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A veces no damos importancia a los pequeños pensamientos, a los escritos, a las pequeñas acciones cotidianas y es ahí donde se encuentra el embrión de los grandes acontecimientos.
Imaginar algo, es el primer paso del proceso para llegar a hacerlo realidad. Un pensamiento por pequeño que sea tiene en si toda una carga potencial que lo hará realidad, el pensamiento es la antesala que nos permite adelantarnos a la vivencia.
Dejar rienda suelta a la imaginación, atreverse a soltar amarras, abandonar el territorio de la comodidad y lo conocido y aventurarse a generar un proyecto es un auténtico proceso de alumbramiento. Después visualizarlo, darle forma, ordenarlo para explicarlo y compartirlo con quienes tenemos cerca es lo que finalmente nos proporcionará la materia para que la idea fragüe.
Cuantas veces hemos llegado a estados de desesperación si haber tenido ni siquiera una controversia en el día a día. Cuantas veces hemos imaginado los besos sin llegar a los labios, sin sentir el aliento cercano y el calor de otras manos cogidas a las nuestras.
Imaginar algo, es el primer paso del proceso para llegar a hacerlo realidad. Un pensamiento por pequeño que sea tiene en si toda una carga potencial que lo hará realidad, el pensamiento es la antesala que nos permite adelantarnos a la vivencia.
Dejar rienda suelta a la imaginación, atreverse a soltar amarras, abandonar el territorio de la comodidad y lo conocido y aventurarse a generar un proyecto es un auténtico proceso de alumbramiento. Después visualizarlo, darle forma, ordenarlo para explicarlo y compartirlo con quienes tenemos cerca es lo que finalmente nos proporcionará la materia para que la idea fragüe.
Cuantas veces hemos llegado a estados de desesperación si haber tenido ni siquiera una controversia en el día a día. Cuantas veces hemos imaginado los besos sin llegar a los labios, sin sentir el aliento cercano y el calor de otras manos cogidas a las nuestras.
EL REENCUENTRO
Photo by Alejandro Alvarez on Unsplash
La idea, el pensamiento, es sólo el primer paso, pero si ese impulso no se manifiesta en el mundo real será sólo una entelequia. Es quizás ese deseo de manifestación el que nos hace buscar y encontrar a nuestro lado a la persona o personas que compartirán nuestras vivencias, que se acercarán a nuestra casa que alberga un alma perenne y un cuerpo caduco a la vez.
El encuentro de dos almas en la Tierra es el resultado de un acuerdo previo en el cielo, en las lindes de eternas conversaciones mantenidas antes y después de esta y otras vidas; hablamos y convenimos como será y cuándo volveremos a vernos. Y compartimos la misma inquietud preguntándonos cómo será nuestra evolución, cuál es nuestro bagaje como seres de luz errantes que van en busca de la luz.
No es cuestión de tiempo, no tenemos prisa en recorrer nuestro camino, la intuición nos dice que las pequeñas cosas nos llevarán a los más grandes destinos de este vivir a veces incierto. La certeza profunda de que programamos juntos el encuentro, lo pensamos, lo diseñamos y estuvimos de acuerdo fijando las coordenadas del lugar y el tiempo.
Y en un alarde de los programas evolutivos se asume que, hasta las desavenencias, las pequeñas o grandes luchas de los unos con los otros, los desencuentros y las dificultades forman también parte de ese acuerdo y son la expresión plural de las mentes y los corazones que han de esforzarse por florecer incluso en las temperaturas más gélidas.
El encuentro de dos almas en la Tierra es el resultado de un acuerdo previo en el cielo, en las lindes de eternas conversaciones mantenidas antes y después de esta y otras vidas; hablamos y convenimos como será y cuándo volveremos a vernos. Y compartimos la misma inquietud preguntándonos cómo será nuestra evolución, cuál es nuestro bagaje como seres de luz errantes que van en busca de la luz.
No es cuestión de tiempo, no tenemos prisa en recorrer nuestro camino, la intuición nos dice que las pequeñas cosas nos llevarán a los más grandes destinos de este vivir a veces incierto. La certeza profunda de que programamos juntos el encuentro, lo pensamos, lo diseñamos y estuvimos de acuerdo fijando las coordenadas del lugar y el tiempo.
Y en un alarde de los programas evolutivos se asume que, hasta las desavenencias, las pequeñas o grandes luchas de los unos con los otros, los desencuentros y las dificultades forman también parte de ese acuerdo y son la expresión plural de las mentes y los corazones que han de esforzarse por florecer incluso en las temperaturas más gélidas.