Eso que llamamos suerte



Luis Arribas Mercado

18/02/2025

Se habla con frecuencia de una cosa llamada suerte. Eso que se llama suerte es el resultado de todo un proceso donde el programa evolutivo está presente. Los juegos de azar no son otra cosa que una petición al Cosmos para que ponga en marcha el proceso que te lleve o no a conseguir lo que deseas.



Foto de Quentin Rey en Unsplash
. En la estructura del alma hay un apartado para la suerte. En ese apartado reside una de las energías del alma: la intuición. La intuición es una especie de paraguas donde se cobijan prácticamente todas las manifestaciones de la psique profunda, esa especie de crisol donde se encuentran conviviendo las llamadas facultades paranormales.

La fe, que es otra de las energías del alma, tal como yo la entiendo, no es creer en lo que no se ve, sino creer en lo que se siente. Seguir los dictados del corazón es una de las muestras más palpables de la fe, sobre todo en uno mismo.

¿Quién decide que una persona tenga suerte?, ¿quién determina el grado de suerte que una persona vaya a tener? Una hipótesis dice que es cada uno antes de nacer el que determina si va a tener suerte en la vida, en el juego, en el amor... y, posiblemente también, cada quien habrá tenido en cuenta las consecuencias, no siempre positivas, que el tener suerte acarrea.

La energía que suele faltar en cualquier caso es la entrega personal, pero no hablo de generosidad ni de altruismo, hablo de darse uno mismo y eso tiene muchos matices y formas de expresión, pero todo el mundo sabe lo que es entregarse. Normalmente, la gente lo resume en una frase: «hágase tu voluntad». Esa disposición a permitir que se manifieste el programa de vida, sin cortapisas ni condicionamientos mentales, es una de las maneras más sinceras de entrega, porque no olvidemos que, lo sepamos conscientemente o no, estamos condicionados por el programa de vida que diseñamos antes de nacer, así que las palabras «Hágase tu voluntad» se están refiriendo a la voluntad expresada por nosotros mismos a la hora de confeccionar el programa de vida que queríamos realizar en la presente existencia. Cada vez que actuamos en contra de ese programa sufrimos, y cuando vamos a favor del mismo, somos felices. Ese es el baremo que debemos tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Hay palabras que en nuestro lenguaje son significativas y que tratan de bajar la energía a la hora de utilizar el libre albedrío. Estas palabras pueden ser: hipocresía, cinismo, odio, dejación, envidia y una que tal vez os sorprenda: atropello (abuso de autoridad). Este concepto es el que está provocando las crisis de todo tipo que se están produciendo en nuestra sociedad, porque quienes ostentan el poder económico están «atropellando» al ser humano y la consecuencia será una reacción de repulsa que se propagará como el fuego en un bosque por todo el planeta. La forma en que nuestro mundo está siendo dirigido no es precisamente la más evolutiva y eso siempre es un riesgo de difícil control.

He elegido sólo unas pocas, pero hay muchas más. Esas palabras encierran conceptos involutivos y son consumidoras de una gran cantidad de energía, porque son como los programas residentes de un ordenador que influyen permanentemente en nuestra capacidad de decisión.

Siendo conscientes de nuestras potencialidades, que forman parte de las energías del alma y de la psique, podemos ir reprogramando ese programa residente y cambiar así la influencia a la hora de tomar decisiones. Por supuesto, la falsa humildad no nos ayudará en este proceso, donde es fundamental el reconocimiento de las potencialidades personales.






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