Creando nuestra propia realidad



Maria Pinar Merino Martin

27/07/2022

Todas las personas tenemos un enorme bagaje de creencias que son incuestionables para nosotros pero que quizás no sean ciertas para los demás. La psicología del comportamiento nos dice que las personas afectuosas viven en un mundo de afecto, al igual que las personas hostiles viven en un mundo hostil.



Foto de Михаил Секацкий en Unsplash
La ciencia nos ha demostrado que los pensamientos que emitimos “crean” nuestra propia realidad, que lo que vivimos en realidad es un espejo en el que hemos proyectado nuestras ideas, emociones y sentimientos. ¿Cómo es posible que varias personas “vivan” un mismo acontecimiento de formas absolutamente diferentes según el “cristal” del color a través del cuál están observando y participando en esa realidad? ¿Cómo podemos percibir la realidad de un modo tan diferente si todos vivimos en el “mismo” mundo?
 
Nuestras creencias, nuestros esquemas mentales, nuestras estructuras de pensamiento son como gafas con cristales de diferentes matices a través de los cuales miramos el mundo… y el mundo, como un espejo fiel, nos devuelve la imagen de lo que nosotros hemos proyectado previamente.
 
La clase de mundo que creamos y experimentamos nosotros mismos depende del cristal de las gafas que estemos usando, es decir dependerá de nuestras creencias, de nuestros pensamientos, de nuestras expectativas, etc. Eso se podría resumir en el siguiente aforismo: “Lo que vemos es lo que somos”.

Modificando las memorias amargas

Foto de Nina Hill en Unsplash
Vamos a realizar un ejercicio para sanar los recuerdos de experiencias negativas, en este caso lo haremos focalizándonos en la ira, la rabia, el enfado, etc. Recuerda el día de ayer. Imagina que tu memoria es como una cinta de video que puedes rebobinar hasta cualquier momento que quieras. Retrocede sólo 24 horas. ¿Qué hiciste durante el día? ¿Hubo algo que te asustara o te hiciera enojar? No tiene que ser nada especialmente importante o dramático. Tal vez te sentiste impaciente mientras hacías cola o viste actuar a alguien grosera o desconsideradamente. Intenta recordar, por espacio aproximado de un minuto, los sucesos del día con el mayor detalle posible. Concéntrate en un momento de ira, toma conciencia de las sensaciones de tu cuerpo y de la emoción en tu mente.
 
Ahora rebobina esa cinta de vídeo aún más. Remóntate a un año atrás exactamente. Procura recordar qué estabas haciendo el año pasado, en esta fecha o en la más cercana que puedas. ¿En qué pensabas en esa época? ¿Recuerdas haber estado preocupado/a o enojado/a por algo? Intenta sentir en tu mente y en tu cuerpo las emociones de ese tiempo. ¿Son iguales a las que recordaste haber sentido ayer?
 
Rebobina la cinta aún más, hasta tu adolescencia. Concéntrate de nuevo en una situación que te haya enojado o asustado. Revive mental y físicamente los sentimientos. Observa cómo la ira que experimentaste ayer está construida sobre las emociones de este tiempo lejano.
 
Ahora intenta recordar un incidente de tu niñez. ¿Cuál es la primera ocasión en que recuerdas haber estado realmente enojado? Trae esa experiencia a tu conciencia. ¿Dónde estabas cuando sucedió? ¿Quién más estaba ahí? ¿Quién o qué te molestó tanto? Percibe todas las sensaciones generadas por esa ira.
 
Observa cómo el miedo y la ira se han acumulado a lo largo de los años. Son como las capas de una cebolla, aunque el daño se originó en la infancia, a lo largo de la vida han sucedido experiencias que han “actualizado” ese daño, alimentándolo y manteniéndolo activo hasta la actualidad. Cuando hoy vives un hecho similar o con el mismo colorido emocional la respuesta de todo tu ser (cuerpo físico, mente, emociones y sentimientos) se activa con una mayor carga. Por eso es importante ir limpiando desde el presente lo que se ha ido almacenando.

Expandiendo la Conciencia

Foto de Josh Hild en Unsplash
Aunque no puedas recordarla hubo una época en que no conocías la ira ni el miedo, ni el resentimiento o la rabia, una época de paz y tranquilidad total. Trata de imaginar cómo pudo haber sido esa experiencia de dicha absoluta. Concéntrate en un momento anterior al miedo o la ira, un momento de conciencia oceánica, de plenitud. Rebobina esa cinta imaginaria de tu vida hasta que la pantalla quede en blanco y siente cómo las fronteras que te separan de tu entorno se evaporan. Siente durante un minuto la pérdida total de toda la ira, el temor y el ego acumulados.
 
Con ese sentimiento de dicha y gozo total todavía en tu conciencia empieza a adelantar esa cinta de vídeo imaginaria. Visita los mismos puntos en los que te detuviste antes, esos momentos de ira o temor de tu niñez, de tu adolescencia, de hace un año, de ayer. Mientras visualizas esas escenas otra vez introduce en ellas la experiencia de dicha. En vez de permitir que los momentos de ira se acumulen empieza a borrarlos uno por uno, desde tu primera infancia hasta ayer. Dedica un minuto aproximado a sentir cómo la ira y el miedo son borrados por este recuerdo de dicha y, conforme estos sentimientos se borran, permite que la acumulación tóxica de años de ira y miedo desaparezcan de tu ser.
 
Puedes practicar este ejercicio en cualquier momento para atacar desde la raíz la emoción negativa, el daño… Muchas personas lo encuentran especialmente útil por las noches, justo antes de dormir haciendo este ejercicio tan liberador, para despertar con ese sentimiento de dicha y sin residuos de la emoción negativa, lo que les permitirá gestionar mejor su momento presente y así ser capaces de responder de una manera más acertada.

Construyendo el futuro… Imagina…

Foto de Josh Hild en Unsplash
¿Y si pudiéramos utilizar nuestra mente, el poder de nuestros pensamientos, la fuerza de nuestro corazón, nuestra inteligencia orientada constructivamente, nuestra voluntad… para diseñar y crear un futuro diferente, acorde con lo que queremos vivir de ahora en adelante? ¿A qué esperas?, ahora es el momento de empezar.
 
Imagina que existes sin forma física, que eres un campo de conciencia que está en todas partes y en todo momento. Imagina que has dejado atrás por siempre toda ira o resentimiento. Imagina que eres libre del deseo de culpar y de la culpabilidad. Imagina que no te dejas llevar por el melodrama o la histeria. Imagina que puedes escoger cualquier emoción que quieras experimentar. Imagina que puedes establecer cualquier objetivo que quieras y alcanzarlo. Imagina que eres libre de tus impulsos y patrones de comportamiento habituales. Imagina que estás libre de cualquier adicción. Imagina que nunca participas en habladurías. Imagina que eres libre de responder al nivel más alto, sin importar cuál sea la situación ni cómo se comporten los demás. Imagina que no existen límites para lo que puedes manifestar. Imagina que puedes ver las posibilidades infinitas en todo momento.
 
Imagina… atrévete a imaginar… utiliza tu potencial creador… todo está por hacerse…






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