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Porque vamos a ver, ¿tú tomas azúcar? pues mal, ¿edulcorantes? fatal, ¿comes carne? peor, ¿comes pescado? regular, ¿todavía comes pan? ¡qué horror! ¿y embutidos como el chorizo, la morcilla, el jamón de pata negra...? eso está prohibidísimo, ni tocarlo. Los lácteos no son buenos, ya se sabe, pero el queso bien curado.... ¡que está bien curado! ¿Y el vino? un poquito y con moderación, no vaya a ser que te guste... ¡Por Dios, que lo inventó Noé!
Cada vez me encuentro con más gente, sobre todo en los cursos que imparto, que me preguntan si soy vegetariano, y la verdad es que cada vez lo soy más, porque la carne casi ni la pruebo, ni la de pollo, pero no me gusta que me miren mal por cosas que, desde mi punto de vista, pertenecen a una forma de ser natural, la que muchos hemos «mamado» desde pequeños y eso que, en mi infancia, comer pollo era un lujo, sin mencionar a un buen filete de ternera...
La verdad es que cada día me gustan más las verduras, las legumbres, las frutas… pero no por una cuestión vegetariana sino porque me gustan y ya está. Admiro a quienes diseñaron los millones de vegetales que existen para servir de alimento a los que vivimos en este planeta. Pero no olvidemos que, en los albores de la humanidad, había que comer de todo para sobrevivir y gracias a ello la humanidad no desapareció… No me imagino yo a un ser humano primitivo diciéndole a otro: “¡Oye, no te comas los riñones de ese jabalí, que tienen mucho ácido úrico y te puede dar gota.., mejor te comes unas cuantas zanahorias que van bien para la vista!”. Hasta que a alguien se le ocurrió asar al jabalí y ponerle zanahorias de guarnición pasaron muchos cientos de años y hasta hace muy poco comer verduras era lo indicado para los enfermos…
Hay pueblos de la Tierra que no tienen mucho que comer, por lo que no hacen distingos de lo que deben o no llevarse a la boca y los occidentales nos llevamos las manos a la cabeza al ver las cosas que se comen algunas gentes. Claro que, al parecer –y según los grandes chefs que aparecen en los programas de televisión-, comer grillos, larvas de bichos, gusanos y otras lindezas gastronómicas es una exquisitez digna del mejor restaurante.
¿Y por qué digo todo esto? pues por los fundamentalismos alimentarios. Pero es que comer sano no está reñido con comer de todo, cuanta menos carne mejor, por supuesto, pero sin fundamentalismos, sin miradas de reprobación si, de pronto, te comes un bocata de calamares o de jamón serrano.
Hay cosas peores que comerse un entrecot de buey y si no reparemos en los pensamientos destructivos como, por ejemplo, la envidia, la maledicencia, la agresividad verbal y la física, la prepotencia, el abuso de poder y la manipulación política, la tiranía a la que a veces nos someten los hijos o los padres... Los malos pensamientos son más nocivos, a nivel físico, que una pierna de cordero asada a la segoviana, doy fe.
Cada vez me encuentro con más gente, sobre todo en los cursos que imparto, que me preguntan si soy vegetariano, y la verdad es que cada vez lo soy más, porque la carne casi ni la pruebo, ni la de pollo, pero no me gusta que me miren mal por cosas que, desde mi punto de vista, pertenecen a una forma de ser natural, la que muchos hemos «mamado» desde pequeños y eso que, en mi infancia, comer pollo era un lujo, sin mencionar a un buen filete de ternera...
La verdad es que cada día me gustan más las verduras, las legumbres, las frutas… pero no por una cuestión vegetariana sino porque me gustan y ya está. Admiro a quienes diseñaron los millones de vegetales que existen para servir de alimento a los que vivimos en este planeta. Pero no olvidemos que, en los albores de la humanidad, había que comer de todo para sobrevivir y gracias a ello la humanidad no desapareció… No me imagino yo a un ser humano primitivo diciéndole a otro: “¡Oye, no te comas los riñones de ese jabalí, que tienen mucho ácido úrico y te puede dar gota.., mejor te comes unas cuantas zanahorias que van bien para la vista!”. Hasta que a alguien se le ocurrió asar al jabalí y ponerle zanahorias de guarnición pasaron muchos cientos de años y hasta hace muy poco comer verduras era lo indicado para los enfermos…
Hay pueblos de la Tierra que no tienen mucho que comer, por lo que no hacen distingos de lo que deben o no llevarse a la boca y los occidentales nos llevamos las manos a la cabeza al ver las cosas que se comen algunas gentes. Claro que, al parecer –y según los grandes chefs que aparecen en los programas de televisión-, comer grillos, larvas de bichos, gusanos y otras lindezas gastronómicas es una exquisitez digna del mejor restaurante.
¿Y por qué digo todo esto? pues por los fundamentalismos alimentarios. Pero es que comer sano no está reñido con comer de todo, cuanta menos carne mejor, por supuesto, pero sin fundamentalismos, sin miradas de reprobación si, de pronto, te comes un bocata de calamares o de jamón serrano.
Hay cosas peores que comerse un entrecot de buey y si no reparemos en los pensamientos destructivos como, por ejemplo, la envidia, la maledicencia, la agresividad verbal y la física, la prepotencia, el abuso de poder y la manipulación política, la tiranía a la que a veces nos someten los hijos o los padres... Los malos pensamientos son más nocivos, a nivel físico, que una pierna de cordero asada a la segoviana, doy fe.
A veces, oigo a alguien decir cosas como: ¡Cada vez que veo esto se me envenena la sangre…! Y lo curioso es que es verdad, que la sangre se envenena, que hay muchos elementos en nuestro organismo dispuestos a llamarnos la atención cuando no conseguimos relativizar y asimilar lo que el día a día nos trae ante nuestros ojos u oídos. Por tanto, ver el telediario mientras comemos, es algo muy pernicioso para la salud, mucho más que el filete que nos estemos comiendo en ese momento.
En fin, amigos, que si la humanidad ha llegado hasta hoy comiendo de todo por algo será. Yo, por si acaso, voy a intentar comer poco de cosas raras como insectos o porquerías de esas, porque son cosas que no me gustan, prefiero una buena tortilla de patatas con cebolla acompañada de una rica ensalada que tenga de todo, pero eso sí, cuando me vaya a dormir enviaré mis mejores pensamientos a todos los que quiero, eso me hará dormir sin pesadez digestiva.