Amor, simplemente eso



Haydée del Moral

18/10/2019

“Donde hay amor hay vida” decía Mahatma Gandhi. Quizá sea una de las definiciones más sencillas, pero más auténticas. Es difícil definir el amor, muchos lo han intentado abarcando todas las dimensiones, desde las más físicas hasta las más sutiles. El amor es una emoción que nos alimenta, que nos nutre desde el nacimiento, es garantía de supervivencia.



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Amor, un viaje misterioso, extraño, sin lógica. El latido del mundo y el corazón de todo aquel que se atreva a tomarlo, a sentirlo, a desearlo. La llama de la vela que se enciende en todo aquel capaz de sentirla, pero no quemarse. La lluvia que resbala sobre una montaña, el agua que corre por entre las piedras, el vuelo de un ave, el suspiro del viento. Viento que susurra en tu oído, que atreverse no cuesta nada, y que intentar no es en vano.
 
Que buscar no es tan malo, pero que esperar no es tan bueno. Que la vida no es vida, si no se tiene a alguien con quien compartirla. Que soñar no tiene precio, pero que lo pagas si vives tu vida, viviendo de ello.
 
Amor, una senda eterna si es verdadera, o tan sólo un pasaje, depende de cómo sea. Las miradas que chocan curiosas, en un repentino encuentro, o el roce de los labios que se enamoraron despacio. Aquel que es puro y que sólo siente. Aquel que no pide nada a cambio, pero que lo da todo sin pensarlo. Aquel que, con simplemente tocarte, puede cambiarte. Aquel que, siendo verdadero, es más fuerte que el miedo.
 
Miedo que día a día, nos aleja de la vida, miedo creado por anteriores fracasos, miedo que es vencido sólo, cuando la fe de algo más fuerte crece dentro, y cuando la esperanzo de lo verdadero, no se pierde entre la niebla.
 
Amor, un camino que no termina, un camino que se recuerda. Un camino que nos guía, y que ilumina cada paso, cada meta, y cada pequeño o grande peldaño de la escalera. Escalera que nos lleva a un final que no termina, escalera que termina, cuando una nueva comienza.
 
Amor, aquel que muchos deseamos, pero que merecemos más darlo que recibirlo. Aquel que, siendo egoístas, no nos lo es devuelto, pero que, siendo generosos, puede ser más del que esperamos. La gota de sol que cae cuidadosa sobre la hoja verde, que se filtra entre los           árboles, que se esparce por el cielo. Las ganas de tenerlo, la fe de encontrarlo, el miedo a perderlo.
 
El miedo a que nunca aparezca, el miedo a no merecerlo, el miedo a darlo en vano, el miedo a que ni siquiera exista. El miedo... un sentimiento que es capaz de hundirnos tanto como lo puede hacer el odio, y capaz de alejarnos del mundo real tanto como lo hace vivir            más allá de los sueños.
 
Amor, el rescate que muchas veces todos necesitamos, el que es capaz de librar un corazón encerrado, encontrar un alma perdida, redimir un camino desviado, el que lo puede todo, si nos entregamos. El que, siendo verdadero, dura para siempre, y que es capaz de curar cualquier herida, y de sanar el corazón, sin importar cuán grande sea la llaga. El que nos hace feliz, el que nos da un verdadero propósito de vivir, el que nos llena cada pequeño rincón de nuestra existencia, el que nos ayuda a cumplir sueños, el que nos hace creer           que se puede. El que nos hace amarnos a nosotros mismos y el que nos hace sentir que el corazón se nos salta del pecho.
 
Amor, todo lo que la vida puede llegar a ser. Lo máximo que la vida nos puede llegar a ofrecer, y lo único que realmente nos puede hacer pisar firme la tierra, pero que, al mismo tiempo, puede hacernos volar por el universo, como nunca antes, siempre de la mano de             alguien.
 
"DIOS ES AMOR" que Dios te bendiga...






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