Foto de Jo Jo en Unsplash
Celebro este día que se abre a la compresión, cualquiera que sea su dimensión o su densidad. Soy caminante de la eternidad, no tengo prisuna por llegar a ningún lado, no se llega, se goza, y yo me entrego a ese gozo que no tiene ansias de ser otra cosa.
Celebro el Amor que emana de mi Corazón, caminante también de senderos sin trazar. Me abro a la integración en él, en el amor de todo lo que es, porque todo tiene sentido.
Me abro al dolor, a la frustración, porque son marcos de la existencia humana y me hacen ser solidaria con todos los habitantes de este planeta. Comprender a los otros en su dolor, en sus frustraciones, en sus sufrimientos, es aceptar que el camino integra esas experiencias y que la dignidad del que sufre se pone de manifiesto, también, en esa capacidad de aceptación del vivir a pesar de todo.
Me abro al mal que complementa al bien y que se hace uno con él. Ambos son dos fuerzas que no se combaten, se expresan poniendo de manifiesto las fuerzas de la evolución. Mientras mantengamos la perspectiva de su separación, seremos incapaces de comprender lo que aportan y cuál es el poder que tienen al conjugarse para crear.
El mal pone de manifiesto el nivel y los retos de las transformaciones a emprender, si no existiese estaríamos dormidos en un sueño infantil. El bien señala las metas a alcanzar y la energía amorosa que las hace viables. Si condenamos a uno y ensalzamos al otro, si nos polarizamos, no avanzamos y nos pervertimos.
¡Miradlos de frente!, son fuerzas creadoras, nos hablan de perfección, movámonos a su favor y no combatamos para evitar la polarización y el ofuscamiento. Todo está bien, y todo tiene capacidades escondidas para propiciar las transformaciones a las que estamos Todos abocados.
Celebro el Amor que emana de mi Corazón, caminante también de senderos sin trazar. Me abro a la integración en él, en el amor de todo lo que es, porque todo tiene sentido.
Me abro al dolor, a la frustración, porque son marcos de la existencia humana y me hacen ser solidaria con todos los habitantes de este planeta. Comprender a los otros en su dolor, en sus frustraciones, en sus sufrimientos, es aceptar que el camino integra esas experiencias y que la dignidad del que sufre se pone de manifiesto, también, en esa capacidad de aceptación del vivir a pesar de todo.
Me abro al mal que complementa al bien y que se hace uno con él. Ambos son dos fuerzas que no se combaten, se expresan poniendo de manifiesto las fuerzas de la evolución. Mientras mantengamos la perspectiva de su separación, seremos incapaces de comprender lo que aportan y cuál es el poder que tienen al conjugarse para crear.
El mal pone de manifiesto el nivel y los retos de las transformaciones a emprender, si no existiese estaríamos dormidos en un sueño infantil. El bien señala las metas a alcanzar y la energía amorosa que las hace viables. Si condenamos a uno y ensalzamos al otro, si nos polarizamos, no avanzamos y nos pervertimos.
¡Miradlos de frente!, son fuerzas creadoras, nos hablan de perfección, movámonos a su favor y no combatamos para evitar la polarización y el ofuscamiento. Todo está bien, y todo tiene capacidades escondidas para propiciar las transformaciones a las que estamos Todos abocados.