La mente es como un paracaídas, solo es útil cuando se abre



Luis Arribas Mercado

21/05/2023

Esta frase se le atribuye a Albert Einstein y no puedo más de acuerdo con ella. Los seres humanos cerramos nuestra mente por culpa del miedo y todas sus variantes. Tenemos la desgracia de vivir sometidos al imperio del miedo que nos impide llegar aún más lejos de lo que hemos llegado en todos los órdenes de la vida.



Foto de Rafael Garcin en Unsplash
Todos los gobiernos del mundo saben que la forma de evitar revoluciones que acaben con su mandato es provocar el miedo en la población. Cuando no es el miedo a la ruina económica es a la guerra, a una pandemia y hasta miedo a una invasión extraterrestre.
 
En los últimos años se han generado diferentes tipos de miedos, sobresaliendo el miedo a la muerte por culpa de una pandemia, acompañado por el miedo al contagio de unos a otros, lo que ha llevado a la desconexión entre los seres humanos incluso familiares. Otro de los miedos ha sido a la pérdida del poder adquisitivo, a la pérdida de empleo, en definitiva al futuro. Y si a un ser humano le quitas, por medio del miedo, su visión del futuro ¿qué le queda? La soledad, el vacío, la nada…
 
Saltarse las normas de una manera consciente puede ser un ejercicio muy valioso para vencer al miedo y comprobar que podemos salirnos del carrilito sin que necesariamente perdamos la vida.
 
Yo me marché de un empleo fijo y anodino, muy mediocre, porque cuando le propuse a mi superior otras formas de hacer lo mismo que hacía pero mucho más lógicas, creativas y eficaces, él me contestó que a mí ¡no se me pagaba por pensar! Tardé un mes en marcharme a otro empleo ganando el doble y con un puesto de más responsabilidad donde podía pensar y crear. Sólo tuve que perder el miedo a quedarme sin empleo y atreverme a apostar por algo diferente. Esto es algo consustancial con mi forma de ver la vida, porque ante el hecho de no avanzar en la búsqueda de mi ideal profesional, he preferido arriesgarme a perder un empleo “sabiendo” que dar ese paso solo podía traerme cosas buenas y os prometo que ha así ha sido.
 
Conozco a personas que piensan que cuando llega el momento de la jubilación es como si les desenchufasen. De pronto, es como si les quitasen la razón de vivir o también se enfrentan a un tipo de vida en el que creen que ya no sirven para nada. Lamentablemente, no tener un proyecto de vida satisfactorio en el que centrar tus esfuerzos cuando has terminado tus obligaciones profesionales, muchas veces trae como consecuencia procesos depresivos o de ansiedad o incluso de enfermedades físicas de las llamadas psicosomáticas.
 
Perder el miedo a empezar algo nuevo, algo que siempre has deseado pero que nunca te has atrevido a intentar, es una de las cosas más saludables que existen a cualquier edad pero sobre todo cuando la jubilación ha llegado a tu vida.
 
Como dice mi querida esposa María del Pinar, el Cosmos no puede desaprovechar a una persona que ha dirigido sus esfuerzos a mejorar su mundo y por ende el de los demás. Y así ha ocurrido, el Cosmos me ha proporcionado las oportunidades de llegar a trabajar o implicarme en lo que desde que era pequeño eran mis ideales profesionales: ser músico, periodista y médico. Las tres han sido parte de mi vida, aunque no en la forma en que tradicionalmente se podía esperar, pero sí en la que me ha permitido “matar el gusanillo” que me corroía, ya que el instrumento con el hice música fue mi voz, cantando en una coral de música barroca, que me llevó a cantar en el Teatro Real y en el Auditorio Nacional.
 
Como periodista, sin título académico, he creado y dirigido revistas como la que ahora estás leyendo, he realizado programas de radio y televisión y he escrito algunos libros. Como médico, también sin título oficial, he desarrollado técnicas terapéuticas dirigidas al mejoramiento de la salud humana por la vía de las terapias alternativas o complementarias. Es decir, que me he atrevido a salirme de las normas oficiales sin miedo a perder imagen, prestigio y dinero pero con la conciencia de que solo mirando al frente, al futuro, es como se puede vencer al miedo. Como decía un sabio: “No temas perder la vida, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella”.
 
Así pues, si tenemos consciencia de nuestros valores y no nos da miedo saltarnos algunas normas o dejar de ser mediocre y buscar la felicidad en todo lo que hagamos, tenemos asegurado el éxito. Claro que, para ello, tenemos que ir a buscar el manzano más cercano y asegurarnos de que llegamos con la mano a esas manzanas que están diciendo: ¡Cómeme!






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