Photo by National Cancer Institute on Unsplash
Sentí mucho no poder despedirme de él, no le vi los últimos días de mi estancia en el hospital, tal vez lo habían trasladado… Cuando salí de mi habitación, con mi mascarilla puesta y mi mochila vi al personal sanitario haciéndome el pasillo y aplaudiendo por mi alta… ese día estaban de enhorabuena: ¡habían dado tres altas en la planta! Sentí una emoción indescriptible, mucha alegría y mucha gratitud. Tras nuestras mascarillas todos sonreíamos… bueno, yo sonreía y lloraba a la vez mientras repetía una y otra vez: gracias, gracias, gracias, ¡cuidaos mucho!
Sabía que podía localizar a Rafael, tenía su correo electrónico, su blog y el video de YouTube donde él hacía una pequeña grabación optando a un casting de El Circo del Sol. Ya escribí en mi anterior artículo la medicina curativa que fueron aquellas notas del pequeño fragmento del Ave María de Schubert que yo escuchaba cada día mientras veía a través del ventanal como el mundo entero se iba enlenteciendo cada vez más. Apenas circulaban coches por la M-50. No había gente paseando por el parque… Todo se iba quedando quieto, silencioso, parado.
Sabía que podía localizar a Rafael, tenía su correo electrónico, su blog y el video de YouTube donde él hacía una pequeña grabación optando a un casting de El Circo del Sol. Ya escribí en mi anterior artículo la medicina curativa que fueron aquellas notas del pequeño fragmento del Ave María de Schubert que yo escuchaba cada día mientras veía a través del ventanal como el mundo entero se iba enlenteciendo cada vez más. Apenas circulaban coches por la M-50. No había gente paseando por el parque… Todo se iba quedando quieto, silencioso, parado.
Fragmento del Ave María
Le envié el audio que grabé, cuando me dieron el alta y llegué a casa, y que luego dio origen al artículo que se publicó la semana pasada. También le envié el enlace del artículo en el que le mencionaba y donde yo transcribía “en caliente” la experiencia que acababa de vivir en las últimas dos semanas:
https://www.revistaconcienciaglobal.com/Una-experiencia-inesperada_a497.html
https://www.revistaconcienciaglobal.com/Una-experiencia-inesperada_a497.html
Le desee de corazón que la vida le proporcionara amor, salud, alegría y mucha felicidad.
La respuesta del cuidador
“Estimada María:
¡Cuánto me ha alegrado tu correo! Muchísimas gracias por tus palabras y por compartir esta experiencia del corazón, no solo conmigo, sino con todos. Es sin duda éste un tiempo fuerte en el que hemos de encontrarnos con nosotros mismos, algo para lo que no nos preparan, más bien se nos educa en la alienación permanente, una reflexión como la tuya alienta la esperanza.
Personalmente, quiero agradecerte el detalle de citarme en tu escrito. Es de gran ayuda ver como las acciones que para uno pueden ser normales, para otra persona, en según qué momento, pueden suponer la diferencia y eso, en una labor como la nuestra, es todo un reconocimiento que alienta a seguir adelante siempre, con renovadas energías, ésas que en estos días a veces flaquean, pues, como bien sabes, los días se van haciendo largos y, aunque sabemos que un día más supone un día menos, a la larga no deja de ser un día más; por eso, leerte y sentir que somos parte real de la solución, es un consuelo inmenso en medio de estos días inciertos. Gracias.
Celebro que estés bien y que sigas mejorando y confío en que todo te vaya genial. Aunque tus últimos días en el hospital no me vieses, un día me pilló librando y los otros me tocó llevar el otro lado de la unidad, estuve pendiente de tu proceso.
Sabes que con el paso de los días todo se volvió más caótico, la presión asistencial aumentó de manera tremenda y tuvimos que empezar a doblar habitaciones, lo que hizo que vosotros "vierais" más caras nuevas, los "viejos" de la planta tuvimos además que liderar y coordinar todo ese aluvión de compañeros nuevos, todos, por cierto, llenos de vitalidad y ganas, lo que también es una ayuda inestimable.
Ha sido un honor haber podido serte de ayuda y de corazón te agradezco tus palabras y reflexiones, cuanto todo esto pare y tenga más tiempo leeré los contenidos de la revista con calma, pues como comprenderás, en mitad de este encierro para la mayoría, los pocos que seguimos saliendo a la calle, paramos poco.
Un abrazo muy fuerte.”
Rafael Arrabe Murillo
Twitter @RamZeoy
Ramcv1987.blogspot.com
Le pedí permiso a Rafaél para publicar este correo. He aquí su respuesta.
“¡Jo!, muchísimas gracias. Espero de corazón que esto ayude a muchas personas.
Nada pasa por casualidad.
Un abrazo muy fuerte.”
Mi intención, al publicar este testimonio, es que mi experiencia sirva como un pequeño homenaje de reconocimiento a todos esos profesionales que están empeñados en una ingente labor de atención y ayuda; muchos de ellos son tan sólo unos ojos tras las gafas o la escafandra, desconocidos sin facciones que están tan cerca como pueden para ayudar a recuperar la salud a cuantos la han perdido.
Cada uno con sus formas, con sus habilidades sociales para comunicarse, con su capacidad para expresar o no sus emociones, cada uno desde el lugar donde está posicionado, con sus propios miedos e inseguridades o con su coraje y sus fortalezas intactas cada nuevo día… pero siempre fieles al desempeño de su trabajo, que no es uno cualquiera, ya que ellos son conscientes de que tienen entre manos lo más preciado de un ser humano: su vida.
¡Cuánto me ha alegrado tu correo! Muchísimas gracias por tus palabras y por compartir esta experiencia del corazón, no solo conmigo, sino con todos. Es sin duda éste un tiempo fuerte en el que hemos de encontrarnos con nosotros mismos, algo para lo que no nos preparan, más bien se nos educa en la alienación permanente, una reflexión como la tuya alienta la esperanza.
Personalmente, quiero agradecerte el detalle de citarme en tu escrito. Es de gran ayuda ver como las acciones que para uno pueden ser normales, para otra persona, en según qué momento, pueden suponer la diferencia y eso, en una labor como la nuestra, es todo un reconocimiento que alienta a seguir adelante siempre, con renovadas energías, ésas que en estos días a veces flaquean, pues, como bien sabes, los días se van haciendo largos y, aunque sabemos que un día más supone un día menos, a la larga no deja de ser un día más; por eso, leerte y sentir que somos parte real de la solución, es un consuelo inmenso en medio de estos días inciertos. Gracias.
Celebro que estés bien y que sigas mejorando y confío en que todo te vaya genial. Aunque tus últimos días en el hospital no me vieses, un día me pilló librando y los otros me tocó llevar el otro lado de la unidad, estuve pendiente de tu proceso.
Sabes que con el paso de los días todo se volvió más caótico, la presión asistencial aumentó de manera tremenda y tuvimos que empezar a doblar habitaciones, lo que hizo que vosotros "vierais" más caras nuevas, los "viejos" de la planta tuvimos además que liderar y coordinar todo ese aluvión de compañeros nuevos, todos, por cierto, llenos de vitalidad y ganas, lo que también es una ayuda inestimable.
Ha sido un honor haber podido serte de ayuda y de corazón te agradezco tus palabras y reflexiones, cuanto todo esto pare y tenga más tiempo leeré los contenidos de la revista con calma, pues como comprenderás, en mitad de este encierro para la mayoría, los pocos que seguimos saliendo a la calle, paramos poco.
Un abrazo muy fuerte.”
Rafael Arrabe Murillo
Twitter @RamZeoy
Ramcv1987.blogspot.com
Le pedí permiso a Rafaél para publicar este correo. He aquí su respuesta.
“¡Jo!, muchísimas gracias. Espero de corazón que esto ayude a muchas personas.
Nada pasa por casualidad.
Un abrazo muy fuerte.”
Mi intención, al publicar este testimonio, es que mi experiencia sirva como un pequeño homenaje de reconocimiento a todos esos profesionales que están empeñados en una ingente labor de atención y ayuda; muchos de ellos son tan sólo unos ojos tras las gafas o la escafandra, desconocidos sin facciones que están tan cerca como pueden para ayudar a recuperar la salud a cuantos la han perdido.
Cada uno con sus formas, con sus habilidades sociales para comunicarse, con su capacidad para expresar o no sus emociones, cada uno desde el lugar donde está posicionado, con sus propios miedos e inseguridades o con su coraje y sus fortalezas intactas cada nuevo día… pero siempre fieles al desempeño de su trabajo, que no es uno cualquiera, ya que ellos son conscientes de que tienen entre manos lo más preciado de un ser humano: su vida.
Un viaje desde lo personal a lo social
Cuando todo esto pase, cuando la experiencia se haya asentado y cada uno sea capaz de extraer el aprendizaje que esta crisis inesperada nos ha proporcionado, habrá tiempo para tener una charla amistosa en la que compartiremos nuestros procesos personales y nos atreveremos a establecer alguna analogía con el proceso social.
Cuando todo esto pase y podamos estrecharnos la mano o darnos un abrazo, será el momento de establecer una nueva escala de valores, donde siempre pongamos a las personas por encima de las cosas, donde el bien común esté siempre por encima del individual, donde tomemos conciencia de la tremenda interrelación e interdependencia que tenemos unos de otros, donde nos sintamos parte de una única familia: la humanidad, habitando en una casa común: la Tierra.
Cuando todo esto pase y podamos estrecharnos la mano o darnos un abrazo, será el momento de establecer una nueva escala de valores, donde siempre pongamos a las personas por encima de las cosas, donde el bien común esté siempre por encima del individual, donde tomemos conciencia de la tremenda interrelación e interdependencia que tenemos unos de otros, donde nos sintamos parte de una única familia: la humanidad, habitando en una casa común: la Tierra.