A veces una experiencia insólita nos pone en el disparadero para tomar decisiones y así fue como tras un viaje a la Amazonía para conocer algunas comunidades indígenas de Ecuador empezó a fraguarse en nuestra mente una inquietud que llevaba algunos meses dando vueltas por la cabeza, sin encontrar salida: ¿Sería posible trasladar la experiencia del Camino del corazón fuera de nuestro grupo de trabajo? ¿Podríamos reproducir las condiciones idóneas para que fuera algo realmente útil, tanto como lo había sido para nosotros? ¿Conseguiríamos la apertura de mente y corazón en personas que quizá era la primera vez que se encontraban?
Las experiencias con los chamanes de la Amazonía sirvieron para que la imagen cambiante y borrosa se concretara poco a poco como en un calidoscopio. A partir de ese momento, junto con mi compañero Luis Arribas, fuimos dejando que la intuición marcase los pasos que se habían esbozado en la selva.
El contacto con aquellas gentes sencillas que vivían conectados a la naturaleza, que mantenían los vínculos entre la comunidad, pero que sobre todo se guiaban por los impulsos de su corazón fueron el acicate que necesitábamos.
Las experiencias con los chamanes de la Amazonía sirvieron para que la imagen cambiante y borrosa se concretara poco a poco como en un calidoscopio. A partir de ese momento, junto con mi compañero Luis Arribas, fuimos dejando que la intuición marcase los pasos que se habían esbozado en la selva.
El contacto con aquellas gentes sencillas que vivían conectados a la naturaleza, que mantenían los vínculos entre la comunidad, pero que sobre todo se guiaban por los impulsos de su corazón fueron el acicate que necesitábamos.
Llega el momento de iniciar el Camino del Corazón
A nuestro regreso a Madrid decidimos hacer un “taller piloto” para lo cual invitamos a una veintena de amigos cercanos, personas que ya habían hecho cursos o viajes con nosotros, terapeutas, psicólogos, profesionales de la salud y de la docencia a participar de una experiencia insólita que no queríamos desvelarles.
La respuesta fue abrumadora, todos aceptaron participar como “conejillos de indias” en este ensayo, vinieron de Granada, Sevilla, Málaga, Alicante, Almería, León… y durante el puente del 1º. de Mayo nos reunimos en un enclave ideal: las casas rurales Laderrubia, donde nuestros amigos Carmela y Juan Miguel, arrancaban también con su proyecto de ofrecer un turismo alternativo.
A pesar de mi experiencia de años en formación (empresa, grupos de trabajo, desarrollo personal, terapia, etc.) las dudas me asaltaban. Era consciente de la magnitud de la empresa, por un lado, conocía la tremenda potencia de esa herramienta que habíamos estado desarrollando en los últimos años y por otro la dificultad de hacer comprender a los demás de qué se trataba.
Eran procesos muy abiertos, donde cada persona marcaba su ritmo, donde la tarea de los facilitadotes consistía en preparar un escenario y unas circunstancias en las que la magia pudiera producirse. Teníamos claro que esta “metodología” no era más de lo mismo, que representaba eso que muchas veces habíamos intentado: “colocarse en una octava mayor”.
Realmente era algo difícil de explicar y ese mismo problema es el que tengo en estos momentos. Tengo la absoluta certeza de que “el Camino del Corazón” no es más de lo mismo, que no se basa en los parámetros conocidos, que significa un salto cuántico importante en la forma de entender la realidad, la vida, las relaciones… que se asienta en una nueva concepción del ser humano que le hace más poderoso, menos vulnerable, más auténtico, más libre, más independiente… y todo ello se debe a una razón fundamental: el caminante del corazón se libera de los miedos.
Ante la complejidad del momento que estamos viviendo nos encontramos con un ingrediente predominante allá donde dirijamos la mirada: el miedo. Un miedo que se nos inocula a través de la información que vierten los medios de comunicación, un miedo que se genera a nuestro alrededor y que respiramos.
En estos tiempos se está dando un fenómeno de contagio de proporciones mundiales pues el miedo y la inseguridad hacen presa fácil en millones de personas que se ven invadidas por cantidades ingentes de información. Información que en lugar de proporcionarles referencias que les permitan “posicionarse” mejor en su vida cotidiana les mantienen perdidos, sumidos en la duda y con una creciente sensación de incertidumbre frente a las teorías contradictorias, las ideas incoherentes o la dificultad para separar lo verdadero de lo falso en la información que les llega a través de los grandes medios de comunicación de masas.
La respuesta fue abrumadora, todos aceptaron participar como “conejillos de indias” en este ensayo, vinieron de Granada, Sevilla, Málaga, Alicante, Almería, León… y durante el puente del 1º. de Mayo nos reunimos en un enclave ideal: las casas rurales Laderrubia, donde nuestros amigos Carmela y Juan Miguel, arrancaban también con su proyecto de ofrecer un turismo alternativo.
A pesar de mi experiencia de años en formación (empresa, grupos de trabajo, desarrollo personal, terapia, etc.) las dudas me asaltaban. Era consciente de la magnitud de la empresa, por un lado, conocía la tremenda potencia de esa herramienta que habíamos estado desarrollando en los últimos años y por otro la dificultad de hacer comprender a los demás de qué se trataba.
Eran procesos muy abiertos, donde cada persona marcaba su ritmo, donde la tarea de los facilitadotes consistía en preparar un escenario y unas circunstancias en las que la magia pudiera producirse. Teníamos claro que esta “metodología” no era más de lo mismo, que representaba eso que muchas veces habíamos intentado: “colocarse en una octava mayor”.
Realmente era algo difícil de explicar y ese mismo problema es el que tengo en estos momentos. Tengo la absoluta certeza de que “el Camino del Corazón” no es más de lo mismo, que no se basa en los parámetros conocidos, que significa un salto cuántico importante en la forma de entender la realidad, la vida, las relaciones… que se asienta en una nueva concepción del ser humano que le hace más poderoso, menos vulnerable, más auténtico, más libre, más independiente… y todo ello se debe a una razón fundamental: el caminante del corazón se libera de los miedos.
Ante la complejidad del momento que estamos viviendo nos encontramos con un ingrediente predominante allá donde dirijamos la mirada: el miedo. Un miedo que se nos inocula a través de la información que vierten los medios de comunicación, un miedo que se genera a nuestro alrededor y que respiramos.
En estos tiempos se está dando un fenómeno de contagio de proporciones mundiales pues el miedo y la inseguridad hacen presa fácil en millones de personas que se ven invadidas por cantidades ingentes de información. Información que en lugar de proporcionarles referencias que les permitan “posicionarse” mejor en su vida cotidiana les mantienen perdidos, sumidos en la duda y con una creciente sensación de incertidumbre frente a las teorías contradictorias, las ideas incoherentes o la dificultad para separar lo verdadero de lo falso en la información que les llega a través de los grandes medios de comunicación de masas.
La dinámica del Camino del Corazón
La propuesta consiste en ver hasta dónde somos capaces de profundizar en nosotros mismos. Hay dos premisas importantes: no hay calificaciones de ningún tipo, por lo tanto, se elimina cualquier tipo de juicio y a cambio no se permite la queja o el desánimo.
Algo que está en consonancia con la propuesta de un pastor de una iglesia norteamericana que lanza un reto a sus feligreses: un mundo sin quejas y sin crítica, porque parece que son dos de los aspectos humanos que más daño están causando actualmente en nuestras sociedades.
La información que se da durante las “clases teóricas” no debe ser razonada en el momento, sino que hay que dejarla dentro, sin pensar en ella, de este modo su influjo se asienta en lo profundo al entrar vía subconsciente.
Es algo similar a cuando escuchamos música con todo nuestro cuerpo en lugar de escucharla sólo con los oídos, la música entra por cada célula, nos envuelve, llega a nosotros como una ráfaga de viento que sigue su camino después de tocarnos. Cuando escuchamos así la música la mente racional está presente, pero sin intervenir y es nuestro subconsciente el que recoge la emoción, la armonía, la melodía, la belleza de cada nota que nos empapa por completo. Pues ese es el estado a alcanzar para escuchar la información del Camino del Corazón.
En ese estado se capta la carga energética que lleva incorporada la información y se produce la ósmosis en las zonas profundas de la mente. Desde ahí se generan sutiles cambios en la persona que dan como consecuencia la modificación de la conducta o el cambio de esquemas mentales, pero de forma suave, fluida, coherente, en definitiva, sin miedo.
Hemos comprobado, durante casi 20 años de investigación de trabajo en grupo, el tremendo potencial de las herramientas utilizadas en el Camino del Corazón. La información se recibe en un estado modificado de conciencia y de esta forma su influjo se asienta en lo profundo al entrar vía subconsciente. Eso provoca la modificación de la conducta eliminando las viejas programaciones de una forma natural.
Además de practicar la escucha desde el corazón también hay que aprender a hablar desde el corazón. Y para ello hay que mantener esa misma actitud, expresarnos sin juicios ni valoraciones, sin buscar una finalidad, sino simplemente compartiendo con sencillez los sentimientos que nos produce lo que vivimos, las claves que descubrimos, etc.
Después se hacen ejercicios prácticos que tienen que ver con la información recibida… y se propicia una dinámica grupal que mantiene la atención, la intención y la acción de los participantes en el corazón. A lo largo del recorrido y se van obteniendo las llaves que finalmente abrirán el cofre de cada uno.
Antes de cada cambio de actividad se llevan a cabo pequeñas meditaciones o armonizaciones para que los ritmos mentales se mantengan en el nivel adecuado (ondas alfa, entre 4 y 8 c.p.s.), de este modo se mantienen activas capacidades como la intuición, la creatividad, y los cinco sentidos físicos se potencian para convertirse en suprasentidos.
Cada quincena se dan unas palabras o pistas que tendrán relación con hechos o circunstancias que sucederán a los caminantes durante los siguientes 15 días. Es importante mantener la atención para ver cómo encajan esas referencias en la vida cotidiana. Es la prueba palpable de que la realidad que se vive como un juego en El Camino del Corazón, se entrelaza profundamente con la vida real. En otras palabras, que lo que trabajamos o transformamos en el mundo B, tiene su repercusión inmediata en el mundo A produciendo los cambios que pretendíamos, pero sin dolor, por comprensión.
Las palabras clave, las lecciones, las prácticas están totalmente relacionadas entre sí. Cuando se completa el proceso se abre una cerradura del corazón y la persona da un paso adelante difícil de borrar porque la comprensión proviene no de las estructuras mentales conscientes (que son la base para tomar decisiones en su vida cotidiana) sino que el impulso parte del corazón que activa la parte más profunda de la mente para encontrar la forma de llevarlo a cabo. En otras palabras, el corazón nos dirá el “qué” hay que hacer y la mente se ocupará de encontrar el “cómo” hay que hacerlo.
Continuará...
Algo que está en consonancia con la propuesta de un pastor de una iglesia norteamericana que lanza un reto a sus feligreses: un mundo sin quejas y sin crítica, porque parece que son dos de los aspectos humanos que más daño están causando actualmente en nuestras sociedades.
La información que se da durante las “clases teóricas” no debe ser razonada en el momento, sino que hay que dejarla dentro, sin pensar en ella, de este modo su influjo se asienta en lo profundo al entrar vía subconsciente.
Es algo similar a cuando escuchamos música con todo nuestro cuerpo en lugar de escucharla sólo con los oídos, la música entra por cada célula, nos envuelve, llega a nosotros como una ráfaga de viento que sigue su camino después de tocarnos. Cuando escuchamos así la música la mente racional está presente, pero sin intervenir y es nuestro subconsciente el que recoge la emoción, la armonía, la melodía, la belleza de cada nota que nos empapa por completo. Pues ese es el estado a alcanzar para escuchar la información del Camino del Corazón.
En ese estado se capta la carga energética que lleva incorporada la información y se produce la ósmosis en las zonas profundas de la mente. Desde ahí se generan sutiles cambios en la persona que dan como consecuencia la modificación de la conducta o el cambio de esquemas mentales, pero de forma suave, fluida, coherente, en definitiva, sin miedo.
Hemos comprobado, durante casi 20 años de investigación de trabajo en grupo, el tremendo potencial de las herramientas utilizadas en el Camino del Corazón. La información se recibe en un estado modificado de conciencia y de esta forma su influjo se asienta en lo profundo al entrar vía subconsciente. Eso provoca la modificación de la conducta eliminando las viejas programaciones de una forma natural.
Además de practicar la escucha desde el corazón también hay que aprender a hablar desde el corazón. Y para ello hay que mantener esa misma actitud, expresarnos sin juicios ni valoraciones, sin buscar una finalidad, sino simplemente compartiendo con sencillez los sentimientos que nos produce lo que vivimos, las claves que descubrimos, etc.
Después se hacen ejercicios prácticos que tienen que ver con la información recibida… y se propicia una dinámica grupal que mantiene la atención, la intención y la acción de los participantes en el corazón. A lo largo del recorrido y se van obteniendo las llaves que finalmente abrirán el cofre de cada uno.
Antes de cada cambio de actividad se llevan a cabo pequeñas meditaciones o armonizaciones para que los ritmos mentales se mantengan en el nivel adecuado (ondas alfa, entre 4 y 8 c.p.s.), de este modo se mantienen activas capacidades como la intuición, la creatividad, y los cinco sentidos físicos se potencian para convertirse en suprasentidos.
Cada quincena se dan unas palabras o pistas que tendrán relación con hechos o circunstancias que sucederán a los caminantes durante los siguientes 15 días. Es importante mantener la atención para ver cómo encajan esas referencias en la vida cotidiana. Es la prueba palpable de que la realidad que se vive como un juego en El Camino del Corazón, se entrelaza profundamente con la vida real. En otras palabras, que lo que trabajamos o transformamos en el mundo B, tiene su repercusión inmediata en el mundo A produciendo los cambios que pretendíamos, pero sin dolor, por comprensión.
Las palabras clave, las lecciones, las prácticas están totalmente relacionadas entre sí. Cuando se completa el proceso se abre una cerradura del corazón y la persona da un paso adelante difícil de borrar porque la comprensión proviene no de las estructuras mentales conscientes (que son la base para tomar decisiones en su vida cotidiana) sino que el impulso parte del corazón que activa la parte más profunda de la mente para encontrar la forma de llevarlo a cabo. En otras palabras, el corazón nos dirá el “qué” hay que hacer y la mente se ocupará de encontrar el “cómo” hay que hacerlo.
Continuará...