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Una joven del círculo se dirigió a la sacerdotisa y le dijo:
No participaré más en el grupo. La sacerdotisa le respondió:
La joven respondió:
La sacerdotisa le respondió:
Y la joven pensó:
Y dio las tres vueltas como le pidió la sacerdotisa.
Cuando terminó dijo:
Y la sacerdotisa le preguntó:
La respuesta fue:
¿Viste a las danzantes quejarse entre sí?
¿Viste a alguien que no estuviera apoyando?
- ¿Sabes por qué? -Le preguntó- Estabas concentrada en el vaso para no tirar el agua.
Lo mismo es en nuestro grupo en nuestro círculo y en la vida. Cuando nuestro enfoque sean nuestros pasos, nuestro aprendizaje, nuestro servicio, nuestra
entrega, nuestro rezo y nuestra evolución, no tendremos tiempo de ver los errores de las demás.
Quién sale de un círculo por causa de otra persona, nunca entró a danzar, a sanar, a rezar, a orar por la humanidad, a servir.
Quien se fija en las demás, nunca entró con el fin de honrar a sus ancestros, nunca entró para su propia evolución, de encontrar en la danza su verdadero espíritu, de servir a la comunidad y al servicio de la Diosa.
Libérate del prejuicio, de la opinión de las demás, de fijarte en las demás.
¡SANA Y DANZA CON LA VIDA!