La Consciencia y la Conciencia



Maria Pinar Merino Martin

06/10/2019

Consciencia y Conciencia son dos términos que se usan con frecuencia de forma indistinta y eso crea bastante confusión pues hace que no sea fácil conocer cuál es el significado de una y otra palabra. A grandes rasgos podríamos incluir la Consciencia como objeto de estudio de la neurociencia y la psicología y la Conciencia sería más objeto de estudio de la filosofía.



Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Una definición que a mí me gusta especialmente es: LA CONSCIENCIA ES SABER… LA CONCIENCIA ES SER.
 
Vayamos por partes, la Consciencia es saber y tiene un ámbito externo (apreciar tu realidad, percibir los estímulos, observar, conocer, saber), pero también una dimensión interna (reconocer los procesos internos).
 
La Conciencia también tendría dos vertientes, por un lado, la moral o la ética interna, que se manifiesta en el sentimiento de responsabilidad, donde se asientan los valores, etc. Y, por el otro, la integración o asimilación del bagaje constante que recibe de la Consciencia. Es decir, el conocimiento o la sabiduría aportado por la Consciencia nutriría a la Conciencia de tal manera que permitiría a la persona manifestarse desde una octava mayor.
 
En este sentido, a medida que la Consciencia fuese creciendo y ese conocimiento fuese poniéndose en práctica la Conciencia también aumentaría y permitiría la aparición de un ser más evolucionado. 
 
Ser consciente de los propios actos, por ejemplo, involucraría en un principio a la consciencia, a saber, a conocer el porqué de mi realidad, de las cosas que hago, de lo que pienso, de mis impulsos, etc. Después, al integrar y vivir de acuerdo a todo lo aprendido entraría en juego la Conciencia que habría incorporado los saberes y a partir de ahí podría manifestarme desde ese nuevo corpus de conocimiento asimilado. 
 
Si la Conciencia, como decía el filósofo Blaise Pascal, es el mejor libro de moral/ética que tenemos, a medida que fuese creciendo y ampliándose la persona tendría más posibilidades de conocer internamente si lo que pensamos, decimos, hacemos o sentimos es correcto o no. Desde este punto de vista la Conciencia no tendría ese perfil religioso que algunos filósofos le dan y que lo asimilan a una virtud, sino que sería algo bastante más amplio: Una persona con Conciencia sería alguien con una escala de valores éticos que vive de acuerdo a ellos.
 
William James, representante de la psicología norteamericana, estudió la Conciencia y la Consciencia e intentó comprender las diferencias entre ambos términos. Para él la Consciencia es subjetiva, por lo tanto, no tiene que ver con la ética o la moral sino con un proceso personal donde uno es consciente de sus propios pensamientos, de su realidad interna, forma parte de un proceso personal e individualizado; por otra parte la Consciencia está en constante cambio porque se relaciona con el pensamiento y recibe múltiples estímulos e información que la mente gestiona y procesa;  y lo hace además de forma selectiva eligiendo lo que más interesa a la persona en un momento determinado e ignorando lo demás.
 
Christof Koch, un neurocientífico norteamericano experto en el estudio de la Consciencia y de sus bases neuronales hace una diferencia entre la Consciencia primaria (percepciones, sensaciones, memoria, pensamientos, deseos, sueños, etc.) y la Consciencia reflexiva (observar la propia mente, saber qué somos, qué sabemos, qué ocurre en nuestro interior).
 
En cualquier caso, Consciencia y Conciencia son dos dimensiones interesantes del ser humano que
“nos hacen ser conscientes de que somos algo más que huesos, músculos, células y una piel que nos envuelve”, como expresó el biólogo ingles Thomas Huxley.
 
A grandes rasgos podríamos decir que la Conciencia entraría dentro del ámbito de la filosofía, mientras que la Consciencia sería objeto de estudio de la neurociencia.

Diez reflexiones sabias sobre el tema de la consciencia

“Si queremos cambiar el mundo, primero debemos cambiar nuestra manera de verlo” Que en el pasado este cambio de consciencia sólo sucedió a un número muy reducido de personas, sin embargo, en la actualidad el cambio de consciencia se da a una escala mucho mayor”. E. Tolle.
 
“Darse cuenta de lo que hay que hacer, y no hacerlo, es cobardía”. Confuncio.
 
“La consciencia es la presencia de Dios en el hombre”. E. Swedenborg.
 
“El valor sin consciencia es una fiera salvaje”. Robert G. Ingersoll.
 
“… esa chispita del fuego celeste, la consciencia”. George Washington.
 
“Que peligrosa es la inconsciencia! Para liberarte de los prejuicios solo tienes la consciencia. Es la consciencia la que te puede liberar. Siempre serás esclavo de las cosas de las que no eres consciente”. Anthony de Mello.
 
“La conciencia es la brújula del hombre”. Vincent Van Gogh.
 
“La finalidad del arte es dar a la gente un mayor nivel de conciencia”. Brassai (Gyula Halász).
 
“La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo.” William Shakespeare.
 
“Conciencia es la voz silenciosa de tu ser interior que no te deja ni de día ni de noche, ni en la vigilia ni en el sueño esperando que lo escuches”. Vásquez.
 
“Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación, porque tu conciencia es lo que tu eres y tu reputación es lo que otros piensan de ti. Lo que otros piensan de ti es problema de ellos”. Albert Einstein

Los 5 sentidos y los suprasentidos

Photo by Daniil Kuželev on Unsplash
Nuestra mente trabaja con los cinco sentidos físicos: vista, oído, tacto, olfato y gusto, pero también con el sentido del equilibrio y la propiocepción (sentido que informa al organismo de la posición de los músculos); sin embargo, cuando incluimos la inteligencia del corazón estos sentidos físicos adquieren una octava mayor y el acto de ver se transforma en mirar, el de oír en escuchar, el de tocar en contactar, el de oler en percibir y el de gustar en sintonizar. Es en el “cerebro del corazón” el marco donde se desarrollan los suprasentidos.
 
Ahora bien, para que afloren esas facultades, las tradiciones espirituales apuntan a que es necesario que el ser humano transmute los pensamientos, emociones y sentimientos negativos en otros más positivos y elevados como la compasión, la solidaridad, el altruismo, la unión, el amor incondicional, etc. Son precisamente los pensamientos, emociones y sentimientos positivos los que activarán nuevas áreas cerebrales inexploradas hasta ahora y que están aflorando en los últimos años.
 
Podríamos decir que los próximos hitos en el desarrollo de la mente humana pasarán por el desarrollo de capacidades que están latentes en todos los seres humanos y que son una extensión de los sentidos físicos reconocidos. Las áreas a conquistar nos las han fijado los científicos: la telepatía, la clarividencia, la clariaudiencia, la telequinesis, el manejo de la energía a distancia, las capacidades de sanación, las premoniciones, la intuición, la capacidad de percibir la energía de personas, animales o plantas, los sueños premonitorios… y un sinfín de facultades que irán aflorando en la medida en que el ser humano sea capaz de reordenar su escala de valores con una nueva ética acorde a su momento evolutivo, cuando aprenda a poner a las personas por encima de las cosas, cuando busque el bien común por encima del individual y cuando descubra que forma parte de una gran familia (la humanidad) y que habita un hogar común (la Tierra).






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