Foto de Brandi Redd en Unsplash
Los seres humanos necesitamos despertadores, pero no de esos que nos despiertan de nuestro bonito sueño y que tanto nos enfadan, no, estoy pensando en inquietudes internas, en urgencias y emergencias espirituales, en presiones de nuestro Ser Interno que trata constantemente de hacernos partícipes de sus objetivos que son también los nuestros.
Esos despertadores los podemos encontrar en cada esquina, en miradas, en sonrisas, en anuncios, en películas o libros, es decir, en cada situación que la vida nos regala a poco que estemos con un ojo y un oído semi abiertos y no cerrados a «cal y canto» como acostumbramos, con la excusa de protegernos de no se sabe muy bien qué, como no sea de nosotros mismos, de nuestra inconsciencia.
Hoy día tenemos muchas oportunidades de despertar, sólo hace falta tener un poco de sensibilidad y compasión por el dolor ajeno, por la injusticia permanente que nos rodea más o menos cerca, por la indiferencia de que hacen gala los dirigentes del mundo en relación con las necesidades urgentes de sus ciudadanos. Esos son despertadores y no los de los relojes.
Seguramente, en muchas ocasiones te habrás preguntado qué podrías hacer tú para cambiar el mundo y la respuesta es que uno solo no puede hacer gran cosa ¡Error! Uno solo no puede cambiar el mundo pero sí su mundo, revisando qué cosas podría cambiar de su relación con quienes le rodean o qué utilidad social le daría a sus recursos económicos e intelectuales, por ejemplo.
Pienso que no estaría mal que cada mañana le dedicáramos un par de minutos, no más, a enviar pensamientos de paz, armonía, justicia y libertad a todo aquel que lo necesite, que son muchos. De esa forma se crearía la masa crítica que estamos tratando de que emerja cuanto antes.
Recuerdo un relato que me comentó Juan Ramón Galán hace algunos años. Él decía que un grano de arena de la playa pensaba que poco podría hacer para cambiar el estado lamentable de porquería que había en ella. No obstante, se puso a emitir pensamientos positivos de amor por la Naturaleza de la que formaba parte. Cada vez con más intensidad. Poco a poco el granito de arena fue aumentando su calor hasta convertirse en un pequeñísimo punto de luz cargado de energía y calor. Al poco tiempo, los granitos que había junto a él también empezaron a calentarse siguiendo el ejemplo de su compañero y algún tiempo más tarde, la arena de la playa era un carbón incandescente que acabó con la suciedad que había en ella… Un solo granito de arena pudo cambiar su mundo… y lo hizo.
Si eres un «despierto/a» o un «despertador/a» enhorabuena, hacen falta personas como tú, el mundo está en permanente cambio y hay mucha gente aún dormida mirando hipnotizada la tele o repitiendo como papagayos consignas políticas trasnochadas y que han demostrado su ineficacia y falsedad.
¡Desperézate y saluda con los brazos, la mente y el corazón abiertos a la energía solar de un día fantástico!
Esos despertadores los podemos encontrar en cada esquina, en miradas, en sonrisas, en anuncios, en películas o libros, es decir, en cada situación que la vida nos regala a poco que estemos con un ojo y un oído semi abiertos y no cerrados a «cal y canto» como acostumbramos, con la excusa de protegernos de no se sabe muy bien qué, como no sea de nosotros mismos, de nuestra inconsciencia.
Hoy día tenemos muchas oportunidades de despertar, sólo hace falta tener un poco de sensibilidad y compasión por el dolor ajeno, por la injusticia permanente que nos rodea más o menos cerca, por la indiferencia de que hacen gala los dirigentes del mundo en relación con las necesidades urgentes de sus ciudadanos. Esos son despertadores y no los de los relojes.
Seguramente, en muchas ocasiones te habrás preguntado qué podrías hacer tú para cambiar el mundo y la respuesta es que uno solo no puede hacer gran cosa ¡Error! Uno solo no puede cambiar el mundo pero sí su mundo, revisando qué cosas podría cambiar de su relación con quienes le rodean o qué utilidad social le daría a sus recursos económicos e intelectuales, por ejemplo.
Pienso que no estaría mal que cada mañana le dedicáramos un par de minutos, no más, a enviar pensamientos de paz, armonía, justicia y libertad a todo aquel que lo necesite, que son muchos. De esa forma se crearía la masa crítica que estamos tratando de que emerja cuanto antes.
Recuerdo un relato que me comentó Juan Ramón Galán hace algunos años. Él decía que un grano de arena de la playa pensaba que poco podría hacer para cambiar el estado lamentable de porquería que había en ella. No obstante, se puso a emitir pensamientos positivos de amor por la Naturaleza de la que formaba parte. Cada vez con más intensidad. Poco a poco el granito de arena fue aumentando su calor hasta convertirse en un pequeñísimo punto de luz cargado de energía y calor. Al poco tiempo, los granitos que había junto a él también empezaron a calentarse siguiendo el ejemplo de su compañero y algún tiempo más tarde, la arena de la playa era un carbón incandescente que acabó con la suciedad que había en ella… Un solo granito de arena pudo cambiar su mundo… y lo hizo.
Si eres un «despierto/a» o un «despertador/a» enhorabuena, hacen falta personas como tú, el mundo está en permanente cambio y hay mucha gente aún dormida mirando hipnotizada la tele o repitiendo como papagayos consignas políticas trasnochadas y que han demostrado su ineficacia y falsedad.
¡Desperézate y saluda con los brazos, la mente y el corazón abiertos a la energía solar de un día fantástico!