La libertad y el gorrión

Esto que os voy a contar ocurrió hace muchos años, allá por los años 60 del pasado siglo. Me encontraba pasando el verano en un pueblo de la provincia de Segovia y disfrutaba con amigos de aquel pueblo montando a caballo, jugando al fútbol, bailando en las fiestas… Un día que estaba sentado en una valla de piedra, oí piar a un pájaro, como el sonido era muy cercano me puse a buscar de donde procedía y me encontré en un hueco de la piedra un pequeño nido con un gorrioncillo dentro que debía estar pasando hambre porque no se veía a su madre por ninguna parte, así que con mucho cuidado le saqué del nido y me lo llevé a mi casa. Allí le envolví en un paño y durante unos días le di con un palillo de dientes miguitas de pan mojadas en agua o leche. Poco a poco le fue cambiando la dieta pasando del pan a cosas con más proteínas.
 
Aquel gorrión sobrevivió al verano y durante los meses que estuvo en casa estuvo libre y aprendió a volar hasta mi mano cuando veía que yo hacía el gesto de cazar una mosca, insectos que le gustaban mucho. El pequeño gorrión se pasaba mucho rato sobre mi hombro, supongo que esperando a que yo le atrapase una mosca.
 
Pasado el verano volví a Madrid y el gorrión se vino conmigo. Volaba libre en casa y salía volando por la ventana por las mañanas y volvía al hogar al caer la tarde acudiendo a mi llamada cuando le silbaba. Lamentablemente, un día se desató una fortísima tormenta con granizo incluido y el pájaro ya no volvió, probablemente porque le asustaron los truenos o encontró refugio en otro lugar y decidió que era el momento de visitar otros lugares, al menos eso era lo que yo esperaba y deseaba.
 
¿Y por qué os cuento todo esto? Por lo que simbolizaba la libertad en la figura del gorrión. Vivió y voló libre buscando nuestra compañía cuando le parecía bien y cuando creyó oportuno alejarse a vivir como cualquier otro pájaro de su especie, lo hizo. Me enseñó mucho ese pajarillo mientras estuvo con nosotros, sobre todo independencia y libertad, dos conceptos que van unidos indisolublemente.

En el ámbito filosófico, la libertad ha sido entendida como la autodeterminación del sujeto, es decir, la capacidad de elegir sus fines y medios de acuerdo con su propia razón y voluntad, sin estar condicionado por factores externos o internos que lo coaccionen o determinen. Algunos filósofos que han defendido esta concepción de la libertad son Descartes, Kant, Hegel, Sartre y Fromm.
 
En el ámbito político, la libertad ha sido concebida como la participación del ciudadano en el gobierno de la sociedad, es decir, la posibilidad de intervenir en las decisiones colectivas que afectan al bien común, mediante el ejercicio de derechos y deberes cívicos.
 
En el ámbito jurídico, la libertad ha sido definida como la ausencia de coacción por parte del Estado o de otros agentes, es decir, el respeto a la esfera privada e individual del sujeto, donde puede actuar según su criterio, siempre que no viole las leyes ni los derechos de los demás.
 
En el ámbito moral, la libertad ha sido entendida como la responsabilidad del agente, es decir, la capacidad de responder por sus acciones y asumir las consecuencias de las mismas, tanto en el plano personal como en el social.
 
En el ámbito psicológico, la libertad ha sido explicada como la autonomía del individuo, es decir, la capacidad de desarrollar su personalidad y su potencial, sin estar sometido a presiones o influencias negativas que limiten su crecimiento o su felicidad.
 
En el ámbito sociológico, la libertad ha sido descrita como la emancipación del grupo, es decir, la liberación de las condiciones de opresión, explotación, discriminación o alienación que afectan a determinadas clases, etnias, géneros o culturas.
 
Como se puede apreciar, la libertad es un tema muy amplio y diverso, que admite múltiples enfoques y matices. No existe una única definición o teoría de la libertad e incluso del libre albedrío –del que hablaré en otro momento-, sino que cada disciplina, época y autor ha aportado su propia visión y contribución al debate. Lo que sí parece claro es que la libertad y el libre albedrío son valores fundamentales para el ser humano, que implican tanto derechos como deberes, tanto oportunidades como riesgos, tanto beneficios como costes. Ambos conceptos son, en definitiva, un reto y una aspiración para la humanidad.

La frase "No puedo elegir lo que me pasa, pero sí puedo elegir cómo reaccionar ante ello" refleja la idea de que, aunque no tengamos control total sobre las circunstancias o eventos que ocurren en nuestras vidas, sí tenemos la capacidad de influir en nuestra respuesta y actitud hacia ellos. Esta perspectiva resalta la importancia de la libertad interior y la toma de decisiones consciente frente a las situaciones que enfrentamos.
 
En esencia, la libertad aquí se entiende como la capacidad de elegir nuestra respuesta emocional, mental y finalmente nuestro comportamiento frente a los desafíos o eventos externos. Aunque no siempre podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, sí tenemos el poder de elegir cómo interpretamos esos eventos y cómo decidimos actuar en consecuencia.
 
Esta filosofía puede inspirar a las personas a adoptar una actitud positiva, proactiva y resiliente ante las adversidades, reconociendo que la verdadera libertad a menudo se encuentra en la forma en que elegimos enfrentar y adaptarnos a las diferentes circunstancias de la vida.