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Algunos pasos a seguir:
Redefinir nuestra meta como empresa. Redefinir lo que se considera éxito empresarial y económico (hoy por hoy se consideran parámetros de beneficio financiero, de crecimiento, el PIB… son todos indicadores económicos y monetarios) Satisfacer las necesidades de las personas es el objetivo de la economía, el dinero es un medio, nunca puede ser un fin. Los indicadores deben medir ese objetivo de bienestar, no el medio (dinero PIB) ¿El PIB nos dice si el país está en guerra o en paz, si hay democracia, si hay justicia social, si hay libertad o igualdad?... No, porque no mide factores de la calidad de vida. Midamos la satisfacción de las necesidades, la calidad de vida. La nueva empresa debe buscar el bien común y contribuir en la medida que pueda al bienestar de la sociedad, a mayor resultado de la empresa mayor bien común, teniendo en cuenta la calidad en el trabajo, la igualdad de género, la conservación del medio ambiente, la inversión de los beneficios, el uso de los recursos, el tipo de producto que fabricamos o comercializamos, etc.
En ese nuevo marco en el que vamos a medir lo que vale, no el crecimiento monetario, tendríamos que apoyarnos en los valores para ver como la empresa responde a las necesidades de la sociedad teniendo como valores: la dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad, la justicia social, la democracia, la ecología, la protección medioambiental…
Eso generará coherencia entre los valores que compartimos y las reglas de la economía y nos enfrentará a una serie de reflexiones fundamentales en la búsqueda de principios éticos que ayuden a fomentar o mejorar las relaciones cotidianas: ¿Vendemos armas o comestibles? ¿Lo que producimos tiene sentido? ¿Es ecológico? ¿Los hombres y las mujeres tienen las mismas condiciones? ¿Cuáles son mis condiciones de trabajo? ¿Cómo se reparten los ingresos? ¿Participamos en las decisiones que nos afectan?
Una cuestión de Confianza
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La confianza es un bien cultural valioso (se está reduciendo de forma alarmante). Tenemos que comprometernos con disminuir el consumo de recursos que supongan un alto precio ecológico… ¿Qué huella ecológica estamos dejando? Todos tenemos derechos ecológicos y ahí están incluidas las generaciones futuras.
Crear espacios de encuentro (grupos de apoyo local, empresas, ongs, sindicatos, asociaciones, tejido social sano, etc.) Identificar y colocar los valores empresariales arriba, como un paraguas, con metas comunes. Mantener comunicaciones abiertas o asambleas democráticas. Practicar la escucha profunda. Nuevos métodos para tomar decisiones. Promover la Banca Ética. Y lo más decisivo: la voluntad de transformarse Las empresas deben ser liberadas de la coacción de crecer y tragarse mutuamente, es decir, mantener un tamaño óptimo, nada crece en la naturaleza eternamente. Pasar de la contra-petencia a la competencia. Promocionar la creación de empresas nuevas donde los valores personales coinciden con los de la empresa.
El mosaico del futuro:
“El viaje más largo empieza con el primer paso” –decía Laotse– y hay que intentar hacerlo sin perder la alegría de la vida.
Al igual que en otros sectores el mundo de la empresa también debe abrirse a una profunda transformación. Se hace necesario abrir foros y asambleas económicas de discusión de los nuevos modelos, la celebración de referéndums y acuerdos compartidos que consoliden los valores y tengan su refrendo en la legalidad de cada país y el apoyo y amparo de las instituciones internacionales.
La transparencia en los procesos y en la gestión de manera que todo el mundo pueda estar informado… y llegará un día en que los estados premiarán a las empresas con incentivos por sus productos éticos, por mantener su actividad dentro del marco local y regional, por ser justos y ecológicos, por el respeto a los derechos humanos… todo ello será contemplado -como propone Christian Felber- en el Balance del Bien Común. El Balance Financiero seguirá existiendo, tanto las empresas privadas como las públicas deben seguir manejando el dinero, la oferta y la demanda… pero esto será considerado sólo como un medio, no como el objetivo empresarial por excelencia.
Una nueva ética empresarial
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En la que están prohibidas una serie de acciones que hoy son práctica habitual:
Las inversiones financieras, la especulación. Tragarse a otras empresas Distribuir beneficios a personas que no trabajan en la empresa Donaciones a partidos políticos. Las decisiones deben tomarse de forma democrática, por ejemplo, por consenso sistémico: se mide la resistencia sobre 5 propuestas, la de menor resistencia gana.
Los extremos generan una resistencia mayor, hay que colocarse en la banda central.
Algo muy distinto a la situación que hoy vivimos a nivel planetario donde el 2% determina las reglas del juego en el mundo.
El 51% se sale con la suya.
Vivimos en un mundo mucho más joven, con sociedades con mayor educación, los avances tecnológicos nos proporcionan un mundo conectado (1 de cada 4 personas tiene acceso a Internet). Es el momento de la colaboración ciudadana, de la correcta utilización de los recursos, de los beneficios del compartir, de tener claro los conceptos local y global, de exigir transparencia en las acciones que nos afectan a todos, en mantener la neutralidad, en valorar la belleza que proporciona la diversidad y en alcanzar la autonomía personal y la autosuficiencia colectiva.
Para ellos será necesario tomar algunas medidas que garanticen el camino hacia ese cambio social, como, por ejemplo: