Ellos forman parte de nuestro paisaje



Luis Arribas Mercado

09/09/2024

A ver, echa un vistazo a tu memoria y sintoniza mentalmente con todas aquellas personas que forman parte de tu vida y pregúntate cómo es la relación que actualmente mantienes con ellas y cómo era hace unos años



Foto de Mike Scheid en Unsplash
Puede que te sorprendas al comprobar que unas eran muy cercanas y ya no lo son e incluso puede que no hayas vuelto a saber de ellas a lo largo de los últimos años y otras eran lejanas y ahora son lo contrario ¿Qué ha pasado para que se haya producido ese cambio?, ¿quién ha sido el responsable positivo o negativo?, ¿cuáles fueron las circunstancias que se conjugaron para que las relaciones hayan cambiado a mejor o a peor?
 
El simple hecho de pensar en esas personas, de traerlas a tu mente y revisar cómo son las relaciones con ellas, hace que ellas también sintonicen contigo y hasta quizás deseen ponerse en contacto.
 
Luego están las personas cuya relación no ha sufrido cambios en los últimos tiempos; en ese caso tal vez deberías cuestionarte si esa relación podría mejorarse y preguntarte ¿qué puedo hacer yo para mejorar mi relación con menganito o fulanita? Seguro que puedes hacer cosas sin esperar que el otro haga nada y sorprender a ese amigo que siempre está ahí con un mensaje, un regalo o una invitación a tomar café y charlar.
 
Las relaciones, sean de amigos o familiares, son el paisaje por donde discurre nuestra vida, son los árboles al lado del camino, los bosques, los ríos, las montañas y los albergues donde de vez en cuando nos refugiamos. Por tanto, a la vez que andamos, levantemos la cabeza, saludemos a todos ellos y demos gracias a la vida por seguir caminando con tan grata compañía.
 
Estamos tan atareados con nuestras problemáticas diarias que no reparamos en el hecho de que no podemos aislarnos dentro de nuestro metro cuadrado de seguridad. Eso que se ha dado en llamar “zona de confort” no es sino un argumento que utilizamos para justificar nuestras pocas ganas de mover nada en nuestra vida, incluida la relación con los demás que, en definitiva, es la que nos da una visión cercana de lo que sucede en nuestro entorno y que sin ella nos perderíamos la oportunidad de situarnos adecuadamente y que no nos pillen por sorpresa los acontecimientos de puedan estar viviendo nuestros familiares o amigos y que alguna forma nos están afectando. En este sentido, es muy lamentable enterarte de la muerte de un amigo o familiar con el que te unía un sentimiento de afecto y del que no sabías nada desde hace tiempo.
 
Si yo reviso mi relación con familiares que debieran ser cercanos, me doy cuenta de que no me une casi nada a ellos, ya fueran primos hermanos, tíos o incluso abuelos y eso no deja de ser una incongruencia, porque a la hora de planificar tu proyecto vital antes de nacer ellos han formado parte del mismo.
De la familia de mi padre apenas tengo recuerdos salvo de alguna tía o primos que ya hace tiempo que no sé nada de ellos y que algunos ya han trascendido. Pero lo más lamentable, y que me ha frustrado durante años ha sido la no relación con mis abuelos, tan solo tengo unas fotos muy antiguas y de muy mala calidad. Así que espero que, cuando nos volvamos a encontrar, pueda darles al menos las gracias por haber sido los “progenitores” de mi existencia y ofrecerme por si puedo ayudarles en su próxima encarnación, si es que no están ya reencarnados.
 
En definitiva, queridos amigos, hay que pararse en algún momento y ubicarnos en nuestro espacio teniendo muy en cuenta que, además de nuestra pareja o nuestros hijos, en nuestra vida, en nuestro paisaje personal, hay otras muchas personas a las que les debemos al menos un recuerdo y, por qué no, un agradecimiento por haber formado parte de él.






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