La comunicación desde el corazón



Maria Pinar Merino Martin

02/04/2023

La comunicación, dicen, es una habilidad humana pero también es un arte, algo que debemos trabajar para perfeccionarla, pues es la base para alcanzar unas relaciones interpersonales satisfactorias.

Ya sea en una interacción empresarial, familiar o de amistad, la comunicación es una herramienta importante que hemos de ir desarrollando a lo largo de nuestra vida. Cuando hablamos de comunicación nos referimos a todo aquello que nos permite mejorarnos a nosotros mismos, a los demás y al mundo que nos rodea.



Foto de Chandan Chaurasia en Unsplash
La forma más sincera y eficaz de comunicación es la comunicación desde el corazón, es decir, aquella en la que el corazón está comprometido. La mayoría de nosotros nos comunicamos con distintas personas a lo largo de día. A menudo, aunque intercambiamos palabras y gestos, o hacemos contacto visual, o telefoneamos, o enviamos un correo electrónico o usamos otros medios, pero nuestras interacciones con frecuencia pueden carecer de una comunicación auténtica porque no incorporan la calidez del corazón.
 
Normalmente, solo hacemos conexiones a un nivel superficial debido al mundo apresurado en el que vivimos. Las limitaciones de tiempo y el tener que enfocarnos en tantas direcciones pueden disminuir nuestra presencia en las comunicaciones e interacciones. Cualesquiera que sean las razones, todas tienen un tema común: la falta de tranquilidad

La tranquilidad

Foto de eniko kis en Unsplash
Cuando no actuamos desde un lugar cómodo, cuando no estamos tranquilos, en lugar de ser auténticos, nuestras interacciones pueden ser mecánicas y poco cuidadosas. En cambio, cuando nos acercamos a la vida desde la tranquilidad, estamos más presentes y somos más conscientes de las situaciones que vivimos y nuestra conexión con los demás es más profunda y genuina.  
 
La tranquilidad interior significa ralentizar la mente y las emociones para que la energía de nuestro corazón se incluya en nuestras interacciones. Cuando no estamos en el estado de tranquilidad interior, la conexión del corazón con los demás a menudo comienza a desvanecerse, pueden aparecer la impaciencia, el juicio, la crítica… e incluso el miedo… Todo este proceso va a afectar a nuestro sistema nervioso central y probablemente se generará una respuesta de estrés.
 
Cuando se producen desencuentros, falta de entendimiento o fricciones entre el emisor y el receptor se producen problemas de comunicación y se genera un mecanismo, casi automático de defensa, de no comunicar nuestros verdaderos sentimientos o emociones, creando así una desconexión y una separación emocional aún mayor.
 
Los problemas entre individuos, incluso cuando todos declaran que están bien, crea comunicaciones incómodas e inconexas, que apagan el corazón, bloquean la sinergia y ahogan las relaciones. A medida que practicamos relacionarnos con la vida y con los demás desde un lugar de tranquilidad interior, podemos prevenir y ajustar muchos de estos juegos tan habituales en las relaciones interpersonales.
 
Vivimos inmersos en un mar de energías que nos conectan y nos comunican a todos los niveles, pero sobre todo a nivel emocional. La velocidad a la que se producen los acontecimientos, la incertidumbre generalizada en la que vivimos hace que el “contexto” -que siempre ha sido considerado como un factor fundamental que influye a los seres humanos- se haya convertido hoy en algo determinante.

El silencio es oro

Foto de Anthony Tran en Unsplash
Desde hace décadas se vienen realizando experimentos dentro del campo de la psico-neurología para demostrar los beneficios de la meditación, la introspección, la respiración consciente o el silencio. 
 
Y es que en un mundo plagado de ruido y distracciones que cambia constantemente resulta difícil lograr el silencio exterior, pero sí podemos tomarnos unos minutos dos o tres veces al día para buscar el silencio interior. Se hace cada vez más necesario encontrar focos de quietud que benefician al funcionamiento de nuestro cerebro y nuestro cuerpo.
 
El silencio, por ejemplo, se ha revelado como un excelente aliado al que debemos recurrir a diario. Entre otros sus beneficios son:
 
El silencio alivia el estrés y la tensión, haciendo que disminuya el cortisol. Equilibra la energía mental favoreciendo respuestas más coherentes a los desafíos que nos presenta la vida. Afecta de forma positiva al sistema nervioso, al respiratorio y al cardiovascular principalmente. Favorece la regeneración neuronal. Baja las pulsaciones. Restablece la presión sanguínea Activa áreas cerebrales del hipocampo, como la memoria y el aprendizaje.
 
En un mundo ajetreado que cambia constantemente, el silencio exterior no siempre se puede lograr, pero puedes reducir sus efectos perjudiciales si logras el silencio interior durante el día. Tan solo hay que tomarse unos minutos dos o tres veces al día para ayudarnos a gestionar las tensiones diarias y por supuesto a tener una mejor comunicación con nosotros mismos y con los demás.

Comunicarse es cosa de dos

Respirar conscientemente durante un par de minutos y poner el foco en ir bajando la velocidad de los pensamientos, buscando una mente en calma, hasta que sintamos que nos invade un estado de tranquilidad interior permitirá que la mente y el corazón se alineen y al hacerlo podemos conectar más fácilmente con los demás.
 
La verdadera comunicación se produce cuando dejas que el corazón sea la guía de cuanto sientes, piensas, haces y dices… conectas primero contigo mismo, con tu interior, con tu esencia, y después eso se proyecta hacia los demás, que por resonancia sintonizarán con la misma energía y completarán el proceso.
 
Todos hemos experimentado en ocasiones la sensación de incomodidad cuando no somos capaces de establecer una buena comunicación, y la sensación de plenitud cuando lo logramos.
 
Cuando escuches respira tranquilo, focaliza tu intención en llegar a una verdadera conexión con tu interlocutor, eso te ayudará a percibir la esencia de lo que estás escuchando, más allá de las palabras hay gestos imperceptibles, tonos de voz, silencios, etc. observa con toda tu atención y así evitarás que la mente te arrastre con sus juicios, sus etiquetas, sus esquemas mentales prefijados. Espera, deja que la otra persona termine de hablar, acalla tu diálogo interno.
 
Cuando hables respira también tranquilo/a y pon tu foco en llegar al entendimiento… no se trata de que tu hables muy bien sino de que la otra persona te entienda, imagina que tus palabras salen envueltas en la energía del corazón y que eres capaz de expresar tus auténticos sentimientos.






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