Foto de Sasha Freemind en Unsplash
Cuando crecemos y nos volvemos adultos, ocasionalmente recordamos la sabiduría de dichas prácticas, aunque generalmente lo hacemos después de que ya pasó el evento y de haber sufrido mucho desgaste personal.
Las investigaciones de Doc Childre en el Instituto HeartMarth sugieren algunas de las ventajas de generar un estado de calma interior, no sólo para salirnos de la turbulencia emocional, sino para usarlo en el transcurso del día y mantener la conexión y la alineación coherente entre el corazón, la mente y las emociones.
Cada vez son más las personas que han empezado a sentir un despertar de su intuición, que añaden más calidez a sus relaciones poniéndole más corazón y una conexión más profunda consigo mismos y con los demás.
Con las prisas de la vida actual, operar con baja energía del corazón, es comparable a un vehículo que está funcionando con poco aceite, aumentando la vulnerabilidad al estrés y al mal funcionamiento de todos nuestros sistemas físicos, psicológicos y emocionales. Aprender a enfrentar la vida desde un estado de calma puede ayudarnos a aumentar la conexión del corazón con sentimientos de atención, cuidado y cariño en nuestras interacciones con los demás y puede ayudarnos, especialmente, a reducir y a evitar el estrés.
Podemos alcanzar nuestro espacio personal de calma interior con un mínimo de práctica e invirtiendo poco tiempo. Cuando operamos en el “modo de calma”, es más fácil elegir las percepciones y actitudes menos estresantes y recrear “fluidez” en nuestras rutinas diarias. La fluidez ayuda a regular el balance y la cooperación entre nuestro corazón, mente y emociones, en otras palabras, ayuda a crear coherencia.
Con el aumento de la coherencia, promovemos la conexión intuitiva con nuestras potencialidades superiores para razonar con efectividad y discernimiento e interactuar mejor con la gente. La falta de alineación coherente entre el corazón, la mente y las emociones, nos genera resistencia para “fluir”, y esto nos produce más estrés, ansiedad, indecisión, frustración, impaciencia, enojo; fomenta que nos auto–juzguemos negativamente y toda la lista que ya conocemos. Una de las razones por las que con frecuencia se nos dificulta poder fluir, es porque las presiones de la falta de tiempo han aumentado y la sobrecarga de responsabilidades exagera la angustia mental y emocional que habitualmente experimentamos y que, a la vez, bloquea la conexión con la información intuitiva que el corazón nos envía.
Cuando la conexión de nuestro corazón se pierde, la mente y las emociones con frecuencia se vuelven caóticas y nos llevan a un ritmo más acelerado de lo que nuestra guía intuitiva puede ofrecernos. La mayoría de nosotros somos conscientes de que, al quedarnos atrapados en este carrusel, lo único que hacemos es autoperpetuar el estrés y sus consecuencias. Por ello, cuando empezamos a sentir estrés, si cambiamos el ritmo hacia la calma interior, evitaremos sentir el estrés que solemos experimentar ante los escenarios típicos del día y a superar con mayor facilidad los retos y las resistencias que enfrentamos. (El terror y la ansiedad son ejemplos de lo que yo entiendo por resistencia).
No se pretende que al practicar la calma interior se disuelva instantáneamente toda la carga emotiva de un evento, sin embargo, el hacerlo, nos permite crear una ventana de tiempo extra, facilitándonos un discernimiento más profundo de nuestras elecciones competentes, esto es, elecciones conscientes que pueden ayudarnos a prevenir y resolver muchos retos y desafíos no deseados.
El estado de calma interior nos ayuda a afinar nuestra naturaleza mental y emocional de una manera más razonable y efectiva para responder a cada situación que la vida nos ofrece ya sea retadora, normal o creativa.
Operar en el modo de calma no sugiere que nos movamos a la velocidad de un caracol, tampoco es un estado de relajación como el que experimentamos antes del sueño. En realidad, se trata de calmar nuestro lenguaje interno y corporal, las reacciones emocionales y mentales mecánicas que con frecuencia nos llevan, al final del día, a lamentamos porque son las que nos hicieron cometer errores inevitables, que comprometieron la amistad, que nos hicieron refunfuñar y nos llevaron a desarrollar un exagerado drama interior. Estos y otros ejemplos de un día de trabajo difícil producen tanto desgaste energético que luego es imposible poder dormir y descansar.
Sentimos este tipo de experiencias, no porque seamos malos o ineptos, sino porque simplemente son el resultado altamente predecible de permitir que nuestra mente y emociones se amontonen y se apresuren a intervenir, sin entrar en contacto con la guía práctica que nuestro corazón nos facilita.
Practicar la calma interior aumenta nuestra memoria consciente para recurrir a nuestro corazón cuando nuestra mente y emociones navegan por el mar de sentimientos y actitudes diarias que deciden la calidad y dirección de nuestras vidas. La calma interior es como el quicio de una puerta que nos conduce hasta nuestra propia presencia, y al mismo tiempo, es una reflexión de nuestro sentido común instintivo.
Las investigaciones de Doc Childre en el Instituto HeartMarth sugieren algunas de las ventajas de generar un estado de calma interior, no sólo para salirnos de la turbulencia emocional, sino para usarlo en el transcurso del día y mantener la conexión y la alineación coherente entre el corazón, la mente y las emociones.
Cada vez son más las personas que han empezado a sentir un despertar de su intuición, que añaden más calidez a sus relaciones poniéndole más corazón y una conexión más profunda consigo mismos y con los demás.
Con las prisas de la vida actual, operar con baja energía del corazón, es comparable a un vehículo que está funcionando con poco aceite, aumentando la vulnerabilidad al estrés y al mal funcionamiento de todos nuestros sistemas físicos, psicológicos y emocionales. Aprender a enfrentar la vida desde un estado de calma puede ayudarnos a aumentar la conexión del corazón con sentimientos de atención, cuidado y cariño en nuestras interacciones con los demás y puede ayudarnos, especialmente, a reducir y a evitar el estrés.
Podemos alcanzar nuestro espacio personal de calma interior con un mínimo de práctica e invirtiendo poco tiempo. Cuando operamos en el “modo de calma”, es más fácil elegir las percepciones y actitudes menos estresantes y recrear “fluidez” en nuestras rutinas diarias. La fluidez ayuda a regular el balance y la cooperación entre nuestro corazón, mente y emociones, en otras palabras, ayuda a crear coherencia.
Con el aumento de la coherencia, promovemos la conexión intuitiva con nuestras potencialidades superiores para razonar con efectividad y discernimiento e interactuar mejor con la gente. La falta de alineación coherente entre el corazón, la mente y las emociones, nos genera resistencia para “fluir”, y esto nos produce más estrés, ansiedad, indecisión, frustración, impaciencia, enojo; fomenta que nos auto–juzguemos negativamente y toda la lista que ya conocemos. Una de las razones por las que con frecuencia se nos dificulta poder fluir, es porque las presiones de la falta de tiempo han aumentado y la sobrecarga de responsabilidades exagera la angustia mental y emocional que habitualmente experimentamos y que, a la vez, bloquea la conexión con la información intuitiva que el corazón nos envía.
Cuando la conexión de nuestro corazón se pierde, la mente y las emociones con frecuencia se vuelven caóticas y nos llevan a un ritmo más acelerado de lo que nuestra guía intuitiva puede ofrecernos. La mayoría de nosotros somos conscientes de que, al quedarnos atrapados en este carrusel, lo único que hacemos es autoperpetuar el estrés y sus consecuencias. Por ello, cuando empezamos a sentir estrés, si cambiamos el ritmo hacia la calma interior, evitaremos sentir el estrés que solemos experimentar ante los escenarios típicos del día y a superar con mayor facilidad los retos y las resistencias que enfrentamos. (El terror y la ansiedad son ejemplos de lo que yo entiendo por resistencia).
No se pretende que al practicar la calma interior se disuelva instantáneamente toda la carga emotiva de un evento, sin embargo, el hacerlo, nos permite crear una ventana de tiempo extra, facilitándonos un discernimiento más profundo de nuestras elecciones competentes, esto es, elecciones conscientes que pueden ayudarnos a prevenir y resolver muchos retos y desafíos no deseados.
El estado de calma interior nos ayuda a afinar nuestra naturaleza mental y emocional de una manera más razonable y efectiva para responder a cada situación que la vida nos ofrece ya sea retadora, normal o creativa.
Operar en el modo de calma no sugiere que nos movamos a la velocidad de un caracol, tampoco es un estado de relajación como el que experimentamos antes del sueño. En realidad, se trata de calmar nuestro lenguaje interno y corporal, las reacciones emocionales y mentales mecánicas que con frecuencia nos llevan, al final del día, a lamentamos porque son las que nos hicieron cometer errores inevitables, que comprometieron la amistad, que nos hicieron refunfuñar y nos llevaron a desarrollar un exagerado drama interior. Estos y otros ejemplos de un día de trabajo difícil producen tanto desgaste energético que luego es imposible poder dormir y descansar.
Sentimos este tipo de experiencias, no porque seamos malos o ineptos, sino porque simplemente son el resultado altamente predecible de permitir que nuestra mente y emociones se amontonen y se apresuren a intervenir, sin entrar en contacto con la guía práctica que nuestro corazón nos facilita.
Practicar la calma interior aumenta nuestra memoria consciente para recurrir a nuestro corazón cuando nuestra mente y emociones navegan por el mar de sentimientos y actitudes diarias que deciden la calidad y dirección de nuestras vidas. La calma interior es como el quicio de una puerta que nos conduce hasta nuestra propia presencia, y al mismo tiempo, es una reflexión de nuestro sentido común instintivo.
Maria del Pinar Merino
Recopilación de las investigaciones de Doc Childre, fundador de HeartMath®
Recopilación de las investigaciones de Doc Childre, fundador de HeartMath®