El nuevo paradigma de la salud



J.M.D

11/03/2025

Paradigma antiguo: La salud dependía del médico y de las medicinas.
Nuevo Paradigma: La salud depende de cada individuo.



Si anteriormente el médico especialista era un ser ajeno a nuestro proceso de vida que, a modo de ingeniero curaba nuestra máquina estropeada, en el nuevo milenio el concepto de salud es un estado mental de plenitud y bienestar, que se gesta y se genera en los confines profundos del Yo.
 
Un yo que se manifiesta a través de corrientes mentales que operan a nivel, muchas veces inconsciente, determinando lo que sucede a través de los programas creencia, de los deseos de vida, de la Capacidad de superación de frustraciones, así como del grado de positividad que se posea en la interpretación de los acontecimientos.
 
En el proceso de la llamada enfermedad, el sujeto despierto muchas veces acaba por entender lo que en realidad le sucede, acepta las consecuencias derivadas de la desarmonía física, emocional y mental, y, por así decirlo, aprende alguna lección del momento de su vida, incorporando el propósito de su propia renovación y poniendo en marcha “el sanador interior”. Una medicina emocional y mental que, a menudo, encontrará un reflejo en el médico exterior y que tras la consiguiente toma de consciencia logrará hacer funcionar los llamados remedios terapéuticos.
 
En la actualidad el médico, el psicólogo y cualquier terapeuta que se desenvuelva en las corrientes energéticas de sanación cumple funciones de acompañar, como bien indica la etimología de la palabra terapeuta: acompañante.
 
En realidad, el médico lo que hace es crear un espacio terapéutico en el que se produce la acción curativa. Por ejemplo, cuando alguien ha sufrido un corte en el brazo y acude a un terapeuta lo único que este hace es más o menos la acción de “unir la piel” separada por el corte, pero quien realmente hará el proceso interior de regeneración y curación será el propio sujeto herido.
 
Tanto el chamán, como cualquier sanador arquetípico es en este sentido un mediador que proporciona el espacio más adecuado por el que fluirán las energías de autocuración.
 
En cierto sentido el terapeuta es un facilitador de las corrientes internas puestas en marcha por la voluntad final y profunda del sujeto afectado. Corrientes que, una vez activadas, pueden llegar a ser consideradas en muchos casos como milagrosas.
 
En enfermedades consideradas incurables hay innumerables casos de remisión espontánea que se deben a factores todavía misteriosos, no controlables por la ciencia médica moderna. Factores emocionales y afectivos como el amor y la confianza en un Principio de Orden Superior que suelen dinamizar energías de armonización y que pueden ser consideradas como de carácter sobrenatural. Procesos vitales íntimos y esenciales que producen efectos terapéuticos que todavía dejan estupefactos a muchos observadores de corte exclusivamente mecanicista.
 
Dichas fuerzas curativas de sutil nivel vibratorio, desencadenadas en planos superiores de conciencia que no son directamente controlables por la acción de la simple voluntad, han sido denominadas por la Filosofía Perenne como Presencia Interior, y por el misticismo universal como estado de gracia. Cuando estas fuerzas se desencadenan suelen llevar aparejada no solo la remisión espontánea de la enfermedad, sino una posterior transformación en la jerarquía de valores y en el deseo de un mayor amor y servicio en la psique del sujeto curado.
 
Y dichas energías curativas cuya operatividad recuerda a lo que se venía denominando como milagro y que se mueven en la mente profunda del ser humano, han venido tradicionalmente siendo activadas mediante la plegaria, la meditación y la devoción, patrimonio de la intimidad exclusiva del sujeto en proceso de expansión y autoconciencia.






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