Foto de Clarisse Meyer en Unsplash
“En ocasiones siento vuestro miedo a no hacer lo correcto y siento vuestros deseos de no escuchar la voz interior y sólo os puedo decir que quienes han arriesgado son los que han servido de referencia a vuestra humanidad y han entrado en la historia. tenéis ahora la oportunidad de ser fieles a vuestro compromiso.
Otras veces percibo como, en vuestros mejores momentos no os ocupáis de mirar lejos y eso genera miopía. la miopía del corazón hace que no demos los pasos con seguridad y que no veamos a los que nos acompañan. Mirad mi cayado, está liso, porque lo he acariciado mucho y me he servido de él cuando me quedé ciego.
¿Sabéis por qué me quedé ciego? porque no me importaba demasiado lo que el corazón me mostraba. Ahora, después de haber visto que el corazón es lo importante, os aconsejo que os apoyéis en el cayado de la confianza interna, la fe en vuestras posibilidades y cualidades y que lo uséis mucho, hasta que lo dejéis suave”.
A los que están sentados en el suelo más próximos a él les dice:
“Coged con la mano la punta de mi túnica, veréis que es de lino, no de cualquier tejido y es de lino porque con el tiempo pude comprobar que el lino era lo mejor para las túnicas.
Algunos sois un poco sibaritas, sin embargo, no tenéis cuidado con la “ropa” con la que os cubrís. Parece que os da igual la imagen que proyectáis, pero hay que tener en cuenta que en los mundos del corazón sí importa la ropa que vestís y ahora tenéis delante de vosotros la oportunidad de vestir vuestro corazón elegantemente.
Mirad a vuestro alrededor. Ese es el mundo, esos son vuestros territorios, esas son vuestras perspectivas y vuestras promesas, eso es lo que anhelabais desde pequeños y ahí lo tenéis, para construir (ese mundo) cada día mejor de lo que está.
Tenéis delante cada día nuevos retos, pero sed conscientes de que los inconformistas y los boicoteadores están esperando. No os dejéis presionar por ellos, tenéis el mundo en la mirada así que no cerréis los ojos.
Tomaos de las manos, sentid la temperatura de la piel del otro. Tomad consciencia de que vuestras manos pueden expresar calidez, al igual que vuestras palabras y vuestros gestos. Calidez del corazón que hace posible que la comunicación, más allá de las palabras, se produzca.
Los caminantes del corazón tenéis ante vosotros un reto importante: llevar la ilusión por el conocimiento a quienes lo están necesitando. Ese trabajo abre las puertas de la mente y calienta el corazón y, de esa alquimia, surge el amor por saber y compartir de los que escuchan.
Sed conscientes del papel de puente que estáis interpretando y amadlo.
Por último, quisiera deciros que a veces creemos que la espiritualidad es mirar hacia otro lado distinto del que miran los demás. Cada uno de vosotros sois personas especiales porque queréis que la vida sea reflejo del corazón y tratáis de vivirlo. Fijaos bien porque a veces estáis mirando hacia un lugar opuesto del que en teoría miro yo, pero en un momento determinado sé que nuestras miradas se encontrarán.
La vida os tiene reservadas muchas sorpresas, casi todas agradables, pero para disfrutarlas primero tendréis que quereros más a vosotros mismos y pensar y sentir que miréis donde miréis terminaréis por encontraros”.
El venerable se levanta con gesto solemne y se va acercando a cada uno de los caminantes reunidos. Coloca su mano izquierda sobre tu corazón y la derecha sobre la parte superior de tu cabeza, las fontanelas, y su voz resuena en el salón, pero también en el interior de cada uno con mucha fuerza: Confiamos en ti.
Otras veces percibo como, en vuestros mejores momentos no os ocupáis de mirar lejos y eso genera miopía. la miopía del corazón hace que no demos los pasos con seguridad y que no veamos a los que nos acompañan. Mirad mi cayado, está liso, porque lo he acariciado mucho y me he servido de él cuando me quedé ciego.
¿Sabéis por qué me quedé ciego? porque no me importaba demasiado lo que el corazón me mostraba. Ahora, después de haber visto que el corazón es lo importante, os aconsejo que os apoyéis en el cayado de la confianza interna, la fe en vuestras posibilidades y cualidades y que lo uséis mucho, hasta que lo dejéis suave”.
A los que están sentados en el suelo más próximos a él les dice:
“Coged con la mano la punta de mi túnica, veréis que es de lino, no de cualquier tejido y es de lino porque con el tiempo pude comprobar que el lino era lo mejor para las túnicas.
Algunos sois un poco sibaritas, sin embargo, no tenéis cuidado con la “ropa” con la que os cubrís. Parece que os da igual la imagen que proyectáis, pero hay que tener en cuenta que en los mundos del corazón sí importa la ropa que vestís y ahora tenéis delante de vosotros la oportunidad de vestir vuestro corazón elegantemente.
Mirad a vuestro alrededor. Ese es el mundo, esos son vuestros territorios, esas son vuestras perspectivas y vuestras promesas, eso es lo que anhelabais desde pequeños y ahí lo tenéis, para construir (ese mundo) cada día mejor de lo que está.
Tenéis delante cada día nuevos retos, pero sed conscientes de que los inconformistas y los boicoteadores están esperando. No os dejéis presionar por ellos, tenéis el mundo en la mirada así que no cerréis los ojos.
Tomaos de las manos, sentid la temperatura de la piel del otro. Tomad consciencia de que vuestras manos pueden expresar calidez, al igual que vuestras palabras y vuestros gestos. Calidez del corazón que hace posible que la comunicación, más allá de las palabras, se produzca.
Los caminantes del corazón tenéis ante vosotros un reto importante: llevar la ilusión por el conocimiento a quienes lo están necesitando. Ese trabajo abre las puertas de la mente y calienta el corazón y, de esa alquimia, surge el amor por saber y compartir de los que escuchan.
Sed conscientes del papel de puente que estáis interpretando y amadlo.
Por último, quisiera deciros que a veces creemos que la espiritualidad es mirar hacia otro lado distinto del que miran los demás. Cada uno de vosotros sois personas especiales porque queréis que la vida sea reflejo del corazón y tratáis de vivirlo. Fijaos bien porque a veces estáis mirando hacia un lugar opuesto del que en teoría miro yo, pero en un momento determinado sé que nuestras miradas se encontrarán.
La vida os tiene reservadas muchas sorpresas, casi todas agradables, pero para disfrutarlas primero tendréis que quereros más a vosotros mismos y pensar y sentir que miréis donde miréis terminaréis por encontraros”.
El venerable se levanta con gesto solemne y se va acercando a cada uno de los caminantes reunidos. Coloca su mano izquierda sobre tu corazón y la derecha sobre la parte superior de tu cabeza, las fontanelas, y su voz resuena en el salón, pero también en el interior de cada uno con mucha fuerza: Confiamos en ti.