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En el Instituto HeartMath, están estudiando a los árboles como generadores de biocampos que podrían interactuar con los biocampos humanos e incluso afectar al campo terrestre. Esta investigación podría a demostrar que la naturaleza es una "sopa" interactiva de campos de energía, que se interrelacionan e interactúan, lo que abriría la puerta a que, incidiendo en alguno de esos campos, aunque fuera a pequeña escala (nivel local, la persona) se podría afectar a la totalidad planetaria (nivel global, la humanidad).
Los científicos del instituto llevan años examinando las formas en que todos los seres vivos están interconectados, como se “contagian” y comparten sus emociones, sus campos energéticos y mentales. Ahora quieren dar un paso más: investigar las interacciones de los biocampos en la naturaleza y el intercambio de información entre nuestros entornos personales y globales de campos magnéticos.
Los científicos del instituto llevan años examinando las formas en que todos los seres vivos están interconectados, como se “contagian” y comparten sus emociones, sus campos energéticos y mentales. Ahora quieren dar un paso más: investigar las interacciones de los biocampos en la naturaleza y el intercambio de información entre nuestros entornos personales y globales de campos magnéticos.
Los árboles se comunican entre sí
Ya se ha investigado hace tiempo como los árboles tienen formas sorprendentes y complejas de comunicarse entre sí y, de manera indirecta, con los seres humanos.
Los árboles interactúan y se comunican principalmente a través de dos vías:
Una red Red subterránea (la "Wood Wide Web"):
Micorrizas: Los árboles están conectados por redes de hongos en el suelo, que funcionan como un sistema de "Internet" natural. A través de estas redes, los árboles pueden intercambiar nutrientes (como carbono, nitrógeno y fósforo) y enviar señales químicas. Los árboles más grandes y antiguos ("árboles madre") pueden ayudar a árboles jóvenes y débiles, transfiriéndoles nutrientes. También alertan a otros árboles sobre amenazas como plagas o sequías. Liberación de compuestos volátiles: Cuando un árbol es atacado por insectos o herbívoros, puede liberar compuestos químicos volátiles al aire. Estos compuestos alertan a los árboles cercanos para que activen defensas, como producir taninos para hacer sus hojas menos apetecibles. Por ejemplo, las acacias emiten señales químicas para advertir a sus vecinos de ataques de herbívoros. Los árboles interactúan y se comunican principalmente a través de dos vías:
Una red Red subterránea (la "Wood Wide Web"):
Interacciones con los seres humanos
Foto de Shane Rounce en Unsplash
Aunque los árboles no se comunican directamente con los humanos, hay formas en que sus señales y comportamientos pueden afectarnos y transmitir información:
Señales químicas: Los árboles liberan fitoncidas, compuestos volátiles con propiedades antimicrobianas y relajantes. Estas sustancias pueden influir en el bienestar humano, reduciendo el estrés y fortaleciendo el sistema inmunológico y equilibrio emocional, como ocurre en la práctica japonesa del shinrin-yoku (baño de bosque), una “receta” que han incorporado los médicos del sistema de salud japonés para administrar a sus pacientes. Estos efectos sanadores indican que pasar tiempo cerca de árboles se ha podría atribuir a la interacción con los biocampos generados por los árboles. Conexión espiritual: En muchas culturas, los árboles son considerados seres sagrados o espirituales. Se cree que tienen la capacidad de "absorber" emociones negativas y proporcionar paz interior. En tradiciones como el sintoísmo, el hinduismo y las creencias indígenas, los árboles son considerados guardianes energéticos que conectan el cielo y la Tierra. Señales visuales: Los árboles responden a su entorno, y sus cambios (en hojas, crecimiento o estado de salud) pueden transmitir información sobre la calidad del aire, el agua o el suelo. Por ejemplo: El amarillamiento de hojas puede indicar contaminación o estrés hídrico, ofreciendo pistas sobre problemas ambientales. Impacto emocional y psicológico: Aunque no es "comunicación" en un sentido literal, los árboles pueden influir emocionalmente en las personas. Las investigaciones muestran que pasar tiempo cerca de los árboles puede mejorar el estado de ánimo, la creatividad y la salud mental. Ya es aceptado desde hace tiempo que las plantas y los árboles responden a las emociones humanas… tal y como se demostró hace décadas en los experimentos llevados a cabo por el Dr. Tomatis. Y la respuesta de las plantas a las emociones humanas. Perspectiva cultural y simbólica: En muchas culturas, los árboles se consideran seres vivos con un nivel de "conciencia" o una capacidad simbólica de comunicación: En mitologías y tradiciones indígenas, los árboles son vistos como guardianes o ancestros que "hablan" a través del viento o el crujido de sus ramas.
Las tradiciones espirituales de muchos pueblos nos hablan de pueblos que buscaban la sabiduría de los árboles considerándoles guardianes del conocimiento por haber sigo testigos de la historia. Hacían rituales para conectar con ellos, acudían a recibir sus “consejos” cuando tenían que tomar decisiones importantes, etc. En muchos pueblos de España hay testimonios de la existencia del árbol más anciano al que llamaban “Arbol del Concejo”, uno de los rasgos más significativos y paradójicamente más olvidados de nuestra historia e identidad. Viejos robles, fresnos, olmos, tejos, morales que fueron centro geográfico y neurálgico de nuestras sociedades. A su amparo se celebraron asambleas, parlamentos y concejos abiertos donde el árbol era la capital, sede y símbolo de toda una tradición profundamente enraizada en gran parte de la vieja Europa.
Ignacio Abella Mina, ha recopilado en el libro “Arboles de Junta y Concejo. Las raíces de la Comunidad” estas tradiciones en España, mostrando una crónica apasionante de nuestro pasado.
Las tradiciones espirituales de muchos pueblos nos hablan de pueblos que buscaban la sabiduría de los árboles considerándoles guardianes del conocimiento por haber sigo testigos de la historia. Hacían rituales para conectar con ellos, acudían a recibir sus “consejos” cuando tenían que tomar decisiones importantes, etc. En muchos pueblos de España hay testimonios de la existencia del árbol más anciano al que llamaban “Arbol del Concejo”, uno de los rasgos más significativos y paradójicamente más olvidados de nuestra historia e identidad. Viejos robles, fresnos, olmos, tejos, morales que fueron centro geográfico y neurálgico de nuestras sociedades. A su amparo se celebraron asambleas, parlamentos y concejos abiertos donde el árbol era la capital, sede y símbolo de toda una tradición profundamente enraizada en gran parte de la vieja Europa.
Ignacio Abella Mina, ha recopilado en el libro “Arboles de Junta y Concejo. Las raíces de la Comunidad” estas tradiciones en España, mostrando una crónica apasionante de nuestro pasado.
Alcanzando una nueva conciencia
En resumen, los árboles tienen formas fascinantes de comunicarse tanto entre ellos como, indirectamente, con los seres humanos. Su red subterránea y química refleja la increíble interconexión del mundo natural.
En definitiva, los árboles son generadores de biocampos tanto desde una perspectiva científica (intercambio de gases, energía y sustancias químicas) como desde una perspectiva holística o espiritual (campos energéticos). Su presencia nos conecta con la naturaleza y fomenta un equilibrio esencial entre los ecosistemas y nuestra propia salud física y mental.
Se espera que el seguimiento de estas mediciones en muchos tipos diferentes de árboles en todo el mundo ayude a los científicos de HeartMath y otras organizaciones a comprender mejor cómo interactúan los árboles con el campo de energía más amplio en el que se desarrolla la vida.
Esperamos que todas estas investigaciones puedan ayudarnos a crear una nueva conciencia sobre el vínculo energético entre las personas, la naturaleza y todos los sistemas vivos.
En definitiva, los árboles son generadores de biocampos tanto desde una perspectiva científica (intercambio de gases, energía y sustancias químicas) como desde una perspectiva holística o espiritual (campos energéticos). Su presencia nos conecta con la naturaleza y fomenta un equilibrio esencial entre los ecosistemas y nuestra propia salud física y mental.
Se espera que el seguimiento de estas mediciones en muchos tipos diferentes de árboles en todo el mundo ayude a los científicos de HeartMath y otras organizaciones a comprender mejor cómo interactúan los árboles con el campo de energía más amplio en el que se desarrolla la vida.
Esperamos que todas estas investigaciones puedan ayudarnos a crear una nueva conciencia sobre el vínculo energético entre las personas, la naturaleza y todos los sistemas vivos.