Aprender a decir no



Maria Pinar Merino Martin

29/07/2021

“Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir NO cuando es NO” - Gabriel García Márquez-.
Esta frase del genial escritor muestra las dificultades de algunas personas que, por diferentes razones (falta de autoestima, inseguridad, sensación de que si no cumplimos las expectativas de los demás no van a queremos, miedo a las opiniones ajenas, etc.), ceden sus prioridades, no ponen límites y terminan por no respetarse a sí mismos respondiendo “Si” a lo que les demandan cuando en realidad querrían responder “No”.



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Sería estupendo que las cosas fueran sencillas y perfectas, que siempre pudiéramos responder con un Si a todo lo que nos piden, pero la vida y las relaciones interpersonales son mucho más complicadas. Hemos de analizar si nos sentimos culpables cuando no hacemos lo que nos piden, o si estamos afectados por esa creencia que nos hace sentirnos responsables de todo cuanto sucede a nuestro alrededor, lo que nos lleva a una sobre-implicación o identificamos por qué nos influye tanto la aceptación y la opinión de los demás… El aprender a poner límites para preservar nuestro amor propio nos ayuda a valorarnos. Es importante perder el miedo a las críticas y a las opiniones ajenas, única manera de sentirnos libres. Debemos practicar frases y formulas distintas para responder con un “NO” a las propuestas que no queremos aceptar, para ello puedes ayudarte visualizándote en diferentes situaciones en las que practicarás las palabras respetuosas y asertivas que te hagan sentirte bien contigo mismo/a.
 
El hacer todo por los demás puede llevarnos a un sentimiento de soledad interior y a hacernos pensar que no nos quieren por lo que somos sino por lo que hacemos. También puede acarrear un sentimiento de fracaso al obligarnos a renunciar con frecuencia a nuestros deseos y aspiraciones.
 
El decir “NO” es una invitación a escucharnos a nosotros mismos, a darnos cuenta de lo que queremos, a ocupar el espacio que necesitamos, a cuidarnos y en definitiva, a respetarnos y a querernos.

Los beneficios de un “NO” a tiempo

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¿No te ha pasado a veces que dices que sí a algo por quedar bien y te comprometes a realizar una acción que te desagrada? Lo peor de todo es que sin querer te estás metiendo en un callejón sin salida. Ese primer sí te está obligando a decir sí en una segunda ocasión para realizar una tarea aún más desagradable. Y así sucesivamente hasta que todo explota. Por eso un “NO” a tiempo, en la primera o como mucho en la segunda ocasión, te va a ahorrar muchos problemas y discusiones.
 
¿Quién dijo que siempre has de quedar bien? Si actúas de esta manera estás anteponiendo los intereses de los demás al tuyo. Será cómo vivir la vida que desean los demás en lugar de la que tú prefieres vivir. No se trata de ser egoísta y sólo pensar en ti mismo y nada más, en algunas ocasiones puedes decir “SÍ” cuando querrías decir “NO” porque deseas hacer un favor a otra persona y sabes que eso le hará feliz, aunque para ti suponga un cierto esfuerzo. En otras ocasiones vas a querer ser solidario y dejarás de lado tus asuntos para colaborar con un colectivo. En el término medio está la virtud. No digas “SÍ” simplemente por quedar bien y aparentar ante los demás sino porque crees que es lo mejor en ese momento puntual.
 
Ahora bien: ¿Cómo decir “NO” de la manera correcta? No es lo mismo gritar: “¡No lo hago porque no me da la gana!” que explicar amablemente Ya sé que te encantaría que yo hiciese tal cosa, pero no estaría a gusto conmigo mismo por los motivos…, me gustaría que lo comprendieses”. Tampoco es buena técnica la de decir “ahora no tengo tiempo” si se trata de algo que no harías aunque dispusieses de ese tiempo. Lo único que haces es crear falsas expectativas porque posiblemente la otra persona va a volver con esa misma petición en otro momento.

Algunas formas sencillas de decir “NO”

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Muchas personas sienten verdadero pavor a decir “NO”. En el trabajo, en casa, con los amigos. Continuamente hacen cosas que les desagradan solo por no poder decir que no. Se sienten a disgusto y no saben como salir de esa situación. Tener que alargar la jornada laboral, enfrascarse en trabajos para los que no se está preparado, acudir a eventos sociales por compromiso, no poder disfrutar de un mínimo de tiempo libre por estar ayudando a todos los que nos rodean, y así podríamos seguir con la lista de despropósitos que serían evitables con un “NO” a tiempo.
 
Los motivos que abocan a una persona a no utilizar la palabra “NO” son de lo más variados: “se pueden enfadar conmigo, no me tendrán en cuenta la próxima vez, no quiero hacer daño al otro, tengo que cumplir con todo”. Y al final, el más perjudicado es uno mismo. No se puede ni se debe aceptar todo, pero ¿cómo lo digo para que ni yo ni la otra persona nos sintamos mal?
 
Existen diferentes técnicas y estrategias para decir “No”: la asertividad, la empatía, el banco de niebla, el aplazamiento, la técnica del disco rayado, desplazar el foco de atención, etc. He aquí algunos ejemplos:
 
“No puedo comprometerme ahora porque tengo otras prioridades en este momento”. Explicar que hay otras tareas más urgentes que atender y que ya están comprometidas.
 
“Ahora no es un buen momento porque estoy en medio de…”. El caso típico sería recibir una llamada cuando se está en una reunión, si es así se puede acordar hablar del tema al finalizar.
 
“Me encantaría hacerlo, pero…”. Es una forma suave de decir que “no”. Es interesante lo que propones, pero ahora no puedo ocuparme de ello”, “Me gustaría ayudarte, pero eso se aleja de mis objetivos”.
 
“Déjeme pensarlo primero y me pondré en contacto con usted”. No siempre hay que dar una respuesta inmediata, nos podemos tomar un tiempo para pensarlo.
 
“Esto no se ajusta a mis necesidades actuales, pero lo tendré en cuenta para el futuro”. No estamos juzgando la propuesta, simplemente que no se ajusta a lo que deseamos, aunque dejamos la puerta abierta a que en el futuro nos pueda interesar.
 
“Yo no soy la mejor persona para ayudar en esto ¿Por qué no le preguntas a…?”. No te puedo ayudar porque no estoy preparado para ello, pero te doy indicaciones de quien puede echarte una mano.
 
“No, no puedo”. Simplemente, comprobarás que la reacción no suele ser tan mala como en principio esperabas.
 
La tarea de decir “no” puede costar llevarla a la práctica, pero si no lo hacemos será mucho peor, terminaremos sintiéndonos mal y no llevaremos las riendas de nuestra vida que estará siempre a expensas de las necesidades de los demás o de las circunstancias.






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