Photo by Colton Sturgeon on Unsplash
Nos hacemos preguntas como: ¿Por qué las personas experimentan el sentimiento o la sensación de amor y otros estados emocionales positivos en el área del corazón? ¿Cuáles son las ramificaciones fisiológicas de las emociones? ¿Cómo afectan el estrés y los diferentes estados emocionales al sistema nervioso autónomo, a los sistemas hormonal e inmunológico? ¿Cómo se comportan el corazón y el cerebro ante las emociones de signo positivo y ante las de signo negativo?
A lo largo de los años hemos experimentado con diferentes medidas psicológicas y fisiológicas, pero ha sido la medición de la variabilidad de la frecuencia cardiaca o los ritmos cardiacos lo que aportó más información sobre los estados emocionales internos y el estrés.
Quedó patente que las emociones negativas conducen a un mayor desorden en los ritmos cardiacos (ondas caóticas) y en el sistema nervioso autónomo, lo que afecta negativamente al resto del cuerpo. Por el contrario, las emociones positivas crean una mayor armonía y coherencia en los ritmos cardiacos y mejoran el equilibrio en el sistema nervioso (ondas coherentes).
Las implicaciones para la salud son fáciles de entender: la falta de armonía en el sistema nervioso conduce a la ineficacia y aumenta el estrés en el corazón y otros órganos, mientras que los ritmos armoniosos son más eficientes y menos estresantes para los sistemas del cuerpo.
Más interesantes aún son los dramáticos cambios positivos que ocurren cuando se aplican técnicas que aumentan la coherencia en los patrones rítmicos de la variabilidad de la frecuencia cardiaca. Estos incluyen cambios en la percepción de la realidad, la capacidad de reducir el estrés y de gestionar de manera más efectiva las situaciones difíciles.
Observamos que el corazón actuaba como si tuviera una mente propia y estaba influyendo profundamente en la forma en que percibimos y respondemos al mundo. En esencia, parecía que el corazón estaba afectando a la inteligencia y a la consciencia.
Las respuestas a muchas de nuestras preguntas originales ahora proporcionan una base científica para explicar cómo y por qué el corazón afecta a la claridad mental, la creatividad, el equilibrio emocional, la eficacia personal y un estado general de bienestar psicofisiológico. Nuestra investigación y la de otras instituciones universitarias, que han colaborado en el estudio, indican que el corazón es mucho más que una simple bomba.
El corazón es, de hecho, un centro de procesamiento de información altamente complejo y auto organizado, con su propio “cerebro” funcional, que se comunica con el cerebro craneal e influye en él a través del sistema nervioso, el sistema hormonal y otras vías. Estas influencias afectan profundamente a la función cerebral y a la mayoría de los órganos principales del cuerpo y, en última instancia, determinan la calidad de vida de una persona.
A lo largo de los años hemos experimentado con diferentes medidas psicológicas y fisiológicas, pero ha sido la medición de la variabilidad de la frecuencia cardiaca o los ritmos cardiacos lo que aportó más información sobre los estados emocionales internos y el estrés.
Quedó patente que las emociones negativas conducen a un mayor desorden en los ritmos cardiacos (ondas caóticas) y en el sistema nervioso autónomo, lo que afecta negativamente al resto del cuerpo. Por el contrario, las emociones positivas crean una mayor armonía y coherencia en los ritmos cardiacos y mejoran el equilibrio en el sistema nervioso (ondas coherentes).
Las implicaciones para la salud son fáciles de entender: la falta de armonía en el sistema nervioso conduce a la ineficacia y aumenta el estrés en el corazón y otros órganos, mientras que los ritmos armoniosos son más eficientes y menos estresantes para los sistemas del cuerpo.
Más interesantes aún son los dramáticos cambios positivos que ocurren cuando se aplican técnicas que aumentan la coherencia en los patrones rítmicos de la variabilidad de la frecuencia cardiaca. Estos incluyen cambios en la percepción de la realidad, la capacidad de reducir el estrés y de gestionar de manera más efectiva las situaciones difíciles.
Observamos que el corazón actuaba como si tuviera una mente propia y estaba influyendo profundamente en la forma en que percibimos y respondemos al mundo. En esencia, parecía que el corazón estaba afectando a la inteligencia y a la consciencia.
Las respuestas a muchas de nuestras preguntas originales ahora proporcionan una base científica para explicar cómo y por qué el corazón afecta a la claridad mental, la creatividad, el equilibrio emocional, la eficacia personal y un estado general de bienestar psicofisiológico. Nuestra investigación y la de otras instituciones universitarias, que han colaborado en el estudio, indican que el corazón es mucho más que una simple bomba.
El corazón es, de hecho, un centro de procesamiento de información altamente complejo y auto organizado, con su propio “cerebro” funcional, que se comunica con el cerebro craneal e influye en él a través del sistema nervioso, el sistema hormonal y otras vías. Estas influencias afectan profundamente a la función cerebral y a la mayoría de los órganos principales del cuerpo y, en última instancia, determinan la calidad de vida de una persona.
Lo que la ciencia ha descubierto
Científicos del Instituto HeartMath y la Universidad de Standford en Estados Unidos, el Instituto para el Desarrollo de la Persona, en Canadá, la Universidad de Oxford en Inglaterra y otras instituciones han publicado el resultado de sus investigaciones, que resumo aquí:
El cerebro del corazón: Las últimas investigaciones en cardio-neurología han confirmado que el corazón tiene un sistema nervioso con más de 40.000 neuronas. Se creyó durante mucho tiempo que estaba compuesto por una única fibra muscular, pero hoy se sabe que cerca del 65% de esas células son neuronas, que forman parte de una extensa red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo, lo que lo confirma como un sistema nervioso independiente y perfectamente desarrollado. María Pinar Merino Martín
Fuente: Investigaciones del Instituto HeartMath
Fuente: Investigaciones del Instituto HeartMath