resumen
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Juan es una gaviota a la que le fascina volar, pero lo hace de una forma poco convencional, su rebeldía le lleva a no seguir las reglas, pues en su interior sabe que hay otra forma que le proporcionará una nueva dimensión en su forma de volar, eso provoca los recelos de su familia y de la comunidad que no aprueban su conducta y no comprenden por qué ese afán de querer volar más alto, hacer acrobacias, cuando la función de las gaviotas es comer.
Juan intenta seguir el camino marcado por los demás, pero le es imposible, algo dentro de él le impulsa a seguir perfeccionando su vuelo hasta que un día se reúne toda la comunidad y lo envían al exilio.
Totalmente fuera de su área de confort Juan toma una decisión muy valiente: seguir su impulso interior, sabe que tiene un propósito en la vida: APRENDER A SER LIBRE. Vive en soledad, practicando, aprendiendo y avanzando en su camino hacia la perfección, orgulloso de haber podido controlar el miedo junto con sus creencias limitantes: "Soy gaviota y las gaviotas no vuelan en la oscuridad. Soy limitada por naturaleza" pero enseguida recobra el ánimo y se pone a practicar y consigue superar retos que antes hubieran parecido imposibles.
Y es allí mismo dónde se encuentra con otros semejantes que han perfeccionado también su vuelo, llevándole a un territorio que él llama el cielo. Allí encontrará comprensión y se sentirá entre iguales, encontrará a su maestro, Chiang, que le ayudará a profundizar cada vez más en su vuelo y sus sabias palabras le ayudarán a reconocer el fuerte aprendizaje que Juan hizo en su primer mundo, llevando una vida de constancia y confianza en sí mismo, eligiendo su forma de vida y cómo en este segundo mundo comprenderá que es una gaviota perfecta, sin límites ni limitaciones.
Una vez desarrollado por completo su aprendizaje hay un paso más a dar: Juan se prepara para ser instructor de vuelo y para ello tiene que comprender el significado del amor y la bondad. Juan trabaja con los novicios y le enseña que la única ley verdadera es aquella que conduce a la libertad, y para ello deben superar sus limitaciones y creencias.
"Tenéis que comprender que una gaviota es una idea ilimitada de la libertad, una imagen de la Gran Gaviota y todo vuestro cuerpo, de un extremo del ala al otro, no es más que vuestro propio pensamiento".
Juan Gaviota había nacido para ser instructor, su manera de demostrar el amor era compartir algo de la verdad que había visto con alguna gaviota que estuviese pidiendo
sólo la oportunidad de ver la verdad por sí misma.
Y así, con la decisión tomada,, Juan Gaviota regresó a su primer mundo con la única finalidad de mostrarles el cielo desde donde estaban paradas. Con amor, comprensión y bondad, fue enseñando a los más jóvenes que se acercaban a los acantilados otra manera de volar y sentir.
Hay unas palabras verdaderamente sabias entre Juan y Pedro (su alumno más aventajado) en el momento que Juan le dice a Pedro de su marcha y le sugiere que sea Pedro el instructor.
Juan le dice:
"Tienes que practicar y llegar a ver a la verdadera gaviota, ver el bien que hay en cada
una de las demás gaviotas y ayudarlas a ellas a que lo vean en sí mismas. Eso es lo que quiero decir por amar. Aún recuerdo a cierto orgulloso pájaro, un tal Pedro Gaviota. Fue exiliado recientemente, era listo para luchar hasta la muerte contra la Bandada, empezaba ya a construirse su propio y amargo infierno en los Lejanos Acantilados. Sin embargo, aquí lo tenemos ahora, construyendo su propio cielo y guiando a toda la Bandada en la misma dirección”.
“¿Qué quieres decir? ¿Yo guiando? ¡Tú no puedes marcharte!”.
Juan suspiró y miró hacia el mar: “Ya no me necesitas. Lo que necesitas es seguir encontrándote a ti mismo, un poco más cada día; a ese verdadero e ilimitado Pedro Gaviota. Él es tu instructor. Tienes que comprenderle y ponerlo en práctica.
Un momento más tarde el cuerpo de Juan trepidó en el aire, resplandeciente y comenzó hacerse transparente.
Juan intenta seguir el camino marcado por los demás, pero le es imposible, algo dentro de él le impulsa a seguir perfeccionando su vuelo hasta que un día se reúne toda la comunidad y lo envían al exilio.
Totalmente fuera de su área de confort Juan toma una decisión muy valiente: seguir su impulso interior, sabe que tiene un propósito en la vida: APRENDER A SER LIBRE. Vive en soledad, practicando, aprendiendo y avanzando en su camino hacia la perfección, orgulloso de haber podido controlar el miedo junto con sus creencias limitantes: "Soy gaviota y las gaviotas no vuelan en la oscuridad. Soy limitada por naturaleza" pero enseguida recobra el ánimo y se pone a practicar y consigue superar retos que antes hubieran parecido imposibles.
Y es allí mismo dónde se encuentra con otros semejantes que han perfeccionado también su vuelo, llevándole a un territorio que él llama el cielo. Allí encontrará comprensión y se sentirá entre iguales, encontrará a su maestro, Chiang, que le ayudará a profundizar cada vez más en su vuelo y sus sabias palabras le ayudarán a reconocer el fuerte aprendizaje que Juan hizo en su primer mundo, llevando una vida de constancia y confianza en sí mismo, eligiendo su forma de vida y cómo en este segundo mundo comprenderá que es una gaviota perfecta, sin límites ni limitaciones.
Una vez desarrollado por completo su aprendizaje hay un paso más a dar: Juan se prepara para ser instructor de vuelo y para ello tiene que comprender el significado del amor y la bondad. Juan trabaja con los novicios y le enseña que la única ley verdadera es aquella que conduce a la libertad, y para ello deben superar sus limitaciones y creencias.
"Tenéis que comprender que una gaviota es una idea ilimitada de la libertad, una imagen de la Gran Gaviota y todo vuestro cuerpo, de un extremo del ala al otro, no es más que vuestro propio pensamiento".
Juan Gaviota había nacido para ser instructor, su manera de demostrar el amor era compartir algo de la verdad que había visto con alguna gaviota que estuviese pidiendo
sólo la oportunidad de ver la verdad por sí misma.
Y así, con la decisión tomada,, Juan Gaviota regresó a su primer mundo con la única finalidad de mostrarles el cielo desde donde estaban paradas. Con amor, comprensión y bondad, fue enseñando a los más jóvenes que se acercaban a los acantilados otra manera de volar y sentir.
Hay unas palabras verdaderamente sabias entre Juan y Pedro (su alumno más aventajado) en el momento que Juan le dice a Pedro de su marcha y le sugiere que sea Pedro el instructor.
Juan le dice:
"Tienes que practicar y llegar a ver a la verdadera gaviota, ver el bien que hay en cada
una de las demás gaviotas y ayudarlas a ellas a que lo vean en sí mismas. Eso es lo que quiero decir por amar. Aún recuerdo a cierto orgulloso pájaro, un tal Pedro Gaviota. Fue exiliado recientemente, era listo para luchar hasta la muerte contra la Bandada, empezaba ya a construirse su propio y amargo infierno en los Lejanos Acantilados. Sin embargo, aquí lo tenemos ahora, construyendo su propio cielo y guiando a toda la Bandada en la misma dirección”.
“¿Qué quieres decir? ¿Yo guiando? ¡Tú no puedes marcharte!”.
Juan suspiró y miró hacia el mar: “Ya no me necesitas. Lo que necesitas es seguir encontrándote a ti mismo, un poco más cada día; a ese verdadero e ilimitado Pedro Gaviota. Él es tu instructor. Tienes que comprenderle y ponerlo en práctica.
Un momento más tarde el cuerpo de Juan trepidó en el aire, resplandeciente y comenzó hacerse transparente.
Mi experiencia con el libro
Photo by fotografierende on Unsplash
Al escribir este resumen reconozco una mayor comprensión en todo lo que transmite,
de alguna manera todos llevamos un Juan Salvador Gaviota dentro, en mi caso como él, esa rebeldía interior me hizo no seguir los convencionalismos y como él me sentí "exiliada" en alguna ocasión, me doy cuenta de que este libro me conecta con mi trayectoria de maduración interior, pues en ese "exilio" es dónde he podido profundizar e investigar y conocerme más a mí misma, en esa soledad, como Juan Salvador Gaviota es dónde perfecciono mi vuelo, reconociendo mis luces y mis sombras, enfrentándome a mis miedos y limitaciones y también, como él, cayéndome para volver a intentarlo otra vez. Por eso amo y respeto mi soledad, y a ella vuelvo cada vez que me siento desubicada, que siento que me pierdo en los territorios de la mente, esa soledad es mi anclaje, que me ayuda a poner todo mi mundo en orden.
A la vez siento que no estoy sola, la vida siempre es muy generosa conmigo, lo sé desde siempre, y mi confianza en ella es inquebrantable. Aún no llega la comprensión de mi Verdadera Naturaleza, puedo tener atisbos de ella y sentir por momentos esa unidad de la que somos parte o al observar la naturaleza, la belleza intrínseca que hay en todo ello, o en la sonrisa de alguna persona, el abrazo de corazón, los silencios compartidos... todo ello son indicios de que somos algo mucho más grande que nosotros mismos.
Todo llega, aprender a desaprender y volverlo a aprender de otra manera, como le dice Juan a Pedro.
Mi único y verdadero trabajo es seguir, momento a momento, encontrándome conmigo misma, escuchar al Maestro Interior, echarme a un lado y seguir sus directrices, no me resulta tan sencillo, practicarlo como decirlo, pero al igual que Juan Salvador Gaviota, un día consigo volar más alto y a gran velocidad, y otros apenas consigo mover las alas y remontar el vuelo, pero sé que ésa es mi función Ahora. Y la generosidad de la vida me ofrece la ayuda exterior necesaria para ello, en forma de grupos de trabajo, amigos, familia, entorno… porque todo habla de mí y cuando me doy cuenta es verdaderamente mágico lo que sucede.
La fábula también deja ver, que una vez que se ha cumplido el periodo de aprendizaje, sí o sí, la enseñanza se debe transmitir, me recuerda a los Grandes Maestros, que lejos de "exiliarse del mundo" regresan para ayudar a los demás y mostrarles el camino a seguir. Y es que ese Amor que ahora son no puede quedar oculto, debe seguir expandiéndose para abrir corazones y despertar las mentes dormidas que los escuchan.
Por eso, como en Juan Salvador Gaviota, si se tiene que dar el momento en que sea
instructora, se dará. Por el momento mi gran aprendizaje es "seguir perfeccionando mi vuelo".
de alguna manera todos llevamos un Juan Salvador Gaviota dentro, en mi caso como él, esa rebeldía interior me hizo no seguir los convencionalismos y como él me sentí "exiliada" en alguna ocasión, me doy cuenta de que este libro me conecta con mi trayectoria de maduración interior, pues en ese "exilio" es dónde he podido profundizar e investigar y conocerme más a mí misma, en esa soledad, como Juan Salvador Gaviota es dónde perfecciono mi vuelo, reconociendo mis luces y mis sombras, enfrentándome a mis miedos y limitaciones y también, como él, cayéndome para volver a intentarlo otra vez. Por eso amo y respeto mi soledad, y a ella vuelvo cada vez que me siento desubicada, que siento que me pierdo en los territorios de la mente, esa soledad es mi anclaje, que me ayuda a poner todo mi mundo en orden.
A la vez siento que no estoy sola, la vida siempre es muy generosa conmigo, lo sé desde siempre, y mi confianza en ella es inquebrantable. Aún no llega la comprensión de mi Verdadera Naturaleza, puedo tener atisbos de ella y sentir por momentos esa unidad de la que somos parte o al observar la naturaleza, la belleza intrínseca que hay en todo ello, o en la sonrisa de alguna persona, el abrazo de corazón, los silencios compartidos... todo ello son indicios de que somos algo mucho más grande que nosotros mismos.
Todo llega, aprender a desaprender y volverlo a aprender de otra manera, como le dice Juan a Pedro.
Mi único y verdadero trabajo es seguir, momento a momento, encontrándome conmigo misma, escuchar al Maestro Interior, echarme a un lado y seguir sus directrices, no me resulta tan sencillo, practicarlo como decirlo, pero al igual que Juan Salvador Gaviota, un día consigo volar más alto y a gran velocidad, y otros apenas consigo mover las alas y remontar el vuelo, pero sé que ésa es mi función Ahora. Y la generosidad de la vida me ofrece la ayuda exterior necesaria para ello, en forma de grupos de trabajo, amigos, familia, entorno… porque todo habla de mí y cuando me doy cuenta es verdaderamente mágico lo que sucede.
La fábula también deja ver, que una vez que se ha cumplido el periodo de aprendizaje, sí o sí, la enseñanza se debe transmitir, me recuerda a los Grandes Maestros, que lejos de "exiliarse del mundo" regresan para ayudar a los demás y mostrarles el camino a seguir. Y es que ese Amor que ahora son no puede quedar oculto, debe seguir expandiéndose para abrir corazones y despertar las mentes dormidas que los escuchan.
Por eso, como en Juan Salvador Gaviota, si se tiene que dar el momento en que sea
instructora, se dará. Por el momento mi gran aprendizaje es "seguir perfeccionando mi vuelo".