Como superar la tristeza



Maria Pinar Merino Martin

04/01/2024

La tristeza es una de las cinco emociones básicas reconocidas por la psicología: miedo, rabia, tristeza, alegría y asco. Podríamos decir que las emociones son una especie de información que nos proporciona nuestro sistema nervioso central sobre los procesos internos. Por lo tanto, es algo importante a tener en cuenta para estar preparados para afrontar y gestionar esas emociones de la mejor manera posible.



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Las emociones no son buenas ni malas, son aspectos que hay que observar y que en la mayoría de los casos responden a la etimología de la palabra, viene del latín emotio, emotionis… que deriva del verbo emovere… es decir, su función es la de provocar movimientos, aprendizajes, cambios, etc.
 
La tristeza es una emoción compleja y universal que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Es una respuesta emocional normal a situaciones difíciles, pérdidas, decepciones o cambios en nuestras vidas.
 
La tristeza puede manifestarse de diversas maneras y en diferentes grados de intensidad. Si se mantiene de forma continuada en el tiempo, o afecta de manera significativa en la vida cotidiana puede desembocar en una depresión, lo cual nos colocaría ante la necesidad de buscar apoyo emocional, ya sea a través de amigos, familiares o profesionales que nos ayuden a descubrir recursos que nos capaciten para afrontar la situación.
 
Es importante destacar que la tristeza, aunque a veces puede resultar abrumadora, es una emoción normal y saludable. Puede proporcionar la oportunidad de reflexionar sobre las experiencias, aprender de ellas y, con el tiempo, adaptarse y superar las dificultades.

Algunas características de la tristeza

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Sensación de Opresión o pesadez: Muchas personas describen la tristeza como una sensación de agobio, o de peso en el pecho o en todo el cuerpo.
 
Cambio en el Estado de Ánimo: La tristeza se manifiesta típicamente como un cambio en el estado de ánimo hacia una sensación de melancolía, desánimo o desesperanza.
 
Llanto: El llanto es una respuesta natural a la tristeza. Puede actuar como una forma de liberar emociones acumuladas, lo cual es beneficioso.
 
Aislamiento Social: Las personas que experimentan tristeza a menudo tienden a retirarse socialmente. Pueden preferir la soledad y pueden tener dificultades para conectarse con los demás.
 
Pensamientos Negativos: La tristeza a menudo está asociada con pensamientos negativos sobre uno mismo, el mundo y el futuro. Estos pensamientos crean bucles obsesivos y se retroalimentan constantemente con cualquier cosa que suceda alrededor.
 
Duración Variable: La duración de la tristeza puede variar. Algunas personas se recuperan rápidamente, mientras que otras pueden experimentar tristeza prolongada, lo que podría desembocar en una depresión.

Gestionar la tristeza

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Superar la tristeza puede ser un proceso desafiante, pero es posible. Aquí tienes algunos consejos que pueden ayudarte:
 
Acepta tus emociones: Es importante permitirte sentir tristeza, reconocer y aceptar lo que estás sintiendo es el primer paso para encontrar la solución, en cambio negar tus sentimientos o reprimirlos puede hacer que sea más difícil superarlos.
 
Compartir con alguien de confianza: Hablar con amigos o familiares puede aliviarte, aligerar la carga emocional, sentir el apoyo de los que te quieren y también objetivarnos con otros puntos de vista y otras perspectivas.
 
Buscar respuestas en el interior: Intenta comprender la causa de tu tristeza, cuándo se originó, qué sucedió, que estabas sintiendo… Es un paso clave descubrir el contexto donde se produjo, puede ser el primer paso para superarla.
 
Fíjate pequeñas metas: Dividir tus objetivos en pasos más manejables puede ayudarte a sentir un sentido de logro, lo que a su vez puede elevar tu estado de ánimo y hacerte ganar en autoestima.
 
Cuida de ti mismo: Es el momento para atenderte, quererte, aceptarte y cuidarte, manteniendo hábitos saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y suficiente descanso. El bienestar físico puede tener un impacto muy positivo en tus emociones.
 
Practica técnicas de autoayuda: Como la meditación, la atención plena, la respiración y la relajación, la visualización creativa, los decretos o afirmaciones positivas, el tapping…  pueden ayudarte a reducir el estrés y la tristeza.
 
Busca ayuda profesional: Si la tristeza persiste o es abrumadora, considera hablar con un terapeuta o consejero. La terapia puede ser efectiva para abordar problemas emocionales más profundos. A veces las situaciones que vivimos tienen el mismo “colorido emocional” de hechos que sufrimos en el pasado y que permanecen con raíces profundas en nuestro inconsciente y despiertan esa respuesta emocional de tristeza.
 
Mantén una rutina: Tener una estructura diaria puede proporcionar estabilidad y reducir la sensación de caos que a menudo acompaña a la tristeza.
 
Practica el autocuidado: Haz cosas que te hagan sentir bien contigo mismo, ya sea leer un libro, escuchar música, practicar un hobby o dar un paseo en la naturaleza, sonreír, cantar, bailar...
 
Busca relaciones interpersonales satisfactorias: Pasar tiempo con amigos y familiares que te apoyan puede ayudarte a sentirte conectado y menos solo en tu tristeza.
 
Considera la posibilidad de apoyarte en grupos de apoyo: Unirse a un grupo de personas que están pasando por situaciones similares puede proporcionarte un sentido de comunidad y comprensión.
 
Recuerda que superar la tristeza puede llevar tiempo, y no hay un enfoque único que funcione para todos. Es importante ser amable contigo mismo/a durante el proceso y buscar ayuda si sientes que no puedes manejarlo por ti mismo/a. La tristeza es una emoción normal, pero si se convierte en depresión o persiste durante un período prolongado, es esencial buscar ayuda profesional.
 
A veces el tocar fondo puede generar el impulso que necesitamos para salir fortalecidos y ser capaces de afrontar nuevos retos, desafíos y proyectos… Superar la tristeza nos hará estimular en nuestro cerebro las sustancias necesarias para sentirnos más felices: endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina.






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