Photo by Mantas Hesthaven on Unsplash
La Naturaleza nos está mostrando constantemente que la vida es consecuencia de la muerte y viceversa, que lo que muere no es más que la envoltura que da forma física a ese otro ser que se compone de energías, sentimientos y emociones. Que la vida es la oportunidad de encontrar respuestas a los eternos interrogantes que todo ser consciente se ha planteado alguna vez y que la muerte es un periodo de reflexión entre dos interrogantes, entre dos oportunidades de seguir aprendiendo, de seguir evolucionando.
Todos, tarde o temprano, hemos de morir, pero dependerá de la consciencia que tengamos en ese momento que el tránsito sea ligero y provechoso o lento y angustioso. Al fin y al cabo, tan sólo se trata de pasar a los bastidores del teatro de la vida en compañía de otros «actores» que nos precedieron, a la espera de volver a entrar en escena a representar nuestro próximo papel en otra obra, en otra vida... quizás con la misma compañía de actores pero con un nivel de consciencia superior, adaptado a la realidad que impere en ese momento.
Pues bien, en el desarrollo de esta obra de teatro que es mi actual vivencia en el mundo físico, he de decir que el nacimiento de mis nietos también ha sido algo importante en mi vida. Unos se van y otros llegan -así es el juego de la vida-y eso me hizo pensar que realmente quienes hemos o han adquirido un cierto nivel de consciencia, sabemos que estamos de paso tratando de dejar un mundo mejor del que encontramos al nacer. Por tanto, en mi opinión, es importante centrar nuestra atención en aquellas cosas y personas que pueden hacer de este planeta un lugar donde los espíritus evolucionados deseen nacer.
Las nuevas generaciones de niños vienen ya con muchas lecciones aprendidas, sobre todo las tecnológicas y es necesario, por tanto, que quienes hayamos ido adquiriendo una visión más amplia del ser humano que la meramente tecnológica, inculquemos en nuestros descendientes la necesidad de desarrollar valores que son los que realmente nos hacen personas y no robots.
Nos sorprendemos al ver como un niño de dos años o incluso menos sabe utilizar un mando a distancia, un móvil o una tablet y no nos sorprendemos tanto cuando un crío un poco mayor se cuestiona aspectos del ser humano que a algunos nos ha costado décadas cuestionarnos. Esto quiere decir que vienen abiertos al conocimiento integral y que es nuestra responsabilidad y la de nuestros dirigentes el potenciar esas capacidades innatas que hagan al ser humano del futuro un ser cósmico, capaz de relacionarse de tú a tú con otras civilizaciones que con toda seguridad nos visitarán en un futuro próximo.
Los personajes que han marcado una pauta ética en esta sociedad y que nos han ido abandonando han dejado, sin embargo, el terreno perfectamente preparado para que quienes van llegando con una forma de ver la vida más integral, puedan plantar semillas que permitan a este planeta, y a quienes lo habitan, alcanzar un nivel evolutivo superior al actual. Esto traerá como consecuencia que con toda seguridad seremos más libres, más inteligentes y más preparados para formar parte de organizaciones que han estado velando por la evolución de este planeta desde hace más de 100 años.
Gracias a todos ellos seremos seres humanos con una inteligencia global regida por el corazón, que es la llave para poder relacionarnos armónicamente entre nosotros y con quienes han sido nuestros guardianes.
Todos, tarde o temprano, hemos de morir, pero dependerá de la consciencia que tengamos en ese momento que el tránsito sea ligero y provechoso o lento y angustioso. Al fin y al cabo, tan sólo se trata de pasar a los bastidores del teatro de la vida en compañía de otros «actores» que nos precedieron, a la espera de volver a entrar en escena a representar nuestro próximo papel en otra obra, en otra vida... quizás con la misma compañía de actores pero con un nivel de consciencia superior, adaptado a la realidad que impere en ese momento.
Pues bien, en el desarrollo de esta obra de teatro que es mi actual vivencia en el mundo físico, he de decir que el nacimiento de mis nietos también ha sido algo importante en mi vida. Unos se van y otros llegan -así es el juego de la vida-y eso me hizo pensar que realmente quienes hemos o han adquirido un cierto nivel de consciencia, sabemos que estamos de paso tratando de dejar un mundo mejor del que encontramos al nacer. Por tanto, en mi opinión, es importante centrar nuestra atención en aquellas cosas y personas que pueden hacer de este planeta un lugar donde los espíritus evolucionados deseen nacer.
Las nuevas generaciones de niños vienen ya con muchas lecciones aprendidas, sobre todo las tecnológicas y es necesario, por tanto, que quienes hayamos ido adquiriendo una visión más amplia del ser humano que la meramente tecnológica, inculquemos en nuestros descendientes la necesidad de desarrollar valores que son los que realmente nos hacen personas y no robots.
Nos sorprendemos al ver como un niño de dos años o incluso menos sabe utilizar un mando a distancia, un móvil o una tablet y no nos sorprendemos tanto cuando un crío un poco mayor se cuestiona aspectos del ser humano que a algunos nos ha costado décadas cuestionarnos. Esto quiere decir que vienen abiertos al conocimiento integral y que es nuestra responsabilidad y la de nuestros dirigentes el potenciar esas capacidades innatas que hagan al ser humano del futuro un ser cósmico, capaz de relacionarse de tú a tú con otras civilizaciones que con toda seguridad nos visitarán en un futuro próximo.
Los personajes que han marcado una pauta ética en esta sociedad y que nos han ido abandonando han dejado, sin embargo, el terreno perfectamente preparado para que quienes van llegando con una forma de ver la vida más integral, puedan plantar semillas que permitan a este planeta, y a quienes lo habitan, alcanzar un nivel evolutivo superior al actual. Esto traerá como consecuencia que con toda seguridad seremos más libres, más inteligentes y más preparados para formar parte de organizaciones que han estado velando por la evolución de este planeta desde hace más de 100 años.
Gracias a todos ellos seremos seres humanos con una inteligencia global regida por el corazón, que es la llave para poder relacionarnos armónicamente entre nosotros y con quienes han sido nuestros guardianes.