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Fue a partir de los estudios de Howard Gardner publicados en su libro inteligencias múltiples cuando el término inteligencia dejó de referirse exclusivamente a aspectos cognitivos y la memoria y se amplió el concepto al reconocimiento de otras habilidades como la capacidad de comprender al otro, de motivar, de empatizar… aspectos que no podían medirse con los indicadores que se utilizaban hasta entonces y que se reflejaban en el cociente intelectual.
Gardner reconoció la capacidad de comprender las intenciones, motivaciones y deseos de una persona como “inteligencia interpersonal”, pero además lo amplió con la capacidad de comprenderse a uno mismo, de apreciar los sentimientos, las motivaciones y los miedos propios.
Percibir las emociones personales y la de otras personas. Tener dominio sobre las emociones propias y responder con emociones y conductas apropiadas ante diversas circunstancias. Participar en relaciones donde las emociones se relacionen con la consideración y el respeto. Trabajar donde sea, en la medida de lo posible, gratificante desde el punto de vista emocional. Armonización entre el trabajo y el ocio Gardner reconoció la capacidad de comprender las intenciones, motivaciones y deseos de una persona como “inteligencia interpersonal”, pero además lo amplió con la capacidad de comprenderse a uno mismo, de apreciar los sentimientos, las motivaciones y los miedos propios.
PRINCIPIOS O COMPETENCIAS
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Se puede decir que la inteligencia emocional, fundamentalmente se basa en los siguientes principios o competencias:
Autoconocimiento. Capacidad para conocerse uno mismo, saber los puntos fuertes y débiles que todos tenemos. Se refiere también a la capacidad para focalizar la atención en el propio estado emocional ante cualquier situación y gestionar la emoción para dar la mejor respuesta y conseguir resultados más positivos.
Autocontrol. Capacidad para controlar los impulsos, saber mantener la calma y no perder los nervios. Requiere de mucha práctica para poder gestionar las emociones y su energía sean del signo que sean y convertirlas en un algo bueno para la persona.
Automotivación. Habilidad para realizar cosas por uno mismo, sin la necesidad de ser impulsado por otros. Es decir, utilizar las emociones como acicates para el cambio, superar los retos, aumentar la confianza y el optimismo. Es también la capacidad para reconducir las emociones negativas hacia las metas y objetivos que nos proponemos.
Empatía. Capacidad para ponerse en la piel de otros, es decir, intentar comprender su situación, sentir lo que la otra persona está sintiendo para acercarnos a su perspectiva y comprenderle… Lo que se convierte en la mejor manera de acompañar y conducirle a un estado de optimismo y positividad.
Habilidades sociales. Capacidad para relacionarse con otras personas, ejercitando dotes comunicativas para lograr un acercamiento eficaz. También nos habla del interés sincero hacia la otra persona y el objetivo de entendernos, para ello es imprescindible desarrollar el respeto, el reconocimiento y el trabajo en equipo.
Asertividad. Saber defender las propias ideas, respetando las de los demás, enfrentarse a los conflictos en vez de ocultarlos, aceptar las críticas cuando pueden ayudar a mejorar. Se trata de declarar nuestras ideas o necesidades de forma empática. La asertividad nos coloca en el punto medio entre dos comportamientos polarizados: la pasividad (que nos llevaría a que otros decidan por nosotros o que no respeten nuestros derechos) y la agresividad (que surge cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas del otro).
Proactividad. Habilidad para tomar la iniciativa ante oportunidades o problemas, responsabilizándose de sus propios actos. Es la capacidad para anticiparnos a las problemáticas antes de que se presenten, tomar el control y actuar en lugar de reaccionar a lo que sucede. Es fundamental desarrollar esa actitud en el trabajo ya que una persona proactiva tiende a iniciar cambios y mejoras.
Creatividad. Competencia para observar el mundo desde otra perspectiva, diferente forma de afrontar y resolver problemas. Es la capacidad de crear nuevas ideas, conceptos o caminos que sean más originales e imaginativos. La creatividad está relacionada con la intuición y la apertura a lo desconocido.
Este conjunto de principios darán lugar a una mayor o menor inteligencia emocional. Por ejemplo, el hecho de que una persona pueda tener una mayor creatividad que otra no quiere decir que de forma intrínseca obtenga una mayor inteligencia emocional, ya que concurren otros factores como si la persona sabe explotar esa creatividad. Por el contrario, la falta de creatividad se puede ver compensada por una mayor automotivación.
Autoconocimiento. Capacidad para conocerse uno mismo, saber los puntos fuertes y débiles que todos tenemos. Se refiere también a la capacidad para focalizar la atención en el propio estado emocional ante cualquier situación y gestionar la emoción para dar la mejor respuesta y conseguir resultados más positivos.
Autocontrol. Capacidad para controlar los impulsos, saber mantener la calma y no perder los nervios. Requiere de mucha práctica para poder gestionar las emociones y su energía sean del signo que sean y convertirlas en un algo bueno para la persona.
Automotivación. Habilidad para realizar cosas por uno mismo, sin la necesidad de ser impulsado por otros. Es decir, utilizar las emociones como acicates para el cambio, superar los retos, aumentar la confianza y el optimismo. Es también la capacidad para reconducir las emociones negativas hacia las metas y objetivos que nos proponemos.
Empatía. Capacidad para ponerse en la piel de otros, es decir, intentar comprender su situación, sentir lo que la otra persona está sintiendo para acercarnos a su perspectiva y comprenderle… Lo que se convierte en la mejor manera de acompañar y conducirle a un estado de optimismo y positividad.
Habilidades sociales. Capacidad para relacionarse con otras personas, ejercitando dotes comunicativas para lograr un acercamiento eficaz. También nos habla del interés sincero hacia la otra persona y el objetivo de entendernos, para ello es imprescindible desarrollar el respeto, el reconocimiento y el trabajo en equipo.
Asertividad. Saber defender las propias ideas, respetando las de los demás, enfrentarse a los conflictos en vez de ocultarlos, aceptar las críticas cuando pueden ayudar a mejorar. Se trata de declarar nuestras ideas o necesidades de forma empática. La asertividad nos coloca en el punto medio entre dos comportamientos polarizados: la pasividad (que nos llevaría a que otros decidan por nosotros o que no respeten nuestros derechos) y la agresividad (que surge cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas del otro).
Proactividad. Habilidad para tomar la iniciativa ante oportunidades o problemas, responsabilizándose de sus propios actos. Es la capacidad para anticiparnos a las problemáticas antes de que se presenten, tomar el control y actuar en lugar de reaccionar a lo que sucede. Es fundamental desarrollar esa actitud en el trabajo ya que una persona proactiva tiende a iniciar cambios y mejoras.
Creatividad. Competencia para observar el mundo desde otra perspectiva, diferente forma de afrontar y resolver problemas. Es la capacidad de crear nuevas ideas, conceptos o caminos que sean más originales e imaginativos. La creatividad está relacionada con la intuición y la apertura a lo desconocido.
Este conjunto de principios darán lugar a una mayor o menor inteligencia emocional. Por ejemplo, el hecho de que una persona pueda tener una mayor creatividad que otra no quiere decir que de forma intrínseca obtenga una mayor inteligencia emocional, ya que concurren otros factores como si la persona sabe explotar esa creatividad. Por el contrario, la falta de creatividad se puede ver compensada por una mayor automotivación.