Foto de Guillaume de Germain en Unsplash
Estamos finalizando un año, difícil, complicado, duro, intenso… que nos ha puesto en multitud de ocasiones ante la coyuntura de tener que sacar nuestros recursos internos, nuestras herramientas más valiosas para poder afrontar los desafíos que se nos han ido presentando.
Una de las leyes del Kybalión dice que “Como es arriba es abajo”, y lo hemos podido comprobar a lo largo de estos últimos años. Es cierto que hay grandes problemas sociales, medioambientales, sanitarios, económicos, institucionales… que han afectado a nivel global a todos los seres vivos del planeta: humanos, animales, vegetales y también a los elementos que conforman la vida: aire, tierra, agua y sol.
Y como un reflejo muchas de esas problemáticas nos han afectado también a nivel personal, el ámbito familiar, de relaciones, de trabajo, etc. se ha visto “teñido” con esa misma energía de reto en nuestro pequeño contexto.
Cuando se acaba un ciclo parece que la naturaleza toda lo “siente” y llegamos con la energía justa para finalizar los procesos… pero en el horizonte se vislumbra la llegada de una nueva etapa, un año nuevo en el que parece que la vida nos va a proporcionar toda la energía que necesitamos para llevar adelante nuestros proyectos, para hacer realidad nuestros sueños.
Y si es importante abrirse con ilusión renovada a ese nuevo ciclo que va a comenzar también lo es cerrar el anterior de la mejor manera posible… y ahí es donde os repetimos la frase que dio entrada a este artículo: “Agradece lo bueno del pasado, agradece también lo malo del pasado que te permitió aprender… y agradece lo que está por venir.
Con la gratitud lo malo se esfuma, lo bueno se queda y viene lo mejor”.
Una de las leyes del Kybalión dice que “Como es arriba es abajo”, y lo hemos podido comprobar a lo largo de estos últimos años. Es cierto que hay grandes problemas sociales, medioambientales, sanitarios, económicos, institucionales… que han afectado a nivel global a todos los seres vivos del planeta: humanos, animales, vegetales y también a los elementos que conforman la vida: aire, tierra, agua y sol.
Y como un reflejo muchas de esas problemáticas nos han afectado también a nivel personal, el ámbito familiar, de relaciones, de trabajo, etc. se ha visto “teñido” con esa misma energía de reto en nuestro pequeño contexto.
Cuando se acaba un ciclo parece que la naturaleza toda lo “siente” y llegamos con la energía justa para finalizar los procesos… pero en el horizonte se vislumbra la llegada de una nueva etapa, un año nuevo en el que parece que la vida nos va a proporcionar toda la energía que necesitamos para llevar adelante nuestros proyectos, para hacer realidad nuestros sueños.
Y si es importante abrirse con ilusión renovada a ese nuevo ciclo que va a comenzar también lo es cerrar el anterior de la mejor manera posible… y ahí es donde os repetimos la frase que dio entrada a este artículo: “Agradece lo bueno del pasado, agradece también lo malo del pasado que te permitió aprender… y agradece lo que está por venir.
Con la gratitud lo malo se esfuma, lo bueno se queda y viene lo mejor”.
La gratitud, el presente, la consciencia
Foto de Alexandra Mirgheș en Unsplash
La gratitud es uno de los sentimientos más nobles y nos coloca en la mejor disposición para afrontar algo nuevo. Al agradecer soltamos lo viejo, nos despedimos de proyectos, tal vez de personas, de ideas y creencias que se han ido quedando obsoletas… nos desenganchamos de lo que fue en su momento y nos preparamos para abrirnos a lo nuevo.
Todos sabemos que para que algo nuevo llegue hay que dejar espacio y también sabemos que la naturaleza en la mayoría de sus procesas nos enseña que el camino es la integración. Los antiguos postulados en psicología -por ejemplo- nos hablaban de luchar contra el ego, incluso de “matarlo”… hoy en cambio sabemos que la mejor manera de gestionarlo es reconocerlo, aceptarlo, transformar lo que sea necesario y finalmente integrarlo.
Hoy sabemos que rechazar las emociones menos positivas, ignorarlas, mirar para otro lado, etc. solo nos proporciona más dolor. En cambio podemos mirarlas de frente, reconocerlas, respirarlas y aceptarlas para que puedan ser transformadas en experiencias positivas para nuestro aprendizaje permanente.
La gratitud nos hacer recuperar esa mirada de confianza, nos ayuda a focalizar la atención en todo lo bueno que tenemos y alegrarnos por tanto… Nuestra sociedad occidental se focaliza casi siempre en “lo que no tenemos”, “lo que nos falta”, “lo que necesitamos”… pero si ampliamos la mirada podemos darnos cuenta de todas las bendiciones de que disfrutamos: personas, salud, trabajo, apoyos, medios, oportunidades, capacidades propias, recursos, herramientas… y muchas más que sería largo enumerar.
En el Camino del Corazón una de las posadas clave es precisamente la Posada de la Gratitud que nos propone, entre otras prácticas escribir cada noche, antes de dormir, en una pequeña libreta que tengamos en nuestra mesilla, tres cosas por las que podemos sentirnos agradecidos… es maravilloso, cuando acaban esos veintiún días leer de manera seguida lo que hemos observado… a veces cosas importantes, a veces pequeñas, pero siempre importantes porque nos proporcionan alegría y ganas de vivir.
¿Dónde focalizas tu atención de manera habitual? En las cosas positivas o en las negativas, en construir o en quejarte, en observar o en criticar… Nuestro enfoque generar nuestros pensamientos y estos las correspondientes emociones y éstas nos llevan a determinadas actitudes y finalmente actuamos de acuerdo a ese esquema mental original.
La apertura a la gratitud nos ayuda a ser más conscientes del presente, a estar más atentos y a responsabilizarnos de nuestras decisiones y de nuestra vida.
Todos sabemos que para que algo nuevo llegue hay que dejar espacio y también sabemos que la naturaleza en la mayoría de sus procesas nos enseña que el camino es la integración. Los antiguos postulados en psicología -por ejemplo- nos hablaban de luchar contra el ego, incluso de “matarlo”… hoy en cambio sabemos que la mejor manera de gestionarlo es reconocerlo, aceptarlo, transformar lo que sea necesario y finalmente integrarlo.
Hoy sabemos que rechazar las emociones menos positivas, ignorarlas, mirar para otro lado, etc. solo nos proporciona más dolor. En cambio podemos mirarlas de frente, reconocerlas, respirarlas y aceptarlas para que puedan ser transformadas en experiencias positivas para nuestro aprendizaje permanente.
La gratitud nos hacer recuperar esa mirada de confianza, nos ayuda a focalizar la atención en todo lo bueno que tenemos y alegrarnos por tanto… Nuestra sociedad occidental se focaliza casi siempre en “lo que no tenemos”, “lo que nos falta”, “lo que necesitamos”… pero si ampliamos la mirada podemos darnos cuenta de todas las bendiciones de que disfrutamos: personas, salud, trabajo, apoyos, medios, oportunidades, capacidades propias, recursos, herramientas… y muchas más que sería largo enumerar.
En el Camino del Corazón una de las posadas clave es precisamente la Posada de la Gratitud que nos propone, entre otras prácticas escribir cada noche, antes de dormir, en una pequeña libreta que tengamos en nuestra mesilla, tres cosas por las que podemos sentirnos agradecidos… es maravilloso, cuando acaban esos veintiún días leer de manera seguida lo que hemos observado… a veces cosas importantes, a veces pequeñas, pero siempre importantes porque nos proporcionan alegría y ganas de vivir.
¿Dónde focalizas tu atención de manera habitual? En las cosas positivas o en las negativas, en construir o en quejarte, en observar o en criticar… Nuestro enfoque generar nuestros pensamientos y estos las correspondientes emociones y éstas nos llevan a determinadas actitudes y finalmente actuamos de acuerdo a ese esquema mental original.
La apertura a la gratitud nos ayuda a ser más conscientes del presente, a estar más atentos y a responsabilizarnos de nuestras decisiones y de nuestra vida.
Reflexión sobre el año que acaba
Foto de Fa Barboza en Unsplash
Haz una lista, preferiblemente por escrito, de cosas por las que tienes que estar agradecida/o al año que termina.
Evoca algún suceso inolvidable y hermoso… Puedes buscar más de uno. ¿A que persona/s tienes algo que agradecer? Si tienes oportunidad hazlo, dale las gracias en persona, por teléfono o por escrito… y si no es posible nada de eso escríbele una nota de agradecimiento, aunque quede solo para ti. Recuerda algún hecho en el que te hubiera gustado hacer las cosas de otra manera, ¿Cómo lo harías hoy con el nivel de consciencia que has alcanzado? Evoca varios momentos divertidos en el que reíste hasta mas no poder. Recuerda algún viaje, no importa si largo o corto, se trata de evocar algún lugar bonito del que disfrutaste, ¿Cómo fue? ¿Con quién estabas? Evoca algo que te sorprendió a lo largo de este año. Escribe brevemente sobre la experiencia que más energía te dio. Recuerda algunos reconocimientos, cumplidos, parabienes, etc. que recibiste. Escribe un logro personal del que te sientes satisfecha/o. Evoca un acontecimiento emocionante que viviste. Escribe algunas de las decisiones de las que te sientes más orgullosa/o Escribe sobre una de las lecciones más valiosas que has aprendido en este año.