La utopía, motor de la historia



Maria Pinar Merino Martin

08/09/2022

“Antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”. (Walt Whitman).



Foto de Zac Durant en Unsplash
La situación global que estamos atravesando como humanidad es insostenible desde cualquier ámbito en que la contemplemos. Así pues, partiendo de la realidad observable, es necesario levantar la mirada para buscar nuevos horizontes de esperanza para avanzar hacia un mundo en paz donde impere la justicia, la igualdad, la solidaridad, la libertad, el sentimiento de hermandad… y demás valores necesarios para la convivencia de una única familia: la humanidad, en un único espacio con el que contamos, la casa común: la Tierra.
 
Te invito, amigo lector, a un paseo por la historia donde quizás podamos encontrar la inspiración que nos ayude a cambiar los viejos paradigmas por unos nuevos enraizados en la ética, algo que hoy por hoy se nos presenta como una Utopía.
 
El libro “Utopía” de Tomás Moro es una de las obras fundamentales de la literatura y de las más influyentes en dos aspectos fundamentales:
 
La conformación de un pensamiento crítico en cuanto a las estructuras establecidas en la época y Propuestas y alternativas de cambio y transformación de la realidad.
 
La utopía se convierte desde su origen en el motor de la historia, sin ella la humanidad se hubiera parado al no encontrar un rumbo, las sociedades vagarían sin un norte al que dirigirse, los seres humanos no tendrían donde orientar su mirada para seguir avanzando en su proceso evolutivo.
 
Tal vez hoy, al hacer un recorrido por las utopías que marcaron las diferentes épocas, podamos rescatar la energía que las impregna y podamos acercar esas utopías a nuestra vida cotidiana para convertirlas en proyectos realizables que nos hagan avanzar un paso más en pos de esa sociedad más justa, sostenible y pacífica que todos deseamos.
 
La utopía ha formado parte de la historia de la humanidad pues está unida desde los griegos al pensamiento político. Después Platón nos mostró también su idea de una ciudad-estado ideal en su obra “La República”. En la Edad Media autores como San Agustín o Joaquín de Fiore siguieron planteando escenarios utópicos. Hasta que finalmente en el Renacimiento aparece Tomás Moro.

La Utopía de Tomás Moro (1478-1535)

https://www.tomasmoro.ec
La Utopía es una proyección virtual de algo que aún no existe en la realidad, pero sí que tiene vigencia y entidad en algún lugar de la conciencia humana.
 
Tomás Moro plantea en su obra propuestas concretas de carácter político, económico y social. Plantea una visión optimista del hombre del renacimiento, un hombre completo que abarca en sus saberes la literatura, la política, la filosofía, etc. Él mismo es un modelo de creador, pensador, pedagogo (fue instructor y consejero de Enrique VIII) y amigo de Erasmo de Roterdam.
 
Su obra Utopía está dividida en dos partes: El libro I en el que el autor nos muestra al humanista que es. Se encuentra a sí mismo a través del proceso de escribir. En el libro II Tomás Moro nos muestra al político y a través de una ficción literaria hace una reflexión sobre el presente, ve los límites y busca las soluciones. La proyección ideal se convierte en propuestas concretas que permiten la transición entre la realidad cotidiana y el futuro.

La Utopía de “El Quijote”

https://www.elliberal.com/
Miguel de Cervantes nos habla de una “Edad Dorada” donde no existía la propiedad privada y se desconocían palabras como el tuyo y el mío, de la comunidad de bienes, la liberación del trabajo, de las relaciones entre los hombres basadas en la paz y la concordia, la verdad y la franqueza, la honestidad y la justicia.
 
D. Quijote también hace una dura crítica sobre la realidad que viven en contraposición a esa utopía, la llama la “Edad del Hierro”, en la que impera el fraude, el engaño y la malicia, donde no existe la justicia, impera la desigualdad con conceptos asumidos por el pueblo como “la nobleza de sangre”.
 
Los valores que esgrime D. Quijote son: la dignidad, la justicia, la libertad, la igualdad… y durante sus aventuras intenta ponerlos en práctica, hacerlos realidad como un imperativo moral cualesquiera que sean las consecuencias. Es un hombre de acción, no se deja arrastrar por la especulación o la duda, alguien que intenta convertir sus sueños, sus ideales en realidad: socorrer a los necesitados, defender a los débiles, castigar a los malvados… aunque en la mayoría de las ocasiones sus empeños desembocan en fracasos… Los intentos de D. Quijote por llevar a cabo su utopía se topan con la imposibilidad de realizarla.
 
De la lectura de El quijote como una utopía se desprende:
Que una utopía como la quijotesca está condenada al fracaso si no se dan ciertas condiciones para su realización. Que esto no significa el fin de la utopía. La utopía es tan necesaria como la aspiración a una vida mejor, más digna, más libre, más justa y más igualitaria. Tan necesaria e imperiosa moralmente que, como demuestra el ingenioso hidalgo cervantino, merece correr los riesgos y los obstáculos que haya que correr para su realización. Que esta utopía, necesaria para trasformar el mundo actual y vivir una vida mejor será una locura si no se toma en cuenta la realidad que se pretende transformar.

La Utopía de la Paz

Foto de Claudio Schwarz en Unsplash
He escuchado varias veces a D. Federico Mayor Zaragoza en distintas conferencias hablar sobre la Utopía de la Paz. Fue director general de UNESCO hace muchos años. Uno de los objetivos de esta organización internacional era construir la paz en la mente de los seres humanos a través de la cultura, la comunicación y el arte.
 
Me gustan las reflexiones de este hombre al que los años han hecho más atrevido, más valiente, denunciando los desastres sociales que salpican a nuestro mundo, la ausencia de valores, de responsabilidad, la falta de espíritu colectivo, de justicia y de libertad. Un mundo dominado por el temor.
 
Él, conocedor de primera línea de las conquistas del pensamiento social y político de nuestro mundo nos invita a un paseo a través de la historia reciente en la búsqueda de ese mundo mejor que soñamos.
 
El primer paso, tras la I Guerra Mundial, fue la creación de las Naciones Unidas impulsadas por el presidente Willson, quien en enero de 1918  expuso sus famosos catorce puntos  para asegurar la paz en Europa  y el mundo. Participó en la Conferencia de París y fue premio Nobel de la Paz  en 1919  como impulsor de la Sociedad de Naciones. Pero el congreso republicano no permitió que EE. UU. formara parte de esa organización… y años más tardes se desencadena la II Guerra Mundial.
 
El segundo paso fue la proclamación de la Carta de las Naciones Unidas, el 26 de junio de 1945, que regula las relaciones entre los países y que comienza con un prometedor: “Nosotros, para preservar a las generaciones futuras de los horrores de la guerra, acordamos…” y a partir de ahí unas ideas prometedoras que con el paso del tiempo se han quedado relegadas a frases biensonantes en un documento sin vigencia ni energía.
 
Poco después, el 10 de diciembre de 1948 se da un paso más: la Declaración de los Derechos Humanos en la que se proclama la igualdad de todos los seres humanos en cuanto a derechos y dignidad.
 
Cuando hablamos de la ONU debemos distinguir entre la Asamblea General y el Consejo de Seguridad. La Asamblea General la forman todos los países que forman parte de la ONU y todos los votos tienen el mismo valor. El problema es que sus decisiones son sólo consultivas para el Consejo de Seguridad, el verdadero ente de la ONU. Éste está formado por 15 países, 5 de los cuales son fijos y tienen derecho a veto (USA; China, Rusia, Reino Unido y Francia). Derecho a veto es vetar o eliminar cualquier decisión. Es decir, si por ejemplo se toma una decisión en el Consejo pero algunos de estos países la vetan, esa decisión no se lleva a cabo. 
 
Hoy las Naciones Unidas está formada por 193 países, pero las restricciones y los vetos determinan un funcionamiento alejado de los procesos democráticos y mediatizado por intereses económicos y políticos.
 
Después aparecieron figuras muy significativas que nos enseñaron a alzar nuevamente la mirada buscando nuevos horizontes utópicos.
 
Uno de ellos fue Mijaíl Gorbachov, fallecido recientemente, que logró que se desbloquearan los dos grandes poderes (EE.UU. y Unión Soviética, terminando con lo que se dio en llamar durante años: La Guerra Fría.
 
Otro fue Nelson Mandela, ejemplo de capacidad de conciliación, capaz de rescatar los valores humanos en Sudáfrica y erradicando leyes que mantenían la prevalencia de una raza sobre otra.
 
Hay, además, un buen número de hombres y mujeres, que sería muy largo reseñar, pero que nos sirven de ejemplo e indican claramente el camino a seguir.
 
Y, por último, hay otras dos instituciones de carácter económico que por su importancia en el ámbito internacional también deben ser tenidas en cuenta: El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El primero se encarga de reducir la pobreza mediante préstamos de bajo interés o apoyos económicos a las naciones en vías de desarrollo. EL FMI tiene como objetivos promover políticas de cambio de monedas sostenibles a nivel internacional, facilitar el comercio internacional y reducir la pobreza en el mundo.
 
Las competencias de ambas organizaciones han olvidado los objetivos para los que fueron creadas y están al servicio de los dictados de grandes corporaciones, los mercados y los poderes establecidos económicos y políticos. 

La realidad hoy

Y hasta aquí un somero paseo por la historia que nos coloca en un presente sobrecogedor donde múltiples guerras asolan el planeta, donde reinan las injusticias y la desigualdad en todos los órdenes de la vida, donde millones de seres humanos adultos y niños mueren de hambre, donde la pobreza extrema crece imparable, donde estamos expuestos al terrorismo, donde las instituciones responsables de garantizar las necesidades básicas para la vida humana no cumplen su función: salud, trabajo, bienestar, educación, libertad… donde estamos inmersos en una espiral imparable de consecuencias devastadoras por el cambio climático y la degeneración medioambiental que ocasiona desastres ecológicos de proporciones inimaginables que no conocen fronteras y afectan a todo el planeta… donde la manipulación de la información abarca tanto a los canales oficiales como a las redes sociales…
 
Partiendo de esta realidad… ¿Se nace necesaria la utopía hoy? En la segunda parte abordaremos esa nueva mirada para generar los cambios que necesitamos de forma urgente.

Continuará…






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