandes etapas:
 
Supervivencia física. El ser humano, en su origen, disponía de una inteligencia corporal, su mente tenía una única premisa: sobrevivir y lo hacía obedeciendo las demandas de su cuerpo: reproduciéndose, alimentándose y combatiendo a quienes le atacaban.
 
En los albores de la humanidad el desarrollo de la consciencia corría en paralelo al desarrollo del soporte físico donde se sustentaba: el cerebro. Así surgió el cerebro de reptil, hace 200 millones de años. Es un cerebro territorial, repetitivo, ritual, rutinario, obsesivo, resistente a los cambios, espacial, mecanismos de ataque y defensa, acercamiento y alejamiento.
 
El siguiente paso fue la aparición del sistema límbico. Formado por tálamo, hipotálamo, hipocampo y amígdala. Se ocupa de gestionar las situaciones de riesgo, el control de los instintos y las emociones. La amígdala tiene capacidad de aprendizaje y memoria. Gracias a la función de las glándulas pineal y pituitaria (epífisis e hipófisis) está en constante relación con el neocórtex. Son áreas cerebrales gestionadas por neuronas que transmiten la información a alta velocidad.
 
Inteligencia Racional: El último paso fue la aparición del córtex y el neocórtex. Aparece hace 100 millones de años en los mamíferos superiores. Sus neuronas procesan la información de forma lenta. Se especializan en dos hemisferios cerebrales separados por una membrana. Tienen funciones complementarias y a veces antagónicas. Durante todo el siglo XX la ciencia apuntó que la inteligencia estaba relacionada únicamente con el desarrollo de la racionalidad.
 
Inteligencia de contenidos: La consideración del cociente intelectual como indicativo de la inteligencia hizo que se generaran test de evaluación que en realidad sólo medían la racionalidad de la persona (se medía sólo una parte de la mente, fundamentalmente las capacidades del hemisferio izquierdo). Se generó una inteligencia de contenidos basada en la acumulación de información y en la memoria, potenciándose la lógica, el razonamiento, las matemáticas, el orden, la secuencia, el juicio, la deducción, la definición, la norma, etc.
 
Inteligencia emocional: Para compensar la polarización sufrida durante décadas empezó a trabajar en el desarrollo de la inteligencia emocional que tenía mucho que ver con la activación del hemisferio cerebral derecho: la intuición, los sentimientos, el arte, la globalidad, la analogía, la unidad, las emociones, la originalidad, la búsqueda de nuevos caminos, la creatividad, etc. Se comprobó que aquellas personas que gozaban de inteligencia emocional sabían reconocer y gestionar sus emociones y las de los demás lo que permitía una interrelación personal satisfactoria.
 
Inteligencia virtual o de conceptos: Los jóvenes y niños participan ya de esa inteligencia virtual, de conceptos, en la que prima una máxima: todo es posible. Es el mundo de la creatividad, de la magia, de las nuevas posibilidades aún por explorar. Donde primen estructuras cerebrales y mentales nuevas, abiertas, en las que el hemisferio derecho y el izquierdo no compitan, no se boicoteen (como nos sucede hoy), sino que trabajen juntos.
 
Migración de modelos mentales a modelos biológicos: Los esquemas mentales prefijados están dejando paso a modelos biológicos, donde caben las teorías del pensamiento complejo, del pensamiento integral (se trascienden los límites comúnmente admitidos de nuestras conexiones neuronales), o del pensamiento sistémico. Hoy sabemos que hay una gran cantidad de variables que se conjugan para producir un acontecimiento y de todas ellas, al menos el 90% no están controladas por la mente racional. El freno a superar es el miedo que inhibe las áreas cerebrales dedicadas a la creatividad, a la intuición.
 
Modelo cardiaco. Basado en la coherencia neurocardiovascular. El corazón no es sólo un músculo que palpita y bombea la sangre a nuestro cuerpo. Es la realidad más profunda del ser humano, su conexión con el mundo espiritual. El corazón es el lugar en el que la razón y la emoción, el pensamiento y el sentimiento se unen creando estructuras de orden superior.

Descubrimientos sobre el cerebro del corazón y la inteligencia cardiaca

El 65% de las células del corazón son células nerviosas. El corazón produce un campo electromagnético 5000 veces más potente que el del cerebro. Este campo cambia en función de las distintas emociones. Puede ser detectado a varios metros de distancia. El ritmo cardiaco coherente favorece las funciones de la corteza cerebral. Afecta a la claridad mental, la creatividad, la capacidad de decidir correctamente, la intuición, la mejor gestión emocional, disminución del estrés, activación del aprendizaje… El corazón tiene capacidad para aprender, recordar, percibir, etc. puede tomar decisiones funcionales de manera independiente de la corteza cerebral. Existe una permanente comunicación neurológica entre corazón y cerebro, con un constante trasvase de información. El corazón puede emitir ondas caóticas (cuando la persona está sumida en emociones, pensamientos o sentimientos negativos), pero también ondas coherentes (cuando se emiten con signo positivo: compasión, respeto, tolerancia, sinceridad, confianza, seguridad, aprecio... etc.).

Los retos venideros

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Es preciso alcanzar una Conciencia Global que nos haga concebir la trascendencia de nuestros actos cotidianos, que nos mantenga despiertos para apoyar las iniciativas de quienes defienden los valores universales. Se acabó el ser espectadores, ahora el ser humano quiere participar para recuperar su destino y vivir en libertad, en paz, en armonía con cuanto le rodea.
Estamos convencidos de que el cambio social que se avecina no se producirá por la fuerza o el control, sea del tipo que sea, sino por la unión de seres que vibren en una misma frecuencia. Despertar la activación de la Conciencia Cardiaca y expresar los Valores Universales en la ciudadanía pueden ser los pasos que nos lleven a conseguir ese Mundo Mejor, más justo, más sostenible y más pacífico que todos anhelamos.
 






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