Alcanzar un ritmo de vida saludable



Maria Pinar Merino Martin

17/04/2018

Se han publicado recientemente los estudios que se hicieron en la Universidad de Michigan hace algunos años por parte de los investigadores Berman, Jonides & Kaplan, en los que pretendían demostrar los efectos beneficiosos que se producen en el ser humano, no sólo a nivel biológico sino sobre todo a nivel mental, cuando interactúa con la naturaleza.



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Se han publicado recientemente los estudios que se hicieron en la Universidad de Michigan hace algunos años por parte de los investigadores Berman, Jonides & Kaplan, en los que pretendían demostrar los efectos beneficiosos que se producen en el ser humano, no sólo a nivel biológico sino sobre todo a nivel mental, cuando interactúa con la naturaleza.

Los resultados mostraron que las personas mejoraban casi un 20% en los tests de memoria después de dar un paseo por un entorno natural, mientras que en las personas que paseaban por calles de la ciudad o se encontraban dentro de edificios no se observó ninguna mejoría.
Igualmente comprobaron que el hecho de mirar imágenes de paisajes naturales también mejoraba la memoria, aunque en menor medida que dando un paseo por la naturaleza.

El contacto con la naturaleza nos produce una sensación de bienestar y de salud, nos induce a la calma, a la armonía, a un mejor estado de ánimo, a ser capaces de controlar los impulsos, a gestionar de manera más adecuada nuestras emociones, a potenciar la autodisciplina y a aumentar nuestra capacidad de aprendizaje mejorando el funcionamiento cognitivo.
Sin embargo, las personas que no conviven con la naturaleza pueden llegar a sufrir déficit de atención, hiperactividad, trastornos de ansiedad, depresión, etc. La vida en las ciudades  nos lleva a mantener un permanente nivel de estrés, la prisa, el ir atentos a cuanto sucede a nuestro alrededor evitando los peligros del tráfico, por ejemplo, las relaciones comerciales o laborales también exigen concentración y vigilancia, las noticias de los medios de comunicación, las películas de acción, violencia o tensión, etc. dan como resultado altos niveles de cortisol que produce estrés y ansiedad. En muchas ocasiones ese nivel de estrés impide un buen descanso nocturno con lo que se agrava aún más la situación.
Los sabios, los maestros, los filósofos de la antigüedad ya desde los tiempos de Platón y Aristóteles instaban a sus alumnos a estar en contacto con la naturaleza conscientes de los beneficios que esa práctica les proporcionaba.
 
LAS ONDAS CEREBRALES:
 
Gracias al electroencefalógrafo se han podido registrar los campos electromagnéticos que genera la actividad cerebral y se han detectado las siguientes ondas cerebrales:
 
Ondas Delta, 10-50 voltios. Son las de más baja frecuencia, de 0,2 a 3,5 hz o cps. Se dan en los estados hipnóticos, sueño profundo, meditación, está activo el hemisferio cerebral derecho. Ondas Theta, 50-100 micro voltios. Frecuencia de 3,5 a 7,5 hz. Estas ondas se dan en estados de vigilia, plenitud y armonía, sueño ligero, meditación profunda, introspección, yoga, entrenamiento autógeno, etc. Preponderancia del hemisferio cerebral derecho y dominio del subconsciente.   Ondas Alfa, 100-150 micro voltios. Van desde los 7,5 a los 13hz. Estados de relajación, tranquilidad, creatividad, apertura al aprendizaje, memoria plástica, imaginación, fantasía, inspiración, favorecen la intuición. Se dan justo antes de dormir, los pensamientos son tranquilos, despreocupación, optimismo. Coordinación de cuerpo y mente. Se alternan los dos hemisferios cerebrales, aunque hay mayor actividad en el hemisferio derecho. Ondas Beta, 150-200 micro voltios. Las ondas herzianas van desde los 13 a los 28 cps. Es el estado de la mente racional consciente, máxima alerta, atención, se da cuando la persona está despierta y en actividad. Los sentidos físicos están muy activos. Preponderancia del hemisferio izquierdo. Posibilidad de que surja el miedo, la irritabilidad, la tensión, estados de inquietud, etc. El cuerpo mental consciente es el que domina la situación. Ondas Ram, se dan a partir de los 28 o 30hz en adelante, corresponden a estados de alto nivel de estrés, confusión y tensión.
 
LAS BENEFICIOSAS ONDAS ALFA
 
En esta frecuencia el ser humano se encuentra en un estado de relajación y tranquilidad donde su aptitud hacia el aprendizaje y su capacidad para asimilar conceptos aumenta enormemente.  El cerebro es el más potente de los ordenadores y puede ser estimulado por diferentes medios para provocar la actividad de las ondas  alfa, beta, theta, y delta.
La generación de frecuencias de campos magnéticos débiles, como las ondas Alfa, tienen las siguientes consecuencias:
 
Alterar el comportamiento celular, tejidos y órganos. Alterar los niveles hormonales. Alterar los procesos químicos y celulares. Alterar la percepción del tiempo en animales y seres humanos. Inducir el sueño y estados meditativos. Disminuir el nivel de estrés. Mejorar el sistema inmunológico. Equilibrar el ritmo cerebral. Lentificar las taquicardias. Estimular los procesos de aprendizaje. Expandir la conciencia. Generar un mayor flujo de energía vital. Estimular los procesos curativos naturales. Incrementar la actividad del biocampo humano creando una barrera defensiva contra las agresiones del medio ambiente ya sean físicas o psíquicas.
 
INDUCCIÓN DE ONDAS ALFA MEDIANTE LA TECNOLOGÍA
 
La actividad de los órganos sensoriales, se traduce en un estímulo eléctrico que llega hasta el cerebro a zonas concretas de su corteza. Allí, cada neurona responde con un voltaje entre 1 y 5 micro voltios a los estímulos que le llegan. El conjunto global de neuronas produce un ruido eléctrico con un potencial de hasta 500 micro voltios.
En la actualidad llevar a nuestros alumnos a aprender en la naturaleza para favorecer en ellos un estado mental de relajación de modo que alcancen un funcionamiento cerebral de ondas Alfa se torna difícil especialmente en las grandes ciudades.
Pero podemos crear los efectos que produce la naturaleza en el individuo de forma artificial induciendo a éste un estado de producción de ondas Alfa.
Cuando llevamos al individuo a un estado de frecuencia vibracional entre los 7.5 y 13 hz este esta en disposición de asimilación de aprendizaje máximo.
Si unimos a este estado inducido el aislamiento externo y la reproducción de datos e información de forma visual y auditiva podríamos aprovechar el máximo potencial de aprendizaje de un individuo.
Hoy en día ya disponemos de esta tecnología, los elementos para poner en práctica estos fundamentos son simples y sencillos de fabricar y producir.
Investigaciones recientes demuestran que:
 
El cerebro crece a causa del estímulo, ya sea natural o artificial. El estímulo se traduce en una vibración eléctrica de frecuencia característica. Es posible estimular artificialmente el cerebro mediante máquinas. El cerebro se deja “arrastrar” por el estímulo, resonando con una frecuencia igual a la de éste. Los estados de la mente presentan frecuencias de vibración eléctrica características Es posible reproducir los estados mentales, estimulando directa o indirectamente el cerebro, con la frecuencia de onda asociada a dicho estado. Lo anterior condujo a una revolución en el campo de las aplicaciones de esta técnica, ya que se puede interactuar directamente con la parte interior del individuo, sin invasión de su química corporal, produciendo efectos significativos al nivel de: Incremento del cociente Intelectual. Supresión de ansiedad, depresión y fobias. Erradicación de adicciones. Aprendizaje y Super-aprendizaje. Mayor rendimiento pico en actividades mentales, físicas y de alta competencia. Estimulación de la creatividad.
 
LA RESONANCIA SCHUMANN

La Resonancia Schumman se relaciona con la frecuencia de la ondas Alfa de la mente humana en el rango de 7.5 a 13 herzios
A mediados de la década de los 50 el Dr. Schumann, un físico alemán descubrió que la Tierra está rodeada de un campo electromagnético poderoso que se forma entre el suelo y la parte inferior de la ionosfera situada a unos 100 km. por encima de nosotros.
Este campo posee una resonancia más o menos constante de alrededor de 7.83Hz (herzios) o cps (ciclos por segundo), similares al latido de un corazón.
El cerebro de todos los mamíferos, incluidos los seres humanos está afectado también por esa misma frecuencia y se ha constatado que el estado de mayor salud y bienestar se sitúa precisamente en ese rango.
Se estudió, por ejemplo, como los astronautas que realizaban viajes espaciales al quedar fuera de la resonancia que emitía el planeta enfermaban y recuperaban después la salud y el equilibrio cuando se sometían a un “Simulador Schumann”.
Pues bien, las investigaciones apuntan que a partir de los años 80, pero de forma mucho más significativa a partir de los 90, la frecuencia planetaria se elevó desde los 7.83 hasta llegar a los 11 e incluso 12hz. Muchos científicos e investigadores de todo el mundo alertan sobre esta situación y sobre los cambios geológicos y climáticos de graves consecuencias que esta variación puede acarrear.
 
¿QUÉ PODEMOS HACER?
 
Los seres humanos tenemos en nuestras manos los mecanismos para recuperar un “ritmo” adecuado y saludable sin tener que recurrir a complejas tecnologías, son prácticas sencillas que nos permitirán reencontrarnos con nuestro verdadero potencial.
Practica el silencio. Recupera la conexión con la naturaleza. Experimenta la soledad. Medita, contempla, ora. Cuida tu entorno. Trabaja en grupo. Vive con sencillez. Comparte tus procesos con los demás. Aprende algo nuevo cada día.
La meditación, el silencio, la introspección, el contacto con la naturaleza, la música, la lectura, el elegir pensamientos y emociones positivas que nos hagan sentirnos bien… el simple hecho de cerrar los ojos, el poner la consciencia en la respiración, el observar nuestras emociones y aprender a gestionarlas, etc. etc. etc. nos ayudarán a mantenernos en esa frecuencia deseable entre los 7,5 y los 13,5 cps. donde se encuentra la clave de la salud física, psíquica y emocional.






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