La perfecta imperfección



Dr. Jesús Moreno Ramos

28/09/2021

“Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.”
Ramón de Campoamor



Con esa famosa cuarteta del poeta del Realismo, Campoamor, quiero dar pie a la presente reflexión a partir de una fotografía que me cautivó hace unas semanas. Se trata de la anterior imagen, un claro ejemplo de “anamorfismo”, si, sólo si…, no aplicásemos la perspectiva “correcta”, el aparente “caos” dejaría paso a la perfecta armonía: un hermoso mandala que me recuerda a aquella figurita milenaria de la geometría sagrada, la flor de la vida. La VIDA, un misterio tan grande, tan grande que se manifiesta de manera sencilla, aparentemente sencilla. Este es pues mi punto de partida para estos apretados pensamientos.
 
En efecto, si no hubiera ese foco anterior sobre el enjambre de maderitas y listones puestos en aparente caos; si no fuera porque ese foco se coloca a una determinada distancia y altura; si no fuera porque dicho foco proyectara una determinada intensidad y cromatismo; si no fuera porque alguien “encendiera” ese foco; si no fuera porque la pantalla fuera blanca y dispuesta a una determinada distancia, y expedita de cualquier objeto interpuesto entre el foco y el amasijo de “miembros”…; si no fuera porque yo pasaba por allí…, o porque me ha llegado a mi teléfono móvil dicha imagen… No me hubiera asombrado y movido a compartir con vosotros estas líneas.
 
Y es que pienso que así es la vida, un cúmulo de circunstancias, hechos, personas, lugares, decisiones…, que han hecho y siguen haciendo que yo y tú seamos y sigamos siendo el que somos, el que inacabadamente somos, con nuestras creencias, aciertos, errores, limitaciones…, pero que vistos desde una perspectiva “adecuada” hace que seamos perfectos; o mejor, imperfectamente perfectos. Porque cada día es un regalo de la Vida para seguir asombrándonos, compartiendo, disfrutando, si, sólo si, aplicamos la perspectiva adecuada y sabemos “ver” y vernos. Para ello hace falta al menos una condición, que apliquemos un poco de consciencia en nuestro día a día, un poquito de reflexión, de mirada interior. Porque el exterior es como somos nosotros por dentro; la mirada condiciona (y mucho) lo mirado: las cosas no son tanto como son sino sobre todo como somos. Como reza aquel antiquísimo aforismo atribuido a Hermes Trismegistro, “como es por dentro es por fuera, como es arriba es abajo”. En efecto, los filtros de mi cultura, mi educación, mi trayectoria personal condicionan y “modifican” mi apreciación de las cosas…, a no ser que me pare un poquito a pensar, a aplicar otra perspectiva, o la perspectiva adecuada que beneficie también a los demás. Porque si sólo me beneficio yo entonces dejo de “beneficiarme”: yo no puedo ser sin ti, yo soy otro tú. Así pasaremos de la “econo-mía”, a la “econo-nuestra”. Así entenderemos también que ESTE planeta Tierra es nuestro hogar común (eso significa el término original griego de “ecos” (ecología). Pero claro esto no se puede apreciar a corto plazo y sin la perspectiva adecuada a falta de un poco más de consciencia (aplicar la luz adecuada, la perspectiva adecuada). Y lo peor, que cuando se vea con la luz más ordinaria entonces habremos llegado tarde, habremos llegado al punto de no retorno.
 
Así pues, yo no estoy “acabado” y me voy haciendo. Soy el resultado, entre otras cosas, de la multitud de pensamientos que inconscientemente dejo que “habiten” en mí. Soy el resultado de mis pensamientos. Elijo la ropa que me voy a poner, elijo lo que voy a comer, con quién saldré esta tarde, qué libro o programa de TV leeré o veré…, pero habitualmente no elijo los pensamientos que tengo; a no ser que ponga un poquitín de consciencia, o lo que es lo mismo en esta reflexión, que “aplique la perspectiva adecuada”. Esto me recuerda también un cuento de Borges, “El jardín de los senderos que se bifurcan”, donde el escritor y pensador argentino plantea el dilema de que, en un determinado jardín, un supuesto caminante siempre se encuentra en una permanente “encrucijada” bipolar: cualquier elección lleva aparejada una sucesiva e inacabable bifurcación. Eso es la VIDA, no podemos dejar de elegir; eso es vivir, y las opciones que han quedado al otro lado son pasado; y las elecciones “equivocadas” si aplicamos la perspectiva adecuada nos habrán dejado algún tipo de enseñanzas fuera de todo “quejismo” o derrotismo estéril.
 
 Por último, para aquellos que estemos implicados en la educación de niños y adolescente (la inmensa mayoría, ya sea de una manera formal o informal), qué importante es que no nos quedemos sólo en los hechos, en los errores (por lo demás inevitables muchas veces), y que apliquemos la perspectiva adecuada: una mirada apreciativa, una mirada menos represiva o fruto del impulsivo arrebato o reprimenda… Porque entonces lo que se le quedará en el menor no será tanto el hecho equivocado, sino más bien la energía punitiva con que ha sido corregido. Saber decir las cosas desde el corazón, desde la palabra templada ayuda a modificar actitudes; la represión, la sola sanción no educa, sino reprime. Por dentro seguirá igual o peor ese niño o ese adolescente. Es más, cuando crezca si esos episodios resultasen reiterativos, será un adulto acomplejado en la mayor parte de los casos; y, lo que será peor, proyectará inconscientemente esos traumas o resentimientos no manifiestos en sus hijos, familiares o compañeros de trabajo, de ocio. Es decir, seremos como somos, y no será por casualidad, aunque no lo sepamos o no nos lo creamos.
 
Bueno, esta ha sido mi pequeña reflexión compartida, o lo que es lo mismo, “la arruga es bella”. No podemos caer en la inmadurez de un permanente adanismo; obnubilados solo por las apariencias, por lo exterior, sin dar ni darnos una segunda o tercera oportunidad, o como he ido exponiendo, “la perspectiva adecuada”
 

Jesús Moreno Ramos
Dr. en Pedagogía






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