El ABC del alma humana



Luis Arribas Mercado

03/07/2022

Según los postulados de la Iglesia Católica, las potencias del alma son tres: Memoria, Entendimiento y Voluntad, pero según mi “molesta opinión” esta definición es incorrecta o limitada.



Foto de Marek Piwnicki en Unsplash
La memoria, el entendimiento y la voluntad pertenecen a las funciones del hemisferio izquierdo del cerebro no a las del alma humana. La memoria está presente en prácticamente todos los procesos cognitivos, salvo en los casos de Alzheimer, mientras que el entendimiento y la voluntad también forma parte intrínseca de los procesos asociados a la lógica y la razón. Es decir, nada que ver con lo que se entiende por potencias del alma o espíritu, incluso en las definiciones de las diferentes religiones.
 
Si relacionamos al alma y al espíritu como lo más sutil del ser humano, lo que nos “anima”, tendríamos que buscar las potencias reales que hacen que eso tan sutil fuera realmente algo que hiciera crecer, evolucionar al ser humano hasta que, con el tiempo, pudiera manifestar esas potencias fielmente. Estoy hablando de la energía más potente que existe y tres de sus manifestaciones: El Amor, la Bondad y la Compasión.

EL AMOR

Foto de Marc A. Sporys en Unsplash
Tratar de definir lo que es el amor es como tratar de definir a esa entidad a la que llamamos Dios. La Teología intenta entender qué o quién es Dios pero tan solo puede hacerse una ligera idea en base a sus manifestaciones y lo mismo ocurre con el amor, de hecho se asimila al Amor con Dios.
 
Desde hace siglos, el amor ha formado parte de la literatura, la música y, en general, de todas las artes. El ser humano ha tratado de expresar ese sentimiento a través de diferentes maneras según lo que le inspiraba. Así, el amor maternal, el amor filial, el que nos genera la relación con el otro sexo, etc. ha sido fuente de inspiración o incluso de tragedias como en el caso de Otelo o de Romeo y Julieta, por poner un ejemplo.
 
Gracias al amor se manifiesta la Vida. Sin amor el ser humano no encontraría sentido a su existencia, permanecería en un limbo de soledad que, finalmente, le llevaría a desaparecer como especie. El amor genera generosidad, altruismo, entrega incluso de la propia vida para salvar la de otro. El amor es unión, sentimiento de pertenecer a otro ser humano como parte de sí mismo, es dejar de ser “Yo” para pasar a ser “Nosotros”, algo que quien lo haya vivido sabe de lo que estoy hablando. Es realmente una potencia del alma, quizás la más potente, porque gracias a ella existe el Universo, todo lo creado visible e invisible.
 
Por otra parte, el amor es la fuerza que nos impulsa para actuar bien, ya que nos hace tener muy clara la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. En esa medida, se relaciona con la ética y la moral, pues nos induce a actuar bien en nuestra vida y con las personas que amamos. Así nos conduce a la paz, la tranquilidad, la plenitud y el bienestar con nosotros mismos.

LA BONDAD

Foto de Raychan en Unsplash
Como potencia del alma, la bondad es una manifestación que parte del corazón de una forma natural.
La bondad es un término abstracto imposible de cuantificar. Ha sido tratado en temas de Filosofía, Religión, Ética y Moral. Generalmente, cuando se identifica a una persona o una acción como bondadosa se suele asociar a otros valores como la solidaridad, la generosidad, la humildad o el respeto.
En términos generales se define a la bondad como la inclinación o tendencia natural a hacer el bien. Bondad se aplica al carácter de una persona, un objeto o una acción para indicar que es buena.
 
El término bondadoso es un adjetivo que se utiliza para indicar a una persona llena de bondad, de genio apacible; la persona bondadosa se caracteriza por ser una persona que realiza el bien y promueve todo lo bueno para las personas que se encuentran a su alrededor.
 
La persona bondadosa se inclina por evitar el sufrimiento a una comunidad o a una persona, es decir, realiza el bien en beneficio de las demás personas, como el caso de las acciones humanitarias que tiene como finalidad aliviar el dolor humano. Todas aquellas personas que realizan estas acciones pueden ser consideradas bondadosas, representantes de la bondad como la Madre Teresa de Calcuta o Gandhi, por poner un ejemplo de personas consideradas bondadosas.

LA COMPASIÓN

Foto de Ben White en Unsplash
La compasión es una potencia del alma que conjuga la empatía y la comprensión hacia el sufrimiento de los demás.
El autor Fredrick Buechner la describe de esta manera:
"La compasión es la capacidad de sentir lo que es vivir dentro de la piel de otra persona. Es saber que nunca podrá haber realmente paz y alegría para mí hasta que finalmente haya paz y alegría para ti también".
Tener compasión significa empatizar con alguien que sufre y sentirse inclinado a reducir ese sufrimiento
 
La compasión es un valor que permite que todos sean tratados con igualdad al comprender las dificultades que están viviendo. También empuja a ayudar a los otros en su sufrimiento. Además de la mezcla de sentimientos que la compasión provoca, ésta impulsa a la ayuda y a la caridad para mejorar la situación de los otros. A su vez, nos lleva a dar gracias por las cosas que tenemos y por las mejores condiciones en que nos tocó vivir.
Gracias a la compasión se ejercita también la justicia y la tolerancia, como es el caso, por ejemplo, de la participación en las instituciones de ayuda humanitaria.
La compasión en el budismo -como ejemplo de una filosofía humanista- es la esencia de la vida espiritual. La compasión indica la forma en que se debe mirar y tratar a todos los seres vivos, pues todos somos iguales al ser generados por el amor. Se trata no solo de ser sensibles al sufrimiento ajeno, sino de actuar para aliviarlo o erradicarlo. El ideal budista supone el deseo de que todos los seres se liberen definitivamente del sufrimiento alcanzando la iluminación o el despertar.
Como explica el Dr. Daniel Bonet en la revista Cuerpo Mente, “Si el budismo se basa en la unión de sabiduría y compasión, en ninguna otra tierra como el Tíbet se ha expresado con tanto fervor ese ideal. El mantra del Buda de la Compasión (Chenrezig), Om Mani Padme Hum, puede encontrarse por doquier: esculpido en piedras, en el curso de los ríos, en banderas que agita el viento, en los molinos de oración que giran, recitado una y otra vez mientras se pasan las 108 cuentas del rosario tibetano. Su intención es que todos los seres puedan evitar el sufrimiento y alcanzar la felicidad verdadera”.
Compasión es sinónimo de buena voluntad, en el sentido de capacidad para actuar de manera positiva más allá del natural egoísmo. En el contexto del alma humana, sabemos que no hay diferencia entre el "yo" y el "otro", por eso detrás de la actitud compasiva hay siempre un claro sentimiento de bondad, de generosidad y altruismo.






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