La respuesta orgánica a la nueva sociedad



Luis Arribas de la Rubia

20/04/2020

A causa de estos tiempos de retirada impuesta, de una ausencia del cara a cara y del cuerpo a cuerpo, los pacientes me llegan ya a las sesiones on-line con las respuestas ansiógenas que cabía esperar.



Photo by Jens Johnsson on Unsplash

Psicofisiólogo Stephen W. Porges
La suma de un confinamiento prolongado y de una ausencia de relaciones sociales, parecen suponer todo un complot contra un buen equilibrio emocional sostenible. Así que no he podio más que tirarme a la búsqueda rápida de soluciones humanas, al tsunami de urgencias psicoemocionales que se nos pueda avecinar.

Paradójicamente, este obligado recogimiento domiciliario que nos deja en la época más virtual de la sociedad humana, también puede suponer, como ya apuntan muchas personas, una suerte de auto reciclado de la estructura emocional. Pero ¿será posible si perdemos el contacto con los demás?

La primera pregunta que más inquieta es ¿qué consecuencias nos puede suponer que las personas dejemos de estar con otras personas?

La reciente entrevista realizada al Psicofisiólogo Stephen W. Porges, nacido en New Jersey (1945) y aparecida en varias revistas, supone una preclara visión, desde el organismo humano, al momento que estamos viviendo.

El Dr. Porges realizó una gran aportación a las teorías del conocimiento de las emociones en los seres humanos con su teoría POLI-VAGAL. Este estudio impulsó la relación entre el Sistema Nervioso Autónomo (SNA) con los estados emocionales. Dentro del SNA intervienen dos ramas: El Simpático (encargado del circuito de alarma y defensa) y el Parasimpático (encargado de los estados de distrés, del sueño, relajación, etc.). Referido a éste último nace el Nervio Vago, desde el cual surgen varias ramificaciones. Cuando estamos ante una situación de tensión, el sistema simpático nos predispone a la huida o al ataque. Pero, tal y como nos explica esta teoría, relajar la cara, el pecho y/o el abdomen, supone un ejercicio de seguridad, apertura emocional y conexión interna que nos sacará de esta tensión.


Dr. Hans Selye
El Dr. Porges a este respecto nos dice: “Estamos programados para conectar con otros, interpretar sus gestos faciales y su tono de voz. Nuestro sistema nervioso demanda un <<cara a cara>> pero nos encontramos con que es peligroso estar cerca incluso de aquellos que conocemos bien”.

Siguiendo este cableado del nervio vago, ya hubo un investigador anterior pionero en el estudio de las emociones nerviosas, el Dr. Hans Selye, Austria (1907-1982) quien con su original libro “Stress without stress” ya nos advertía de que el Sistema Parasimpático dispone del Nervio Vagal Anterior, que es el que activa la empatía y el afecto. Es decir que disponemos ya de un sistema de neurotransmisión capaz de producir sensaciones y reacciones bioquímicas en nuestro cuerpo, por el hecho de producirse ese encuentro entre las personas.

Si no podemos producir esos tiempos de encuentro con los demás, si no accedemos a tiempos relacionales de calidad o, lo que es lo mismo, de pausa y relajación… difícilmente podremos autorregular estados tónicos de calma interna.
Con los últimos descubrimientos en neurociencia, acerca del sistema neuronal hallado dentro del corazón, cabe esperar que sea éste el que active al nervio vago y regule dicha interacción y no al revés. Pero, en todo caso, el estado de felicidad y alegría obtenido a partir de estas relaciones interpersonales, pueden producir alteraciones tan positivas como el hecho de alargarnos la vida. Este dato ha sido comprobado por el estudio comparativo entre personas aisladas y personas que disponen de relaciones positivas en su medio. Las personas que no sufrían soledad producían un alto nivel de Telomerasa, que es la enzima encargada de reparar telómeros. Los Telómeros son la punta de una cadena de aminoácidos que forman el gen. A mejores genes mayor longevidad de las células.

Pero claro si, como responde el Dr. Porges, estamos inervados para ser gregarios y vivir en comunidad, más aún, para poder vivir con salud, necesitamos del otro/a para auto regularnos íntegramente ¿qué nos puede suceder cuando el confinamiento nos obliga a estar aislados?... Lógicamente estamos ante un estado psicoemocional que a nuestro organismo no le gusta, no le beneficia. Toda la energía de que se prepara para la defensa está activada por el confinamiento amenazante de un virus, se queda colapsada y comienza la ansiedad.

Esta situación nos deja en un alto estado de incertidumbre y vulnerabilidad, pues la amenaza se encuentra en cualquier parte y sonreír o hablar a alguien nos expone a una reacción desagradable inesperada.
Es en este estado donde somos absolutamente manejables a cualquier manipulación que provenga de quien regula el poder y toma de decisiones, lo que nos genera una alerta de peligro. ¿Cómo evacuar esa energía colapsada de autodefensa? Dicha energía puede ser la causa de esos estados de inquietud que venimos denunciando.  Es decir, como mamíferos, nos hallamos en un momento de sometimiento moral aceptado que litiga directamente con la naturaleza misma del individuo.

La respiración, la relajación y la meditación, así como relaciones lo más frecuentes posibles a través de cualquier medio audiovisual, son la respuesta junto a actividades físicas donde podamos mover cuerpo y sensaciones. Lecturas solidarias que nos hagan revisar nuestros valores sociales y nos inviten a modificar los viejos hábitos afines a una sociedad consumista, sería la segunda gran asignatura.

Dr. Thomas Cowan
Ahora que lo pienso, si echo una mirada atrás, observo cómo la sociedad desde los aspectos de solidaridad, cuidado por la naturaleza, respeto por los animales, apoyo a los países más desfavorecidos, se ha ido debilitando desde hace más de un siglo con mayor velocidad ¿Acaso no parece éste un acontecimiento kármico que nos obliga a parar y revisar nuestros valores?
Ante el dicho español “no hay mal que por bien no venga” ¿qué nuevo código ético podemos extraer de esta situación?

En la Cumbre de Salud y Derechos Humanos celebrada en EEUU el 12 de marzo de 2020, el Dr. Thomas Cowan -Vicepresidente de la Asociación de Médicos para Medicina Antrofosófica- aclaró que las crisis referidas a las pandemias tienen una correlación con cambios cuánticos en la evolución de nuestra tecnología social, donde las frecuencias 3G, 4G Y 5G debilitan la capa de ozono y desestructura nuestra moléculas internas de agua. Esto conlleva graves enfermedades y trastornos del comportamiento humano de insensibilización psicoemocional a la realidad del otro.

Pero lo más interesante fueron las palabras con las que cerró su exposición, pues instó a todos los presentes a trabajar sobre el desarrollo espiritual humano para superar definitivamente esta situación. Con todo esto la idea debe ser dicha bien fuerte ¡Debemos revitalizar nuestro sistema nervioso social de nuevo, apostar por la confianza y el lenguaje básico de la transmisión de emociones! y, como dice Porges en dicha entrevista: “Seamos más primitivos en la comunicación. Ahora el contenido importa menos”.

Es tiempo de dar un nuevo salto cuántico pero no a nivel tecnológico, pues no hemos madurado lo suficiente sino un salto relativo a las relaciones interpersonales. Estas nos llevarán a comprender cuán importante es cuidar del verdadero Ser HUMANO y, por ende, de la casa que habita, nuestro debilitado PLANETA TIERRA.






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