El cuerpo grita... lo que la boca calla



Maria Pinar Merino Martin

02/02/2025

La frase de Nelson Torres, Doctor en Psiquiatría (UCV-Universidad Central de Venezuela), hace referencia a cómo nuestro cuerpo puede manifestar físicamente emociones, pensamientos o conflictos internos que no expresamos verbalmente. Esto está estrechamente relacionado con la conexión entre mente y cuerpo, y cómo el estrés emocional o psicológico puede transformarse en síntomas físicos.



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Existen muchos ejemplos comunes de esta estrecha interrelación:
Estrés o ansiedad: Pueden manifestarse como dolores de cabeza, tensión muscular, problemas gástricos o insomnio. Emociones reprimidas: Sentimientos como tristeza, ira o miedo que no son procesados, ni expresados pueden aparecer como fatiga, problemas respiratorios o enfermedades crónicas. Relaciones no resueltas: Conflictos o tensiones en relaciones importantes a veces se reflejan en problemas de piel, como eccema o acné.
 
Es de vital importancia aprender a expresar nuestro mundo emocional. No expresar lo que sentimos puede generar un impacto negativo en la salud. Por eso es fundamental encontrar formas de liberar y procesar nuestras emociones, ya sea a través de la comunicación abierta, la terapia, la escritura o actividades que promuevan el bienestar emocional.
 
Esta frase invita a reflexionar sobre cómo cuidamos tanto nuestra salud emocional como física, recordándonos que ambas están profundamente interconectadas.

Las causas de la enfermedad según la medicina holística

“La enfermedad es un programa inteligente de la naturaleza que viene a decirle a la persona que la padece que algo en su vida no funciona correctamente”. Medicina Holística.
 
Las nuevas perspectivas acerca de la enfermedad son enfoques que conectan el estado de salud física con aspectos emocionales, mentales y espirituales de la vida del individuo. Desde esta óptica, la enfermedad no sería solo un malestar físico, sino también un mensaje o una llamada de atención sobre un desequilibrio en algún ámbito de la vida.
 
Algunas corrientes como la medicina holística, la psicosomática y ciertas tradiciones filosóficas y espirituales sostienen que el cuerpo, la mente y las emociones están profundamente interconectados.
 
La enfermedad como un maestro: La dolencia podría ser vista como una oportunidad para reflexionar, hacer cambios y crecer. Por ejemplo, el estrés crónico puede derivar en problemas físicos, lo que señalaría la necesidad de reducir la carga emocional o ajustar las prioridades de vida.
 
Desequilibrio en el sistema: La naturaleza busca la forma de restablecer la armonía. Cuando una parte del cuerpo o de la vida está descompensada (ya sea en términos de relaciones, trabajo, hábitos o emociones), el malestar físico podría ser una manifestación de esa desarmonía.
 
Responsabilidad individual: Desde esta perspectiva, la enfermedad no se ve simplemente como una fatalidad, sino como algo que puede transformarse mediante cambios en el estilo de vida, la actitud o la manera de afrontar situaciones.
 
Si bien esta visión es inspiradora para muchas personas, es importante complementarla con una comprensión científica y médica de las enfermedades. Las dolencias también tienen causas físicas, genéticas, ambientales o infecciosas que requieren tratamientos específicos. Integrar ambas perspectivas —la científica y la holística— puede ser un enfoque equilibrado para promover una salud integral.

Las Flores de Bach

“La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma”. La frase de Edward Bach, Médico cirujano, bacteriólogo, patólogo y homeópata  inglés, creador de las Flores de Bach, que figura en la entradilla de este artículo, refleja su enfoque profundamente espiritual y holístico hacia la salud y la enfermedad. Según esta perspectiva, la enfermedad no es simplemente un fenómeno físico, sino el resultado de un desequilibrio entre lo que una persona realmente es (su esencia o alma) y la manera en que vive o se comporta (su personalidad).
 
Interpretación de la frase:
 
Conflicto interno: Cuando la personalidad (es decir, los pensamientos, emociones, y conductas que adoptamos en nuestra vida cotidiana) se aleja de los deseos y propósitos del alma (nuestro ser más profundo o auténtico), se genera un desajuste que puede manifestarse en forma de enfermedad. Por ejemplo: Reprimir emociones como el miedo o la tristeza puede llevar a malestares físicos, o vivir en contra de nuestros valores o propósito de vida puede generar estrés crónico y diversos problemas de salud.
 
El alma como guía: En la filosofía de Bach, el alma tiene un conocimiento innato de lo que es mejor para nosotros. La enfermedad sería un mensaje de que hemos perdido el contacto con esa guía interna y necesitamos corregir el rumbo.
 
Flores de Bach como armonizadores: Bach desarrolló su sistema de esencias florales precisamente para ayudar a restablecer el equilibrio emocional, lo que a su vez permitiría que la personalidad se alinee con el alma y se recupere la salud.
 
La frase del Doctor Bach nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras elecciones diarias (en relaciones, trabajo, hábitos, etc.) afectan nuestro bienestar. Sugiere la importancia de escuchar nuestras emociones y nuestra intuición como señales del alma para reconducir nuestra vida hacia la armonía.
Si bien esta visión puede ser vista como más simbólica que científica, muchas personas encuentran valor en su mensaje: la salud es un reflejo de un equilibrio profundo entre el cuerpo, la mente y el espíritu.

Las enfermedades psicosomáticas

Las enfermedades psicosomáticas son condiciones físicas reales que tienen su origen o son influenciadas significativamente por factores emocionales, psicológicos o sociales. En estos casos, el cuerpo manifiesta síntomas que, aunque puedan parecer orgánicos, están relacionados directamente con el estado mental de la persona.
 
Los síntomas físicos son reales, no son imaginarios; el dolor o malestar existe, aunque el origen sea emocional o psicológico; factores como el estrés, la ansiedad, la depresión o conflictos internos suelen ser detonantes o agravantes. Estos síntomas se presentan sin que pueda encontrarse una causa médica evidente: A menudo, las pruebas médicas no encuentran una explicación física concluyente.
 
Ejemplos comunes de enfermedades psicosomáticas:
Problemas digestivos: Colon irritable, Gastritis o úlceras gástricas.
Problemas cardiovasculares: Hipertensión arterial, palpitaciones o taquicardias.
Alteraciones dermatológicas: Psoriasis, eccema, urticaria.
Dolores musculares o articulares: Dolores de espalda o cuello relacionados con tensión muscular, Fibromialgia.
Trastornos respiratorios: Asma exacerbada por estrés, sensación de falta de aire, cefaleas o migrañas, dolor de cabeza tensional.
Fatiga crónica: Sensación de agotamiento constante sin causa médica aparente.
 
Factores que contribuyen:
Estrés crónico: Activación prolongada del sistema nervioso autónomo.
Traumas emocionales: Experiencias pasadas no procesadas o gestionadas.
Ansiedad y depresión: Condiciones que afectan el funcionamiento del sistema inmunológico y endocrino.
Personalidad: las personas con tendencia al perfeccionismo, autoexigencia, exceso de control o dificultad para expresar emociones son más propensas.

Como abordar las enfermedades psicosomáticas

El manejo de las enfermedades psicosomáticas requiere un enfoque integral que trate tanto los síntomas físicos como las causas emocionales subyacentes:
 
Psicoterapia: Terapia cognitivo-conductual, terapia emocional, mindfulness. Relajación: Técnicas como meditación, yoga, visualización creativa, introspección. Atención médica: Control de los síntomas físicos mediante tratamientos específicos. Hábitos saludables: Ejercicio regular, alimentación equilibrada y buen descanso. Expresión emocional: Aprender a expresar y manejar emociones de forma saludable.
Estas condiciones nos recuerdan la importancia de mantener un equilibrio entre mente y cuerpo, y cómo cuidar de nuestra salud mental puede ser tan importante como cuidar de la física.






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